EEUU: Ron DeSantis, el republicano ungido por las urnas para hacerle frente a Trump en 2024

Fue reelegido como gobernador de Florida por casi 20 puntos porcentuales. Asumió el discurso xenófobo y agresivo de Trump, pero no divide al Partido Republicano como él. Tanto el aparato de su partido como los grandes medios lo prefieren como el próximo candidato presidencial republicano.

09 de noviembre, 2022 | 20.51

"Florida se mantuvo como una citadela de libertad cuando el mundo se volvió loco", sentenció esta semana Ron DeSantis cuando celebró su aplastante reelección como gobernador del único estado de Estados Unidos donde la política latinoamericana es tema obligatorio de la agenda de la clase dirigente. Reivindicaba su negativa a cumplir con los mandatos federales de cierres y cuarentenas durante la pandemia de Covid-19. "Resistimos y ahora ofrecemos un rayo de esperanza de que puede existir un mejor futuro", agregó y ya no le hablaba solo a los ciudadanos de su estado, sino a todos los estadounidenses que en solo dos años deberán elegir presidente. Aún es muy temprano para declarar sus aspiraciones presidenciales, pero con los resultados de las elecciones de medio mandato quedó claro que tanto el aparato del Partido Republicano como los grandes medios ya lanzaron la campaña para convertirlo en el hombre que enfrente a Donald Trump y evite su vuelta al poder. 

DeSantis tiene 44 años, es abogado y tiene un pasado en las Fuerzas Armadas, que incluye un paso sin muchos detalles conocidos por la cárcel militar de Guantánamo -tristemente famosa por la falta de garantías constitucionales y por el uso de tortura contra detenidos que hace más de una década esperan un debido proceso que nunca llega- y en la guerra en Irak. Cumple todos los requisitos tradicionales de un buen republicano y consiguió un equilibrio que ningún dirigente de proyección nacional había logrado hasta ahora: combinó el discurso virulento y xenófobo y la ofensiva constante que caracterizan a Trump con un liderazgo que juega dentro de las líneas del aparato del Partido Republicano

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Tras su paso por las filas militares fue parte de la Fiscalía de Florida y, con solo 34 años, fue electo congresista federal. En 2018, con el apoyo expreso del entonces presidente Trump, se lanzó como candidato a gobernador. Ganó la primaria en gran parte por ese apoyo y luego se impuso en la general por solo 32.000 votos, una ventaja especialmente acotada en un estado que no ve un gobernador demócrata desde 1998. Este martes, apenas cuatro años después, arrasó en las urnas por casi 20 puntos porcentuales, es decir, un poco más de 1,5 millones de votos.

Y como él mismo destacó "cambió el mapa político" del estado. Ganó todos los condados de Florida, excepto cinco, y se impuso en bastiones históricos demócratas como Miami-Dade (donde está la ciudad de Miami) y Palm Beach. Este mensaje no pasó desapercibido para los estrategas republicanos que ya piensan en cómo volver a la Casa Blanca en dos años. 

El republicano elegido para hacerle frente a Trump

Fue el propio Trump el que hizo de esta elección de medio mandato una suerte de referéndum o, al menos, una plataforma para su vuelta política. Eligió candidatos personalmente -muchos de los cuales perdieron-, recorrió el país participando de actos y, apenas unos días antes de los comicios del martes, le avisó al país que el próximo martes 15 hará "un gran anuncio". Todos los medios interpretaron esto como el momento en que anunciará su decisión de competir en las elecciones presidenciales de 2024. 

La misma noche de las elecciones, cuando la victoria de DeSantis era evidente y el optimismo exagerado de los republicanos empezaba a apagarse porque la supuesta ola roja no llegaba, el canal aliado Fox News lo entrevistó y Trump no dudó en apuntar contra quién ya ve como su futuro rival en las primarias. "Si se presenta (como candidato), les diré cosas sobre él que no son muy halagadoras. Sé más de él que cualquiera, excepto quizás su esposa, quien es la que realmente dirige su campaña", aseguró en referencia a Casey DeSantis, la ex presentadora de televisión y madre de sus tres hijos. 

