Hace décadas, a Donald John Trump le preguntaron a quién le gustaría que lo interpretara en una película sobre su vida y se eligió a sí mismo. Tiene lógica, más allá de su narcisismo. Sería muy difícil representar a la perfección a alguien que rompió todos los manuales después de más de 40 años de máxima exposición pública: ganó su primer cargo político cuando fue electo presidente de Estados Unidos en 2016, luego de un sinfín de escándalos financieros, un polémico reality show y múltiples denuncias de abuso y acoso sexual. Ahora vuelve a aspirar a lo que muchos hubieran creído imposible hace solamente unos años: volver a la Presidencia después de haber arengado en vivo y en directo a una rebelión violenta contra el Congreso de la Nación que terminó con muertos.
Sus políticas públicas son conocidas: llegó a la Casa Blanca prometiendo hacer un muro en la frontera con México que ya estaba construido por un presidente demócrata; una vez al mando, se encargó de reducir de sobremanera el asilo a inmigrantes sin documentación y ahora promete que si gana de nuevo buscará "deportaciones en masa". Además, fue él quien retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París e hizo que su país fuera el primero en abandonar un acuerdo sobre el cambio climático y declaró la guerra comercial con China. En línea con esta tendencia a no pasar desapercibido, protagonizó una de las cumbres más esperadas en décadas, cuando se reunió en junio de 2018 en Singapur con Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, en lo que fue el primer encuentro entre jefes de ambos Estados desde la Guerra de Corea.
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Menos personas, en cambio, se acuerdan de su vida en el mundo privado. Su padre, Fred Trump, fue un empresario inmobiliario con múltiples negocios en la Ciudad de Nueva York. La mayor parte de sus construcciones fueron en el barrio de Brooklyn, para familias de clase trabajadora. Edificios estándares, sin glamour, pero muy rentables. Eso cambió a principios de la década del '70 cuando Donald -por entonces un joven de 1,90 metros muy celoso de su imagen- se hizo cargo del negocio familiar y decidió irrumpir en la Ciudad de Manhattan en busca de clientes más ricos, que le garanticen no sólo ingresos, sino principalmente fama y reconocimiento público.
Desde que hizo sus primeros negocios en el principal barrio de Nueva York, Trump fue sinónimo de escándalo. Su aparición en la esfera pública se dio en 1975, cuando hizo una oferta para comprar y remodelar el emblemático Hotel Commodore, que corría riesgo de cerrar. No lo hizo de un día para el otro: debió pedir un préstamo especial porque el banco solamente estaba dispuesto a prestarle 30 millones de dólares de los 70 millones que necesitaba y, más importante, pidió una exención impositiva por 40 años para el hotel. El 20 de mayo de 1976, funcionarios municipales votaron a favor del proyecto inmobiliario de Trump, la reducción de impuestos y, así, el empresario terminó ahorrando 160 millones de dólares. En septiembre de 1980, el hotel reabrió como Grand Hyatt New York.
Mucho tuvo que ver en la aprobación de su primer proyecto en Manhattan su abogado, Roy Cohn, a quien Trump conoció con 28 años y quedó cautivado por sus metodologías "poco convencionales". En la serie documental "Trump, un sueño americano", producida por Netflix y estrenada en 2017, David Lloyd Marcus, primo de Cohn, reveló que el abogado "tenía muchas influencias" y profundizó: "Guardaba secretos sobre gente y los intercambiaba por otros".
"En muchos casos la riqueza crea problemas que generalmente no tendrías", dijo el empresario inmobiliario en la primera entrevista que dio para una cadena televisiva, cuando en 1980 la presentadora Rona Barrett lo eligió para que hablara en el programa que mostraba la vida de millonarios. En la misma nota, Trump adelantó: "El mundo está hecho de gente con instintos asesinos o sin instintos asesinos. Y la gente que emerge es aquella que es competitiva y con cierto instinto para ganar". Ese instinto fue el que seguramente despertó 31 años en el entonces presidente Barack Obama, cuando en la cena de corresponsales de la Casa Blanca humilló públicamente a Trump por los rumores que había instalado sobre su lugar de nacimiento. Trump impulsó esta fake news tanto que el Gobierno tuvo que hacer público el certificado de nacimiento de Obama. "Ahora puede centrarse en los asuntos que realmente importan, como ¿fue falsa la llegada del hombre a la luna? ¿Qué ocurrió realmente en Roswell? Y, ¿dónde están Biggie y Tupac?", lanzó el representante demócrata ante las falsas risas de Trump, en alusión a la recurrente difusión del republicano de noticias falsas y teorías conspiranoicas.
