Un escenario de incertidumbre se abre en el país con mayor influencia en los acontecimientos mundiales. El magnicidio fallido contra el candidato del Partido Republicano y ex presidente, Donald Trump será, sin dudas, un punto de inflexión en la accidentada carrera electoral hacia la Casa Blanca.
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La bala que disparó el joven blanco Thomas Mathiew Crooks (20) contra Trump, en un acto electoral en Butler, Pensilvania, no lo hirió de muerte. Pero la situación es aún más grave. A este intento de magnicidio contra el republicano -cuya investigación recién comienza- debe sumarse el asedio que sufre su opositor, el demócrata Joseph Biden, quien se aferra con uñas y dientes a su relección, a pesar de las presiones internas del Partido Demócrata y externas del poder real.
Ya nadie quiere a Biden. El debate por televisión fue el límite. El presidente ya venía dando muestras de senilidad explícita, tanto en casa como en reuniones internacionales. Un ejemplo es la última cumbre del G7, en Italia, donde la premier Giorgia Meloni tuvo que rescatarlo de una confusión mental frente a toda la prensa del mundo. Pero el debate del pasado 27 de junio, ante su rival electoral, el ex presidenteTrump, fue un punto de inflexión para el Partido Demócrata.
“En el debate quedó muy en evidencia que el presidente tiene problemas cognitivos. Tal vez sean menos serios de lo que el Partido Republicano dice, pero lo cierto es que la imagen que dio Biden es la de un candidato débil, incapaz”, analizó para El Destape Ernesto Calvo, profesor en la Universidad de Maryland, que enfoca su investigación en representación política y redes sociales.
“En ese momento, el Partido Demócrata entra en pánico porque se da cuenta de que va a perder las elecciones. Empieza, entonces, el pedido de recambio. Los primeros fueron actores mediáticos de peso: el consejo editorial y los cuatro o cinco periodistas más importantes del New York Times”, agregó Calvo.
Salvo el artículo que el Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz, publicó el 4 de julio, en el Project Syndicate, rescatando las medidas positivas del actual gobierno (“El mejor candidato para la economía de Estados Unidos”), el resto de los medios fueron inclementes con el actual mandatario.
The Washington Post acusó al Partido Demócrata de haber pasado gran parte de la campaña electoral “enterrando la cabeza como el avestruz” e ignorando “la actuación dispersa, ocasionalmente incoherente y casi universalmente criticada” de Biden. Acto seguido clamó por un cambio.
De igual manera, como señala Calvo, el consejo editorial del New York Times pidió que el candidato-presidente dé un paso al costado y el conocido opinólogo Thomas Friedman, luego de ensalzarlo convenientemente, pidió su cabeza. “Biden, un buen hombre y un buen presidente, no tiene por qué postularse para la reelección (…) La familia Biden y el equipo político deben reunirse rápidamente y tener las conversaciones más difíciles con el presidente, una conversación de amor, claridad y resolución”.
“Los medios de EE.UU. han cubierto esto de manera muy uniforme. Desde los medios más progresistas o de izquierda a los diarios más conservadores de derecha mostraron a Biden como un candidato débil y como alguien no presidenciable. Ese consenso es, en particular, lo que ha generado el pánico en el Partido Demócrata”, evaluó Calvo.
El clamor anti-Biden llegó a Hollywood –el actor George Clooney pidió que se vaya- y a Europa. El pasado 10 de julio, la publicación británica The Economist tituló: “Joe Biden no logra silenciar los pedidos de que se haga a un lado” y la agencia de noticia Bloomberg, vocera de los intereses de las élites y de las grandes empresas, sentenció, sin pelos en la lengua, el pasado 5 de julio: “Los funcionarios europeos quieren que el presidente Biden retire su candidatura de las elecciones”.
¿Hay alguien en el banco de suplentes?
La decisión para los demócratas es muy riesgosa. “Abandonar al candidato debilitaría al partido, pero, en este momento, el cálculo es entre un postulante que no parece viable y otro nuevo fresco que no tenga los aspectos negativos de Biden”, explicó Calvo.
Una de las variables que miran los demócratas son las encuestas: si las elecciones fueran hoy, Trump vencería. “No es que vaya a ganar por goleada ni en todas las circunstancias, pero el medio más citado para este tipo de mediciones, “Fivethirtyeight”, indica que hay un 60% de probabilidades de que triunfe Trump y un 40%, Biden”, agregó. Para The Economist las chances del republicano son aún mayores: “Trump tiene una probabilidad de 3 sobre 4 de ganar”, publicó el pasado jueves 11 de julio.
La pregunta del millón es si hay una candidata o candidato demócrata que pueda ganarle a Trump. Para Calvo, “abandonar al presidente en ejercicio y moverse hacia otro candidato siempre debilita al partido y hace que el nuevo postulante sea menos competitivo”. No obstante: “Los problemas que tiene Biden son tales que lo más probable es que haya una posibilidad de ganar con un candidato como Gavin Newsom (56), gobernador de California, o Gretchen Whitmer (52), gobernadora de Michigan. Presentar un candidato más joven y que no arrastre lo problemas que tiene Biden, va a obligar además a la campaña demócrata a cambiar de estrategia”.
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Newsom es graduado en Ciencias Políticas de la Universidad de Santa Clara (institución católica –jesuita– privada) e incursionó como empresario hotelero antes de meterse de lleno en la política. Es un hombre muy mediático: en 2012 tuvo su propio programa de TV, The Gavin Newsom Show. En 2022 ganó las elecciones como gobernador; antes se había desempeñado como vicegobernador y, en 2003, como alcalde de San Francisco.
Gretchen Whitmer también ha tenido su presencia en los medios, pero por otras razones. Un grupo paramilitar de extrema derecha de Michigan – los Wolverine Watchmen– tramó un golpe de Estado en su contra y planificó secuestrarla en octubre de 2020. Los extremistas acusaban a la gobernadora de “intrusión en sus vidas privadas” por las medidas que había adoptado para combatir el coronavirus durante la pandemia. Whitmer es abogada, egresada de la Universidad Estatal de Michigan. En 2006, como senadora, fue la primera mujer en ser líder del bloque demócrata en esa cámara y en las elecciones que la llevó a la gobernación (2019) ganó con las cifras más alta de la historia de Michigan.
La difícil decisión demócrata debería concretarse antes del 19 de agosto. Desde ese día y hasta el 22 se desarrolla, en Chicago, la Convención Nacional Demócrata, evento en el que se nombra formalmente a quién será el candidato para las presidenciales del 5 de noviembre.
Estados Unidos no está en su mejor momento. ¿Puede ser este cambio de candidato de último momento un foco de inestabilidad política o un golpe para la autoestima del ciudadano estadounidense? “No me parece”, afirmó Ernesto Calvo. “No es la primera vez que ese país pierde candidatos. Hay que pensar que, en Estados Unidos, casi el 8% de los presidentes ha sido asesinado y un 8% más ha sufrido atentados. Ha habido todo tipo de recambios a lo largo de 200 años. Este es uno más y el motivo por el que el Partido Demócrata está pidiendo que se baje no es por un tema de imagen sino de competitividad”.
Muchos temas de alta complejidad, en todo el planeta, dependen de estas elecciones. La crisis de la representatividad política en Estados Unidos es una espada de Damocles sobre el mundo. Nos esperan aún varios meses de gran incertidumbre ya que, por ahora, todos los escenarios están abiertos.