Ya en un acto de campaña se había referido a él con ironía y, fiel a su estilo, con una especie de amenaza de lo que se podría venir por delante. Le puso el apodo de "DeSanctimonius". "Sanctimonius" significa mojigato en inglés y en las primarias presidenciales republicanas de 2016 ese había sido el apodo que Trump eligió para Ted Cruz, el senador texano que competía por los votos de la derecha más dura. Aún hoy todos los republicanos y los analistas en general recuerdan en Estados Unidos a esa interna como un ejemplo de cómo el multimillonario inmobiliario fue desarmando a cada uno de sus rivales a fuerza de humillaciones, agresiones y, básicamente, constante bullying

Pocos dudan que Trump intentará lo mismo en 2024, si vuelve a competir por la Presidencia. Sin embargo, DeSantis demostró tener una espalda ancha a la hora de enfrentar ataques, asumió una parte importante del discurso y los modos del ex presidente y, todo indica, tendrá el apoyo unificado no solo del aparato partidario, sino también de los poderes detrás del movimiento conservador, que agradecen mucho de los hecho por Trump -la mayor baja de impuestos para empresas en décadas, una Corte Suprema con amplia mayoría conservadora y un debate público corrido aún más a la derecha- pero no quieren repetir un 6 de enero de 2021, cuando miles de personas irrumpieron y tomaron control por unas horas del Congreso, generando pánico no solo entre los legisladores demócratas, sino también los republicanos. 

"Hay una narrativa potencial que puede salir de esta noche si sos un votante republicano y estás tratando de entender el futuro, la dirección del partido: una vez más nos damos cuenta que Trump no es un ganador nacional para los republicanos", sentenció el analista conservador Scott Jennings en CNN el martes cuando ya estaba claro que la oposición no arrasaría el Congreso o las elecciones a gobernadores. "Pero DeSantis podría ser la próxima evolución, alguien que puede unir a los que les gusta Trump y recuperar a algunas de las personas que perdimos en el camino durante el Gobierno de Trump," agregó.

Qué piensa y qué hizo 

Cuanto más se profundice la pulseada con Trump más se intentará a DeSantis como la opción más moderada del Partido Republicano. Como muchos de los dirigentes en cargos electos, el gobernador de Florida no se sumó a las denuncias de fraude electoral que aún hoy impulsa el ex presidente para no reconocer su derrota frente a Joe Biden en 2020. En la actual interna de la oposición, solo ese tema es suficiente para poner de un lado a los supuestos moderados y del otro al trumpismo, el movimiento que hoy nuclea a la extrema derecha nacionalista, supremacista y misógina que existe hace siglos en Estados Unidos. 

Pero DeSantis es cualquier cosa menos moderado.

No solo fue uno de los dirigentes republicanos que encabezaron el movimiento opositor que se negó a cerrar actividades comerciales e imponer cuarentenas para frenar los contagios durante la pandemia -en su discurso de victoria esta semana volvió a atacar al "autoritarismo médico"-, sino que además fue uno de los primeros gobernadores que impulsaron leyes restrictivas para limitar el aborto legal después de que la Corte Suprema anuló el derecho que estaba vigente en todo el país desde la década del 70 por un fallo de esa misma corte. Actualmente, en Florida, está prohibido la interrupción voluntaria del embarazo a partir de las 15 semanas de gestación, sin excepciones. 

El gobernador también hizo de la currícula educativa un tema central de su gestión. "Educación en vez de adoctrinamiento", sostuvo en su discurso de victoria esta semana. Una de las iniciativas principales fue la ley que fue popularmente bautizada como "No decir gay" y que prohibió cualquier educación sobre salud sexual, identidad sexual o género en el jardín de infantes o hasta el tercer grado o "de una manera que no sea apropiada para la edad o el desarrollo de los alumnos, según los estándares del estado". También prohibió cualquier mención a la agenda que en Estados Unidos se conoce como WOKE y significa "alerta ante la injusticia en la sociedad, especialmente el racismo". El Estado de Florida no permite que ninguno de sus reclamos, cuestionamientos y propuestas aparezcan en los libros escolares y sean discutidos por docentes o cualquier otro personal en los centros educativos. 

Esta ofensiva fue tan central en su gestión y discurso que DeSantis no dudó en entrar en una guerra declarada con el gigante Disney, un poder económico en el estado con su gigantesco parque en Orlando, que criticó la norma ante la presión de sus propios empleados, aún cuando le costó que el gobernador le quitara un status impositivo privilegiado de 55 años. 

El gobernador en ascenso también ganó fama nacional y mucha simpatía de republicanos de todo el país cuando en septiembre pasado pasó de las críticas a la acción en la cuestión migratoria y comenzó a subir a aviones a inmigrantes que habían sido detenidos tras ingresar sin documentos al país. Los envió a Massachusetts, uno de los estados tradicionalmente de mayoría demócrata en las elecciones presidenciales que posee leyes más flexibles en cuanto a las deportaciones y, por eso, los republicanos más radicales los descalifican como "estados santuarios".

Fue un show y no una política pública pero sirvió para aparecer día y noche en los canales de todo el país, una estrategia que se parece mucho a la de su antiguo aliado, Trump.