En los '80, Trump se expandió, siempre buscando mayor visibilidad. Construyó la ya mítica y ultradorada Trump Tower, para la que también pidió una reducción de impuestos. Ante la negativa del alcalde Ed Koch, el caso terminó en el tribunal estatal de apelaciones, donde Roy Cohn le consiguió la aprobación por siete votos contra cero y una reducción impositiva de 74 millones de dólares. En 1985, la enemistad con el alcalde era total. Ante la imposibilidad de la Municipalidad de arreglar la pista de patinaje sobre hielo Wollman Rink en el Central Park, Trump lo hizo sin que le generara una ganancia extraordinaria, no sin antes decirle en una carta a Koch: "Yo y otros neoyorquinos estamos cansados de ver la catástrofe de la pista Wollman. La incompetencia demostrada en este simple proyecto de construcción debe ser considerada una de las peores vergüenzas de su administración. [...] Construir la pista Wollman, que es verter concreto, no debería tomar más de cuatro meses. Atentamente, Donald J. Trump". En cuatro meses, la construyó.
Atlantic City: la cresta de la ola y la caída
Así como Manhattan fue la tarjeta de entrada de Trump en el mundo de los ricos y famosos, sus proyectos en Atlantic City, ciudad del estado de Nueva Jersey, dispararon su imagen mediática. Esta ciudad dedicada al juego vio su auge y casi lo hace caer en bancarrota. En esos años de la década de 1980, compró una aerolínea, un yate, un equipo de fútbol americano, su mansión de Mar-a-Lago en Florida y un jet privado. Primero abrió el Trump Plaza y un año después inauguró el Trump's Castle, que fue dirigido por su primera esposa, Ivana Trump. Desde Atlantic City intentó competir con la hegemonía de Las Vegas en la organización de peleas de boxeo y marcó una fecha el calendario que quedó en la historia: la pelea entre Mike Tyson y Michael Spinks. Congregó a decenas de personalidades del deporte y de la televisión y Tyson ganó por knockout en el primer asalto.
En ese momento, como ahora, organizar eventos de boxeo era una muestra de poder.
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En abril de 1988, Trump compró un tercer casino en la ciudad, el Taj Mahal. "Será el edificio privado más grande y el segundo más grande después del Pentágono”, dijo en la conferencia de prensa en la que anunció la compra. Pero no contaba con que su período de bonanza crediticia estaba llegando a su fin con la salida del poder del republicano y ultraconservador Ronald Reagan: los bancos no le prestaron más dinero y tuvo que entrar al mercado de bonos a pedir 675 millones de dólares con una tasa de interés del 14% anual. En el medio, hubo un colapso en Wall Street y los contratistas del Taj Mahal comenzaron a denunciar la falta de pago de Trump, cuya imagen en los medios iba mutando hacia la de un multimillonario que se enriquecía con dinero ajeno y con préstamos que luego no pagaba.
En medio su escándalo financiero, inauguró el nuevo casino de 11.000 metros cuadrados. Los bancos seguían llamando. Pero con algo de viento a favor y con un poco de ayuda por izquierda de su padre, Donald Trump comenzó a enderezar el barco, no sin antes tomar una decisión inédita para él hasta el momento: empezar a vender acciones de sus empresas. A pesar de que pudo solucionar su asfixia económica, no fue fácil para él recomponer su imagen mediática: amagó en más de una ocasión con candidatearse a la Presidencia, aunque hasta el 2016 siempre optó por bajarse, pero lo que más popularidad le dio fue la conducción de The Apprentice, reality que comenzó en 2004 en el que un grupo de empresarios competían por el premio de dirigir una empresa de Trump.
