(Por Daniel Casas) A una semana de las elecciones generales de España, el opositor Partido Popular (PP) aparece como el más cercano a obtener la mayoría de los votos para conformar el nuevo Congreso, de 350 miembros, aunque sin llegar a los 176 escaños que le permitirían desplazar a la coalición de Gobierno que lidera el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), por lo que, de no mediar un acuerdo entre ellos, los resultados del izquierdista Sumar y el ultraderechista Vox en su disputa por el tercer lugar pueden ser determinantes para definir si el próximo Ejecutivo quedará en manos de una alianza progresista o de derecha.
El conservador PP llega a estos comicios con el impulso que le dio su victoria en las elecciones autonómicas y municipales del último 28 de mayo, en las que le arrebató a los socialistas alcaldías importantes como las de Sevilla y Valencia, además de revalidar con mayoría absoluta los gobiernos en la ciudad y en la comuna de Madrid.
Pero en esas elecciones también le fue bien a Vox, que lidera Santiago Abascal, quien pretende integrar con peso propio una coalición liderada por el PP, a cambio de marcar una agenda que dé marcha atrás con las conquistas y leyes sociales del actual Gobierno, sobre todo en temas como las políticas de inmigración, el alineamiento internacional y el reconocimiento de los derechos de los colectivos LGTBIQ+, entre otros.
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Con este resultado adverso, el presidente del Gobierno español y líder del PSOE, Pedro Sánchez, dio un golpe de timón: disolvió el Congreso y adelantó en seis meses las elecciones generales previstas para fin de año, y ahora la decisión está en manos de los 37,4 millones de ciudadanos en condiciones de votar, lo que incluye a 2,3 millones de residentes en el exterior, según las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística.
El debate que protagonizaron el último lunes Sánchez y el conservador Alberto Núñez Feijóo, que será el único de esta campaña, pareció marcar un cambio de táctica del PP, cuando el líder opositor desafió al actual presidente a firmar un acuerdo para que el segundo respalde al partido más votado en los comicios del 23 de julio, con lo que se zanjaría el problema de llegar a la mayoría absoluta en la Cámara para designar al nuevo gobierno.
Sánchez, por su parte, rechazó la propuesta alegando que el PP pide lo que se negó a hacer en otras oportunidades.
Tras el debate, el PP enfocó este tramo final de la campaña en reclamar para sí todos los votos opositores, en detrimento de Vox, su socio en varios gobiernos regionales y municipales.
"Durante las primeras semanas de campaña el PP sufrió mucho desgaste a la hora de hacer acuerdos con Vox", por lo que ahora "han pasado a la ofensiva para sumar la mayor cantidad de votos propios", dijo a Télam el politólogo Alejando Solís.
"El PP plantea que es el PSOE el que lo obliga a pactar con Vox", cargándole la culpa de tener que aceptar sus políticas, apuntó el especialista.
Con esto, tiene la mira puesta en la posibilidad de que se produzca una situación parecida a la de 2016, cuando la imposibilidad de conformar una mayoría derivó en elecciones sucesivas, aunque "la gente no quiere estar votando constantemente, sino que quiere estabilidad" institucional, agregó Solís.
En cambio, el PSOE es consciente de que para llegar al número mágico de 176 bancas tendrá que hacer una muy buena elección, lo que está por verse, y luego acordar con todo el arco de las fuerzas progresistas del país con representación en el Congreso.
El caso es que, aunque difícil, no es una puerta totalmente cerrada que el PSOE termine por acordar con el PP respaldarlo si es la fuerza más votada. "La moneda de cambio sería que Vox no entre al Gobierno (y) podrían pedir un acuerdo programático, un pacto de Estado, y dotar de una cierta estabilidad al país", dijo Solís ante la pregunta de Télam.
De todas formas, eso significaría una dura crisis interna, que probablemente incluiría la salida de Sánchez del liderazgo socialista.
"Un resultado por debajo de la barrera de los 100 escaños sería una debacle inasumible para que Sánchez siga al frente de su partido", agregó.
Otra opción sería que el PSOE ronde las 110 bancas y esto le abra un campo de negociaciones, en principio con Sumar, pero de todos modos le haría falta incorporar al acuerdo de nuevo a los partidos de izquierda regionales, pero este es un tema muy complejo de resolver, dicen los analistas locales.
Sumar, una alianza de izquierda liderada por la ministra de Trabajo Yolanda Díaz y en la que tiene participación Podemos, está haciendo campaña para disputarle a Vox el tercer lugar, que es lo que puede determinar si hay cambio de color político o no.
"Eso es algo que está muy ajustado. Es completamente factible que ambos se hagan con la tercera posición, pero Sumar está a la ofensiva en busca de ese objetivo, mientras que Vox aparece más a la defensiva", agregó Solis, que también integra el grupo de pensamiento progresista Ideas en Guerra.
"Es posible que Sumar logre su objetivo -agregó el politólogo-, pero también es verdad que Vox ha mantenido un suelo electoral de entre el 14 y el 15% muy consistente, a pesar de que ha tenido escándalos y de su relación con el PP", que no gusta a sus votantes más extremos.
Las posiciones que Vox ha forzado a tomar al PP para llegar a acuerdos provinciales, como la del retiro de las banderas de la Unión Europea y las de los colectivos LGTBIQ+ del frente de los edificios públicos en varios municipios, llevan agua para el molino de Sumar, sobre todo en las concentraciones urbanas.
Del mismo modo, las denuncias de varias compañías teatrales y de artistas sobre la censura que sufrieron en ayuntamientos gobernados por Vox o donde esta fuerza tiene a su cargo las concejalías de Cultura, algo que no ocurría desde hace décadas, puso en alerta a todas las organizaciones culturales y diversos artistas del país, que creían que los debates sobre la libertad de elección sexual y libertad de expresión estaban superados.
En este contexto, la disputa entre Sumar y Vox por el tercer puesto también se dará en torno a un número mágico, que es el 15% que considera como piso el sistema proporcional D'Hondt para que una circunscripción provincial ingrese al reparto.
Quien vote por alguna de estas fuerzas lo hará sabiendo que ese voto apunta a sumar una a una las bancas necesarias para que el adversario político, sea una coalición progresista o una de derecha, no llegue a sumar las bancas necesarias para formar Gobierno.
Con información de Télam