Los militantes del Frente Amplio uruguayo tenían fe. Un clima de optimismo triunfalista vibraba entre las filas frenteamplistas que, durante la campaña para las elecciones presidenciales, habían trabajado mucho y bien. La mayoría estaba convencida de que la alianza ganaba en la primera vuelta del 27 de octubre o quedaba muy muy cerca del 50% más uno necesario para no ir al balotaje.
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Sin embargo, el resultado trajo sorpresas: Yamandú Orsi del Frente Amplio (centroizquierda) obtuvo el 44%; Alvaro Delgado del Partido Nacional (derecha), 27% y Andrés Ojeda del Partido Colorado (derecha), el 16%. Orsi, profesor de historia y político con gran experiencia en la gestión (durante casi cuatro períodos fue el exitoso intendente de Canelones, segundo distrito más importante de Uruguay) competirá con Alvaro Delgado, veterinario y ex secretario de Presidencia del gobierno saliente de Luis Lacalle Pou, en el balotaje del próximo 24 de noviembre.
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Los otros partidos obtuvieron cifras paupérrimas: “Identidad Soberana” de Gustavo Salle (un candidato conspiracionista, “antisistema”, antivacuna y antipolítica) sacó 2,7% de los votos; Cabildo Abierto” del ex militar ultraderechista Guido Manini Ríos, 2,5% y el Partido Independiente de Pablo Mieres, 1,7%. Estas tres formaciones podrían conformar eventualmente junto a los partidos Nacional y Colorado algún tipo de coalición de derecha y antifrentista ya que en Uruguay, como sucede en Argentina con el anitperonismo, hay un sector de la ciudadanía que jamás votaría al FA.
Entre los sectores conservadores crece la idea de que los “históricos” Nacional y Colorado, nacidos ambos en el siglo XIX (1836) no sólo deben, obviamente, unirse a favor de Delgado en el balotaje, sino que, además, tendrían que formar una coalición (al estilo FA) que incluyera a Cabildo Abierto y a los independientes. Desde esa perspectiva, especulan que haberse presentado a la primera vuelta separados fue un error garrafal y que, quizás, juntos –aunque tengan disidencias ideológicas significativas- habrían obtenido mayoría en una o ambas cámaras.
Para la segunda vuelta del 24 de noviembre no hace falta, según la Constitución uruguaya, sacar el 50% más uno: ganará simplemente el que obtenga más votos. La carrera al balotaje será cabeza a cabeza. El próximo debate entre los dos candidatos puede ser definitorio.
En esta elección se votó también por la renovación total de ambas cámaras legislativas. El FA logró la mayoría en la alta al obtener 16 de 30 senadores (contra 14 de la derecha: 9 bancas del Partido Nacional y 5 del Colorado) y la mayor bancada –muy cerca de la mayoría- en la cámara baja al obtener 48 de los 99 diputados.
La composición de Diputados presagia discusiones políticas profundas en el recinto y, de cierta manera, muestra que las bancadas minoritarias serían las mejor posicionadas a la hora de negociar. La derecha no obtuvo mayoría (46 en total: 29 del Nacional, 17 del Colorado frente a 48 del Frente Amplio) y los más chicos totalizaron 2 diputados de Identidad Soberana, 2 de Cabildo Abierto y 1 del Independiente. Sea Orsi o Delgado el próximo presidente de Uruguay, gobernar no será fácil con una legislatura casi empatada.
Dos proyectos de país
Un rasgo característico de esta segunda década del siglo XXI es la cada vez más tensa polarización política en gran parte de los países con sistemas democráticos. Uruguay no es la excepción. Para el senador del Frente Amplio, Oscar Andrade, el 24 de noviembre lo que se dirime es la “confrontación de dos proyectos de país”.
Durante el gobierno de Lacalle Pou (quien asumió el 1º de marzo de 2020) “se profundizó la desigualdad, la entrega de la soberanía y el deterioro democrático”, aseguró Andrade y dio algunos ejemplos: “en estos años el consumo se concentró en el sector del 5% más rico y se deterioró en el 20% más pobre”. “Además –agregó- durante cuatro años estuvieron congelados los salarios y las jubilaciones y hubo recortes en los derechos de los trabajadores.”
En relación a la entrega de la soberanía, el senador se refirió a los proyectos portuarios en marcha sobre el Río Uruguay y al sector de las telecomunicaciones. En septiembre, Google comenzó la construcción de su segundo “data center” en América Latina (el otro está en Chile). Se trata de un proyecto muy cuestionado sobre todo porque para el enfriamiento de las máquinas que se implantarán requiere un volumen de agua alarmante. Se calcula unos 7.6 millones de litros de agua potable al día. Cabe recordar que en 2023 se declaró en Uruguay, especialmente en Montevideo, una “crisis hídrica”.
El senador del FA mencionó también el Proyecto Neptuno (todavía judicializado), vinculado al agua y a su distribución. El presidente Lacalle Pou dio luz verde a una iniciativa privada para construir una planta potabilizadora en el departamento de San José (entre Montevideo y Colonia), para tratar la salinidad del agua del Río de la Plata. La Constitución de Uruguay determina que la gestión del agua potable y el saneamiento tiene que estar “directa y exclusivamente” en manos del Estado.
Uruguay vuelve a jugar su futuro en 20 días. El Frente Amplio confía en sus fuerzas. pero existe la posibilidad de una derrota si se une la oposición detrás de la figura de Alvaro Delgado. En cualquier caso, si FA ganara y retomara el poder enfrentaría un enorme desafío en un contexto regional y global extremadamente complejo.