Apenas un año después de que Daniel Noboa haya sido electo presidente de Ecuador, el país sudamericano vuelve a las urnas el próximo domingo y se repiten, también, los dos principales candidatos. Si bien se presentaron más de diez presidenciables, todas las encuestas prevén un escenario disputado por Noboa y por la correísta Luisa González, quien perdió contra el Presidente en el balotaje de 2023. Tampoco desapareció la crisis de seguridad a la que Noboa intentó superar al declarar el estado de emergencia, elevar la disputa con grupos narcos a la categoría de "conflicto armado interno" y militarizar el país. Tuvo poco más de 12 meses para mostrar un adelanto de lo que hará si gana el domingo 9 de febrero y eso divide el electorado en dos: "Están quienes creen que todavía puede hacer cosas, que su figura no está agotada y lo ven como con voluntad y energía, y están quienes temen que si gana otra vez consolide el giro autoritario", resumió ante El Destape Franklin Ramírez Gallegos, profesor investigador del programa de Sociología Política de Flacso Ecuador.
Desde 2021, Ecuador vota cada dos años. Eso desnuda la inestabilidad política que caracteriza el período post correista, pero también esconde una sensación que sobrevuela a analistas y dirigentes políticos: se llega a cada comicio con una democracia más erosionada, con un temor cada vez más patente de que la democracia -la más básica- está en juego. Pese a este constante deterioro institucional -y también económico y social-, la sociedad ecuatoriana no parece lograr salir de su grieta correismo-anticorreismo. Por lo menos, hasta ahora.
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El promedio de encuestas que salieron en los últimos días pronostica una elección que se definirá en segunda vuelta, lo que significa que ningún candidato superará el 50% de los votos o tendrá el 40% y una ventaja de diez puntos o más. En todos los sondeos, Noboa está a la cabeza pero según las mediciones de González, la diferencia es solo de seis puntos, indicaron fuentes correistas a este portal, mientras que en las encuestas más vinculadas al Gobierno la diferencia es de más de diez.
La economía y la inseguridad, las anclas de Noboa
Los principales temas de debate público de esta campaña corta, porque empezó el 5 de enero, son la crisis económica y de seguridad. La semana pasada salieron los datos anuales del Banco Central y del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC) y resultaron demoledores para el presidente que ganó en 2023 con la promesa de terminar con la "vieja política". No solo creció dos puntos la pobreza respecto a diciembre del 2023 sino también lo hizo en casi tres puntos la pobreza extrema. Un total de 5,2 millones de ecuatorianos viven con ingresos inferiores a USD 91,43 mensuales y cerca de 2,4 millones de personas viven con menos de USD 51,53 al mes, de un total de 18.19 millones de personas, según el último reporte del INEC. Estas cifras se sitúan en niveles similares a los que había durante la pandemia del Covid-19 en 2021, cuando la pobreza superaba el 32%.
Los últimos datos de empleo registrado también son un emergentes de la crisis. El año pasado cayó 2,9 puntos y como contrapartida el empleo informal registró su cifra más alta desde el 2007. Varios analistas encuentran en la crisis energética una de las explicaciones a este fenómeno dado que alteró la vida de los ecuatorianos. En octubre del año pasado, Noboa decretó cortes de luz que llegaron hasta las 14 horas, lo que tuvo un efecto directo en sectores industriales y productivos.
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Pero no todos pierden en el modelo económico de Noboa y eso lo refleja el aumento del coeficiente de Gini, que mide la desigualdad en la distribución del ingreso. En diciembre de 2024, se ubicó en 0,463, ligeramente superior al 0,457 registrado un año antes. Acorralado por un nuevo préstamo que negoció con el FMI, Noboa llevó adelante una serie de reformas impopulares que desafiaron su alianza legislativa. Avanzó en recortes presupuestarios, una reforma fiscal y aumentó el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y a los combustibles, bajo el argumento de destinar más presupuesto a la lucha contra el narco.
En cuestión de seguridad los números no mejoran. Según el relevamiento que hizo el Center for Economic and Policy Research, el 2024 fue el segundo año más mortífero del que haya registro, al tiempo que destacaron un aumento de los secuestros y las extorsiones.
