El 80% de las panaderías francesas se ven amenazadas de cierre por la subida de los precios de la electricidad. Para salvar a los fabricantes de la baguette francesa, que fue declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en noviembre de 2022, el gobierno comunica sobre los esfuerzos que está haciendo: "Estaremos al lado de todas las panaderías de Francia", aseguró el martes el Ministro de Economía, Bruno Le Maire, al término de una reunión con representantes del sector.
Casi todos los días, los diarios, la radio y la televisión entrevistan a panaderos desesperados por el aumento de la factura de electricidad: de 2000/2500 euros mensuales a 8 000 € o 12 000 € según los contratos. En el último año, los precios de las materias primas han aumentado una media del 40%. La manteca se vende ahora a 9 euros el kilo, frente a los 5,60 euros que costaba en 2021. "Lo peor es la harina, que normalmente representa el 25% del precio de una baguette, con un aumento del 70%” explicaba un panadero del sur de Francia. Toda la profesión coincide en que es imposible trasladar los aumentos al precio de venta de una baguette y pasar de 1 euro a 3 euros.
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Refiriéndose a las ayudas que ya permiten un descuento del 15% y de hasta el 40% de las subidas registradas en la factura de la luz, el ministro Bruno Le Maire pidió a los proveedores de electricidad, convocados al ministerio, "que hagan más, mejor y de inmediato" para ayudar a la profesión. En concreto, los panaderos podrán rescindir gratuitamente su contrato de suministro de electricidad en caso de aumento "prohibitivo" de los precios, dijo el ministro.
Esta mano tendida a una de las profesiones más emblemáticas del país se suma al anuncio hecho el martes por la primera ministra, Elisabeth Borne, autorizando el aplazamiento del pago de impuestos y cotizaciones sociales para todas las Pymes en un intento de apagar uno de los primeros incendios que amenazan al país.
Más incendios
Incluso antes del anuncio de la impopular reforma de las pensiones, previsto para el 10 de enero, las fuentes de indignación se multiplican. Además de la huelga de controladores ferroviarios durante las fiestas de fin de año, basada en reivindicaciones salariales, se produjo la huelga de médicos liberales que reclaman una valorización del precio de base de la consulta de 25 euros a 50 euros, única manera de evitar la deserción y alentar a que jóvenes médicos se instalen en zonas donde la carencia de consultorios es desesperante.
En las próximas semanas, los hospitales, totalmente desbordados por la epidemia de gripe, el COVID-19 y los casos de bronquiolitis, se sumarán a la lista de descontentos. Una reunión del Colectivo Interhospitalario (CIH), está prevista en estos días a la que han sido convocados los distintos sindicatos, para decidir si el personal de los hospitales se declara en huelga.
"Hay que despertar a la gente y conseguir que las ARS [agencias regionales de salud], el ministerio y Emmanuel Macron dejen de decir "no es culpa nuestra", advierte Patrick Pelloux, presidente de la Asociación de Médicos de Urgencias de Francia. “Los 19.000 millones de euros previstos para el hospital para los próximos diez años no es nada", dijo, hablando de la "decrepitud" del sistema hospitalario que se ha convertido en "la variable de ajuste de todos los problemas". "El hospital público ya no es capaz de absorber la más mínima crisis sanitaria, aunque sea previsible”.
El otro gran incendio está vinculado a la reforma de las pensiones, que suscita un rechazo muy fuerte de la población, ya que según la ultima encuesta de Ifop para el semanario Politis, el 68% de los franceses está a favor de una reforma que reduzca la edad legal de jubilación a 60 años. Y la mayoría de ellos están dispuestos a apoyar una movilización social. Actualmente la edad legal es de 62 años y para recibir una jubilación completa es necesario haber cotizado durante 42 años. La reforma prometida por Macron propone aumentar la edad legal a 65 años con el argumento de que la gente vive más tiempo y que la relación entre trabajadores activos -que sustentan el régimen por repartición- y los jubilados, disminuye cada año. En Francia hay 15 millones de jubilados de los cuales 8% viven bajo la linea de pobreza.
