Incertidumbre es la palabra que mejor representa el panorama de lo que puede pasar este domingo en Venezuela. El oficialismo sigue confiado en que va a ganar pese a que todo indica que se enfrenta, quizás, a las presidenciales más difíciles del chavismo en 25 años, mientras que la oposición se ilusiona con una victoria histórica. El país ya ingresó en la veda electoral tras los cierres de campaña del jueves y rige la Ley Seca todo el fin de semana, por lo cual las cartas ya están jugadas. Sin embargo, son varios los escenarios que se barajan para esta votación y uno de ellos, el que más repiten los venezolanos en la calle, es el temor a que todo desemboque en violencia.
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La calle
Rebozan las banderas venezolanas sobre la Avenida Bolívar de Caracas. También los carteles con la imagen del presidente Nicolás Maduro. Muy poco se ve la cara de Edmundo González Urrutia, en parte porque creen que la campaña se juega fuerte en las redes sociales pero también porque reconocen desde el propio equipo que es por falta de recursos. De todas maneras, difícilmente algún venezolano esté fuera de tema con respecto a la elección de este domingo o no conozca las caras de los candidatos.
“Que gane quien gane pero que haya paz”, afirmó Olivo, un hombre de 63 años que pasea por la Plaza Candelaria, ubicada en la Parroquia (como se llama lo que sería un barrio de capital) La Candelaria en lo que es el centro de Caracas, al que marcan como lugar más neutral con respecto a las posiciones ideológicas. Distinto son los extremos de la ciudad: la parte este de la capital, más rica y asociada más a la oposición, y la del Oeste, más popular y vinculada más al oficialismo.
El deseo de Olivo -quien adelantó que va a votar por la continuidad de Maduro- de que haya paz tras las votaciones es lo que van a repitieron todos los venezolanos con los que se cruzó y charló El Destape durante la jornada del viernes, indistintamente de su voto. “Que no haya sangre”, “que reine la paz”, “que no haya guerra” son tan solo algunos de los comentarios que llaman la atención sobre la incertidumbre que se genera la noche electoral del domingo cuando se cierren las urnas. Un temor que tienen de ambos lados de la grieta venezolana.
Si bien en la elección de este domingo compiten al menos 10 candidatos, el foco está puesto en el mandatario actual y el dirigente opositor, Edmundo González Urrutia. Desde el oficialismo no tienen dudas de que ganarán y se apoyan en algunas mejoras económicas que tuvo Venezuela. Destacan las proyecciones del Fondo Monetario Internacional de un crecimiento en torno al 4% para este año y los números a la baja en la inflación, como no se veía en casi dos décadas. Por el contrario, la oposición que va unificada por primera vez en años, considera que están a las puertas de la victoria.
“Tampoco es que realmente estamos mal, pero queremos estar mejor”, sostuvo Gabriela y contó que va a votar por Edmundo y que está confiada en que va a ganar la oposición. Carmen de 51 años, es otra votante del candidato opositor y afirmó: “Estoy confiada en que vamos a ganar, no va a ser fácil la pelea, pero vamos a ganar la guerra contra los corruptos y ladrones. Hay una emergencia social increíble, hay que cambiar el sistema de salud, como pintan por aquí y pintan por allá creen que eso es todo”.
“Nosotros pensamos que el domingo no debería pasar nada (de violencia) porque estamos con alegría, tratando de continuar con la revolución; sin embargo hay algunas personas de la oposición que están tratando de llevar esa violencia a la calle”, alertó Mauricio, de la Parroquia 23 de enero. Si bien la mayoría de los consultados en el barrio popular -conocido por su organización local y por ser un bastión chavista- adelantan su voto por Maduro, también hay voces disidentes como la de Wilson, un vendedor callejero, que afirmó que la revolución se tiene que terminar. Lo dijo mientras sus vecinos gritaban cerca de allí: “Maduro pa’lante”.
La denuncia de Mauricio no es un caso aislado. El temor a un posible conflicto callejero el domingo por la noche está primero en la lista de acusaciones de ambas partes. Sin ir más lejos, esta semana hubo momentos de tensión entre Maduro y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cuando este último sostuvo que se asustó al escuchar al presidente venezolano hablar de "un baño de sangre". Lejos de moderar su discurso, Maduro le propuso que se tome una manzanilla si estaba asustado y luego le explicó que se refería a un posible gobierno de la oposición. Los coletazos de esta discusión también llevaron a un ida y vuelta con Alberto Fernández, quien habló en la misma línea que el líder del PT y luego el presidente chileno Gabriel Boric. El jueves pasado, el argentino contó que le pidieron que no asista como veedor en la votación por considerar que sus dichos eran injerencistas.
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Otro de los aspectos que podrían destacar en la elección es la baja participación. “Nosotros no vamos a votar. No nos gustan ninguno de los dos, es más de lo mismo”, contaron dos jóvenes menores de 25 años. La poca asistencia electoral también sucedió en votaciones anteriores, pero la diferencia era que muchos sostenían que no votaban porque no había un candidato opositor que los represente, debido a las propias internas de los opositores. Algo que no pareciera ser la situación ahora con varios espacios políticos que apoyan a Edmundo.