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Su vínculo con las mujeres
"Nunca lo vi con la misma mujer dos veces hasta que vi a Ivana", explicó en la serie de Netflix la figura pública y amiga de Trump desde mediados de la década del '70. Además de ser su esposa, Ivana Trump fue una especie de socia del empresario: supervisó a fondo la construcción del Hotel Commodore y dirigió por años el casino Trump's Castle. En 1988, ya con tres hijos -Donald Jr, Ivanka y Eric- Trump compró el Plaza Hotel por 408 millones de dólares y puso a su entonces pareja a administrarlo. No fue simplemente una decisión de negocios, ya que así hizo que su esposa se fuera de Atlantic City, donde ya era muy fuerte el rumor de que vivía su amante y posterior esposa, una joven Marla Maples. La periodista Liz Smith, muy cercana tanto a Donald como Ivana Trump, reveló públicamente que el hombre le contó que no quería "dormir con una mujer que tuvo hijos", en referencia a sus propios hijos.
Si bien se casó tres veces, no puede hablarse de Trump como un hombre que disfrute del compromiso de una sola cónyuge, apreciación que va más allá del caso de Stormy Daniel, la ex actriz de películas pornográficas que aseguró que mantuvo encuentros sexuales con él y por el que se lo investiga con motivos de pagos irregulares durante la campaña presidencial de 2016. Su lejanía con la monogamia se remonta a su primer matrimonio, cuando se confirmó su romance con Maples. De hecho, fue Maples la que le contó a Ivana Trump durante un viaje a Aspen, Colorado, que era amante de su marido. Ese fue el puntapié inicial para lo que sucediera lo que los medios de comunicación llamaron "el divorcio de la década".
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Después de su arranque turbulento, Trump y Maples comenzaron a salir y fue en 1993 que tuvieron a su hija Tiffany, unos meses antes de que el empresario le pidiera matrimonio, que duraría hasta 1999. Sin embargo, no tienen una mala relación o algo por el estilo: cuando el ahora candidato del Partido Republicano sufrió un intento de atentado durante un acto en Pensilvania, la modelo escribió en su cuenta de Instagram: "Le damos las gracias (a Dios) por la protección alrededor del padre de mi hija". En 2005, se casó con Melania, madre de su quinto hijo, Barron.
Esa fue su vida pública. Sin embargo, al entrar en política, se hizo conocido un lado más oscuro. Desde los años 70, decenas de mujeres lo acusaron de manosearlas, acosarlas y hasta abusarlas. Pero la acusación más gráfica y contundente llegó durante su primera campaña presidencial, cuando la escritora E. Jean Carroll lo denunció por violarla cuando se probaba ropa en un local en Nueva York a mediados de los 90. Pese a la gravedad de esto, le ganó la elección a la primera candidata presidencial mujer del Partido Demócrata, la ex senadora, ex secretaria de Estado y ex primera dama, Hillary Clinton.
Las figuras populares, a contramarea
Se pueden contar con los dedos las figuras populares estadounidenses que en las campañas presidenciales apoyaron públicamente al postulante de los republicanos. En el pasado, recibió comentarios positivos del boxeador Mike Tyson, del ex basquetbolista Dennis Rodman o el rapero Kanye West. No obstante, fueron muchos más los que se opusieron al político. Por ejemplo, cuando los Golden State Warriors ganaron el campeonato de la NBA en 2017, tomaron la decisión de no asistir a la Casa Blanca para evitar ser recibidos por el Presidente, una costumbre que parecía irrompible. Aunque Trump tomó la infantil decisión de "desinvitarlos" antes de que lo anunciaran, la realidad es que fueron los campeones los que no quisieron ir, hecho que se repitió en los principales deportes del país durante los cuatro años de gobierno de Trump. "La idea de mantener un discurso con un tipo que se dedica a tuitear y a degradar a la gente diciendo las cosas que dice es bastante complicada. ¿Se les ocurre alguna forma de que tuviéramos una conversación civilizada con él", dijo a la prensa en aquel momento el entrenador de Golden State, Steve Kerr, un hombre cercano al Partido Demócrata que, incluso, dio un discurso en la última convención.
Su más reciente rival fue Taylor Swift, la cantante de pop más popular del mundo en este momento, quien anunció que votará por Kamala Harris el 5 de noviembre. "¡Odio a Taylor Swift!", resaltó con mayúsculas y exclamaciones el magnate a través de su red Truth Social.