Una deriva autocrática y especulaciones por un voto "tapado"
Hay un caso de inseguridad que se convirtió en el paradigma del manejo del poder que tiene Noboa. En diciembre del año pasado, el ejército de Ecuador hizo desaparecer cuatro niños afroecuatorianos, cuyos cuerpos fueron incinerados y encontrados días más tarde. El caso, conocido como Malvinas, se conviritó en un escándalo nacional que desnudó los abusos a los derechos humanos escondidos detrás de estrategia de lucha contra el narco. "El caso de los cuatro niños de Guayaquil dejó en evidencia la presencia de las Fuerzas Armadas en el juego político para apuntalar a Noboa. El ministro de Defensa amenazó a la jueza que había dictado la sentencia contra los 18 militares involucrados en la desaparición y asesinato de los niños. El año empezó así, con el eje presidencia y fuerzas armadas muy fuerte", analizó Ramírez Gallegos.
A ese caso, que dejó a varios con la impresión de estar viviendo dentro de una maquinaria siniestra, se sumó la maniobra inconsitucional de Noboa para designar una vice afin suya que lo reemplazara mientras él se dedica a hacer camapaña. Desde fines del año pasado el Presidente dedicó sus esfuerzos a correr de la vicepresidencia a Verónica Abad, su compañera con la que llegó al poder. Primero la suspendió por "no cumplir con sus funciones" (a raíz de un viaje que hizo Abad ordenado por presidencia), pero un tribunal lo declaró inconsitucional. No conforme, Noboa la destituyó mediante un decreto. Finalmente, se negó a tomarse una licencia para dedicarse a la campaña, como exige la ley ecuatoriana. El gobierno en tándem amenazó a los jueces que habían fallado a favor de Abad y Noboa encontró la manera, aunque ilegal, de intercalar sus actividades presidenciales con las de campaña.
"Todo el tiempo vuelve el eje presidente-Fuerzas Armadas. (Lo que hizo con la vice) mostró a Noboa rompiendo el juego electoral y con un nítido apuntalamiento de las fuerzas. El clima es tenso e incierto. Hay temor a un resultado adverso en las elecciones y que el Gobierno decida no reconocerla. Sobrevuela la posibilidad de que se active el mecanismo de cloacas con alguna operación judicial de la fiscalía que enlode el juego electoral, como pasó en 2023", apuntó el profesor ecuatoriano en referencia al asesinato del candidato Fernando Villavicencio y la posterior operación mediática judicial que intentó vincular al correísmo con ese atentado.
Estos son algunos de los factores que explican lo que varios analistas esbozan como una "sorpresa" el día de la elección: un voto "tapado". Todavía hay un 15% de indecisos y entre 8% y 10% de blancos o nulos que se definirán, como sucede en Ecuador, en los últimos dos días. Aquellos sectores económicos fuertes, del empresariado nacional, y clases altas profesionales vinculadas al mundo del derecho podrían dejar a un costado su anticorreísmo con tal de frenar un mayor autoritarismo y poder continuar con los negocios que Noboa pasó a monopolizar. "Creo que por primera vez están abandonando su anticorreísmo estructural y considerando la opción de un voto contrario a Noboa y que apoye a Luisa", esbozó Ramírez Gallego.
En la campaña de González también se ilusionan, aunque con cautela: "Hay gente de derecha que aprecia el derecho. Abogados que antes nos criticaban por estirar la interpretación de las leyes pero que ahora se dan cuenta que ni para ellos hay garantías".
Otro dato que va en la misma línea es que si bien el correísmo no hizo grandes alianzas (juntó esfuerzos solo con un partido) no está siendo una campaña agresiva entre quienes son opositores. "La hostilidad ha sido casi nula en relación a otras elecciones", apuntó el profesor y agregó: "En el campo democrático popular hay cierta conciencia de una necesidad de confluir, no ha habido ataques entre Leonidas Iza (dirigente indígeda y candidato por el Movimiento Pachakutik) y Luisa González".
Lo que suceda el domingo 9 es una incógnita. Pero está claro que se presenta como una nueva oportunidad para que el correísmo rompa el techo del 30% de núcleo duro y reuna a las fuerzas democráticas en una región que, con la vuelta de Donald Trump, empuja para el otro lado.