Uno de los interrogantes que surge en estas elecciones es si hay un sector más moderado que no se encuentre representado por los candidatos. Por un lado, se están los sectores que en algún momento apoyaron al chavismo pero luego se desencantaron y, por el otro, aquellos que consideran a María Corina Machado como muy dura. Ella fue la candidata que ganó las primarias, pero cuando fue inhabilitada por las autoridades electorales aceptó ser reemplazada por González Urrutira, una postura más dura. Es válido recordar que ella, la verdadera figura fuerte de la oposición, es muy cuestionada por el oficialismo por las posturas que mantuvo en el pasado, principalmente cuando pidió públicamente por una intervención estadounidense, un discurso que comenzó a moderar en los últimos años.
Observaciones
Al recorrer las calles de Caracas, la imagen que llegaba a la región hace unos cinco años, la de una crisis de desabastecimiento total, parece lejana. Los locales comerciales están llenos de productos y de gente, hay movimiento, hay consumo en varias partes de la capital. Esto por supuesto no significa que los venezolanos estén bien o que puedan llegar con comodidad a fin de mes. Aún con la recuperación de los últimos años, muchas veces los precios de una comida o un taxi equivalen a un sueldo entero. Eso sí, ya no se ve la imagen de supermercados vacíos, donde no había ni papel higiénico.
El trasfondo de esto es que hoy existe una economía dolarizada de manera no oficial. Todo, absolutamente todo, se puede pagar en dólares. No hay quien no los reciba y muchos de los precios en los menúes y vidrieras están directamente en la moneda estadounidense. La seguridad es otro rasgo que destacan de la actualidad en la capital. “Antes no podías ni sacar el teléfono en la calle”, contaron a este portal cuando recuerdan el momento en que la ciudad llegó a tener las tasas de homicidios y de inseguridad más alta del mundo. En parte se cree que esta situación cambió porque varios criminales fueron asesinados y otros varios salieron del país.
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La tasa de homicidios de la capital aún es alta, en torno a los 50 muertos cada 100 mil habitantes en el 2023, pero es considerablemente más baja de lo que era diez años atrás cuando era de 79 fallecidos por cada cien mil habitantes, según el Observatorio Venezolano de Violencia. “No podías ni frenar en los semáforos”, recordaron. Parar era muy peligroso, relataron, porque te rompían la ventana o el parabrisas del auto. Antes era algo constante, hoy lo consideran más esporádico.
Los migrados
Esta crónica se escribe desde Caracas, pero también podría iniciarse en Buenos Aires o en Santiago de Chile. Jesús maneja un Uber, vive en Argentina hace seis años y se emocionó al escuchar que su pasajera que va a Ezeiza tiene como destino cubrir las elecciones venezolanas. “Creo que esta vez podemos ganar”, afirmó el conductor quien, si bien confiesa que no es admirador de Edmundo González Urrutia, no quiere que Nicolás Maduro vuelva a ganar. Antes de terminar el viaje al aeropuerto, el consejo del chofer es resguardarse si se complican las calles el domingo.
La siguiente historia también podría ser la de Nancy que llegó esta semana a Venezuela. A minutos de aterrizar en Caracas, esta mujer jubilada se emociona por saber que va a pisar territorio venezolano por primera vez en cinco años cuando se fue a Chile junto a su hija. Ahora viene, según contó, a ver a su nieta y a votar. “Con Chávez llegamos a tener varios carros”, recordó el buen pasar económico que alcanzó con el emprendimiento empresarial que tenía con su marido ya fallecido. Él supo jactarse de su fuerte apoyo al chavismo. Sin embargo, ahora la señora va a votar por la oposición.
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Las historias de Jesús y Nancy pueden ser la de millones de venezolanos que se fueron del país. Se calcula que ya son más de siete millones y desde la oposición afirman que si bien pueden participar de los comicios, las autoridades pusieron muchas trabas para que finalmente sean tan solo unos miles los que logren ejercen el voto desde el exterior este domingo. El oficialismo, en cambio, destaca el programa “Misión vuelta a la Patria”, a través del cual dicen que al menos un millón de venezolanos fueron repatriados.
Mientras los dirigentes de cada lado de la grieta se tiran con dardos, en la calle, el caraqueño de a pie, más allá de su postura ideológica, parece alejado de esa narrativa bélica que replican también los medios de comunicación. Las últimas noticias se centran en las denuncias de la oposición por la deportación de delegaciones extranjeras de España y Chile, lo que alimenta aún más los temores de lo que pueda suceder a partir del cierre de urnas el domingo.
Se da por descontado que hay gran parte de la sociedad que se entusiasma con una posible victoria de la oposición, pero también hay una base chavista que continúa apoyando al Gobierno, lo que demuestra que nada es tan lineal ni evidente en la Venezuela actual. Cada día que el país se acerca a la elección se vive con intensidad, temor y, ante todo, incertidumbre.