Después de tres meses de reuniones con el gobierno (ayer 4 de enero fue la última), los sindicatos unidos están decididos a dar la batalla contra la reforma de Macron ante la negativa gubernamental de llegar a un consenso.
El director del instituto de sondeos IFOP, Frédéric Dabi comenta que "hay toda una serie de llamas que surgen aquí y allá, ilustrando la idea de un país en decadencia donde el trabajo no paga", evocando las dificultades de panaderos, médicos, hospitales, que despiertan la empatía de los franceses, así como las molestias por venir, como el establecimiento de zonas de bajas emisiones (ZFE), que prohíben la entrada de vehículos contaminantes en ciertas ciudades, generalmente propiedad de gente de pocos recursos. "Los resortes que condujeron a la crisis de los 'chalecos amarillos' están ahí", concluye Dabi, sin saber si la bronca podrá más que el sentimiento de resignación que también observa.
En este contexto, la reciente convocatoria por los "chalecos amarillos" de una manifestación nacional el sábado 7 de enero contra la reforma de las pensiones, la inflación o el uso del artículo 49,3 - que permite la adopción de leyes sin votación en la Asamblea Nacional -, y que ha sido utilizado por el Gobierno para aprobar los presupuestos - es suficiente para hacer temblar al Ejecutivo.
Emmanuel Macron, durante sus saludos en la noche del 31 de diciembre de 2022, dio la impresión de ser consciente de las tensiones que atraviesa el país. "Este 2023 es ante todo el año de las cuestiones que sé que preocupan, y de las crisis, que una vez más, hay que afrontar", subrayó el jefe de Estado. Sin embargo intentó ser tranquilizador. "Si seguimos así, llegaremos sin cortes de electricidad”, prometió. El mismo optimismo sobre el regreso de Covid-19: "Podremos hacerle frente”.
En una frase que podría parecer una provocación, el Presidente habló de "un año democrático intenso". Sin precisar si pensaba en el resultado histórico de la extrema derecha en las elecciones presidenciales, en la elección de 89 de sus representantes en la Asamblea Nacional, en su propia derrota electoral o en el recurso de su gobierno al artículo 49-3 de la Constitución utilizado diez veces para forzar su paso por el Parlamento.
Esta frase de su discurso: "¿Quién podía prever la crisis climática, con sus espectaculares efectos, de nuevo este verano en nuestro país?” hizo reaccionar a Marine Tondelier, secretaria nacional de Europe Écologie-Les Verts (EELV): "Evidentemente, nadie le habrá avisado", ironizó la líder del partido verde en la radio Europa 1. En Twitter, criticó a un "presidente desconectado", recordando las múltiples alertas científicas durante "décadas".
Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insoumisa, comentó con cierta indiferencia el discurso presidencial: "Después de cinco años de deseos de Macron, creo que traen mala suerte, 16 grados en París el 31 de diciembre. ¡Va a hacer calor en enero! Feliz Año Nuevo", advirtiendo, unas horas más tarde, que se sumaría a una movilización anunciada el 21 de enero por las organizaciones juveniles contra la reforma de las pensiones. La única palanca para "hacer retroceder" al gobierno en este proyecto es "la calle", subrayó también, el lunes, en Radio France Internationale (RFI), la responsable de Europe Ecologie-Les Verts, Marine Tondelier.
"Emmanuel Macron aún no ha encontrado su rumbo, está haciendo de bombero, de crisis en crisis", estima Bruno Retailleau, diputado y líder del partido de la derecha conservadora, “Los Républicanos”.
Mientras tanto, se espera que Emmmanuel Macron presente sus deseos al mundo de la salud el viernes 6 de enero y podría hacer anuncios para intentar calmar los ánimos. La Primera Ministra, Elisabeth Borne, indicó la retirada de una parte controvertida del decreto sobre el seguro de desempleo - presentado el 23 de diciembre de 2022 -, que preveía una reducción del 40% de la duración de las indemnizaciones cuando la tasa de paro se situara por debajo del 6% de la población activa, al tiempo que subrayaba que la edad de 65 años no era un "tótem" para la reforma de las pensiones.
¿Será suficiente para apagar los incendios?