El abogado antivacunas Robert F. Kennedy Jr. se bajó de la candidatura presidencial independiente que con la que había logrado sumar cerca del 10% de los votos, según la mayoría de las encuestas, para formalizar su apoyo al candidato republicano, Donald Trump, y selló así su performance como el díscolo de la familia emblema de la política estadounidense. Con la irrupción de Kamala Harris en la campaña, las acciones de Kennedy se desplomaron y en su guerra declarada a la conducción del Partido Demócrata busca hacer valer su 4% de intención de voto en los estados clave que definen la elección y forzar el regreso al poder de Trump.
De azul a colorado
Kennedy había empezado su campaña en abril del año pasado dentro del Partido Demócrata pero, a los pocos meses, y con duras críticas al partido por supuestas dificultades para que prosperase su candidatura, relanzó su carrera como independiente. Su desempeño iba en alza, y hasta generaba cálculos en los equipos de campaña demócratas y republicanos por ese 10% que prometía inclinar la balanza, pero se desplomó cuando Joe Biden se retiró de la compulsa y entró en su lugar la vicepresidenta Harris. La forma en que Harris y el candidato a vice Tim Walz revitalizaron los ánimos demócratas dejó a Kennedy sin poder de presión.
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En simultáneo, el hijo del ex fiscal general Robert F. Kennedy -asesinado en 1968 en un acto de campaña- y sobrino del ex presidente John F. Kennedy -víctima de un atentado en Texas pocos años antes-, veía cómo se drenaban los fondos de su campaña. Según publicó Axios, en junio Kennedy gastó más de 6,2 millones de dólares y recaudó sólo 5,4 millones. A finales de julio, solo le quedaban 3,9 millones en el banco.
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Kennedy no abandonó el discurso demócrata, por el contrario, se cree el mejor exégeta de sus valores. En su alocución el viernes en Arizona, al anunciar el fin de su aventura presidencialista, recordó que la primera vez que estuvo en una Convención Demócrata fue a sus seis años, en 1960, cuando su tío fue nominado. Alabó al “viejo Partido Demócrata” al que calificó de “transparente” y favorable al cuidado de la naturaleza y, sobre todo, “el partido de la clase trabajadora”. Ahora, dijo, los demócratas se volvieron “el partido de la corrupción y las farmacéuticas”.
En sus intervenciones antes de bajarse, trataba de salir de la grieta bipartidista y apostaba por un discurso conciliador. “Busquemos lo que nos une, no lo que nos separa”, repetía y evitaba opinar de los dardos cruzados entre Trump y Biden.
La crítica más nítida al Partido Demócrata apuntaba a su “indiferencia” para con la “inequidad social y económica” y se proponía a sí mismo como un heredero de la comunión entre su padre y Martin Luther King en lo que fue “La campaña de los pobres”. “Levantaré la antorcha que fue abandonada en los ‘60 y armaremos el país empezando por las personas que más lo necesitan”, prometía.
Pero el punto más controvertido, planteado así por el propio ahora ex candidato, es su posición antivacunas. A tal punto que un día antes de anunciar su apoyo a Trump salió a aclarar esa cuestión y argumentó que su crítica apunta a que “ninguna vacuna es segura y efectiva para todos”.
Ese es el núcleo duro de los apoyos de Kennedy, según analizó Jeff Hutt, ex director de campaña en diálogo con Axios: “Son los ‘guerreros del covid-19’, personas que se opusieron a las vacunas y los cierres obligatorios del gobierno como resultado de la pandemia. Muchos de esos partidarios son nuevos en la política, pero también creen que no hay lugar para ellos en el Partido Demócrata”.
En diálogo con El Destape, el profesor de la Universidad de California Octavio Pescador desestimó la fuerza electoral que pudieran tener los grupos antivacunas. “El apoyo que le puede dar a Trump es muy marginal si se tiene en cuenta que la elección se va a definir por lo que pase en un puñado de estados clave (swing states) como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania”, opinó Pescador. El profesor caracterizó en dos grupos a quienes comulgan con el discurso anti vacunas: aquellos que lo hacen por cuestiones religiosas y cierta élite económica, una “nueva generación asociada a Hollywood y la industria de alta tecnología”.
“Kennedy no va a traccionar muchos votos en los swing states, porque ahí no tiene simpatías. Sus votantes están en California o Nueva York”, analizó Pescador.
Al momento de abandonar la carrera presidencial, Kennedy tenía una intención de voto del 4,7 %, de acuerdo a la media de encuestas elaborada por Five Thirty Eight. Pero, según aportó el profesor de California, si se tienen en cuenta a los “votantes de alta propensión”, aquellos que responden las encuestas y que votan regularmente, solo el 1% o 2% se inclina por Kennedy. “Es más bien un producto mediático que una amenaza electoral”, analizó. Ese mismo promedio de encuestas daba a Harris un apoyo del 47% y a Trump del 43%.
Otro punto que no le suma a Trump, según apuntó Pescador, es que el mote de “raros” que Walz instaló en la campaña para denominar a Trump y su candidato a vice J.D Vance se profundiza aún más con Kennedy.
De MAGA a MAHA
El giro republicano de Kennedy ya era un rumor fuerte, promovido por el propio candidato. En 2017, durante la presidencia de Trump, ambos se vieron en la Trump Tower y luego Kennedy contó a la revista Science que el gobierno lo había considerado para supervisar una comisión de revisión de seguridad de las vacunas. Este año, después del intento de asesinato a Trump, ambos volvieron a conversar y el diálogo se hizo público luego de que Kennedy lo compartiera en la red social X sin la venia del republicano, por lo que después salió a pedir disculpas.
El viernes pasado, ya sin rodeos, Kennedy se sumó al acto de Trump en Arizona y marcó su agenda al cambiar M.A.G.A (Make America Graat Again) por M.A.H.A (Make America Healthy Again): “¿Acaso no quieren un presidente que haga a América saludable otra vez?”, convocó. Prometió un “ambiente sano” y comidas sin químicos que provoquen enfermedades crónicas y cáncer.
En caso de una vuelta del republicano a la Casa Blanca, Kennedy estará a cargo de un equipo de trabajo que investigue enfermedades infantiles y crónicas, como la diabetes, y liderará una comisión presidencial independiente sobre intentos de magnicidios que publicará los documentos clasificados restantes relacionados con el asesinato del presidente Kennedy. Sus cinco hermanos, en un comunicado conjunto, lo consideraron como una “traición a la familia”.