Colombia se encuentra en el umbral de una nueva era. Más de seis décadas de gobiernos conservadores oligárquicos, -algunos como el de Alvaro Uribe, vinculados al narcotráfico y todos ellos sometidos voluntariamente a Washington- podrían quedar archivados en el pasado si se consolida la actual tendencia que marca el triunfo de la fórmula Gustavo Petro- Francia Márquez, de la alianza Pacto Histórico, en las elecciones presidenciales.
Las encuestas dan cifras discordantes. En el caso de Petro-Márquez, algunas encuestadoras hablan de una preferencia del electorado superior al 45% y otras la bajan al 30%. Uno de los estudios recientes más serios realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) asegura que Petro tiene un 48% de intención de voto seguido de lejos por dos presidenciables que, a su vez, están casi empatados: con 21,8% el “outsider” Rodolfo Hernández (Liga Gobernantes Anticorrupción) y con 21,4% el derechista Federico “Fico” Gutiérrez, el candidato oficialista.
Para Argentina hay un antecedente que es importante destacar: Fico Gutiérrez, como se explicará más adelante, trabajó para Mauricio Macri cuando fue intendente de la Ciudad de Buenos Aires.
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Un eventual triunfo del Pacto Histórico, en la primera vuelta del 29 de mayo, tendría dos fuertes impactos. Uno a nivel simbólico: sería la primera vez en la historia de Colombia que un gobierno progresista accede al Palacio de Nariño. El otro está vinculado a la gobernabilidad ya que, si Petro va a la segunda vuelta el 19 de junio, deberá ampliar su juego de alianzas. Para ser presidente en Colombia, el candidato debe obtener el 50% más uno de los votos.
“Estamos en un escenario de casi de ganar en una primera vuelta el 29 de mayo, lo cual sería histórico en Colombia”, asegura la legisladora María José Pizarro de Pacto Histórico. Este triunfo permitiría, de una vez por todas, derrotar el proyecto y la hegemonía uribista de los último 20 años. Creo que hay chances de que así sea ya que esto es lo que está expresando el pueblo en las calles, desde las elecciones locales de 2019 hasta las legislativas del 13 de marzo pasado cuando el Pacto Histórico fue la fuerza política más votada.”
El pasado 13 de marzo quedó conformado un Congreso muy diverso. El Pacto Histórico, como afirma Pizarro, hizo una muy buena elección, pero no logró tener la mayoría necesaria para aprobar leyes que verdaderamente se necesitan para un cambio profundo en Colombia. Según el politólogo colombiano Christian Arias “aún cuando el Pacto Histórico entable alianzas con el partido Comunes (ex-FARC) y la Alianza Verde, la correlación de fuerzas en el Congreso será complicada y deberá negociar con liberales y hasta “moderados” dentro del Partido de la U, Cambio Radical y posiblemente el Partido Conservador. De ahí que es tan importante el triunfo en primera vuelta. Sería un enorme impulso para el nuevo gobierno y menos los acuerdos que se requerirían hacer para la segunda vuelta”.
Arias subraya otro elemento importantísimo que encendió las alarmas en las elecciones legislativas de marzo: el fraude. ¿Qué puede pasar este 29 de mayo? ¿Habrá elecciones?
La violencia que no cesa
“Hay dos alertas. Una institucional que viene de la mano de las legislativas del 13 de marzo cuando hubo serias irregularidades. Por ejemplo, en 29.000 mesas no se reportó ni un solo voto para el Pacto Histórico. Cuando se denunció y revisaron las urnas aparecieron 600.000 papeletas que significaron cuatro bancas más para esa alianza en el Congreso”, explica el politólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires.
“La otra amenaza es el magnicidio. Está muy latente el intento de frenar la posibilidad de cambio en Colombia y es algo recurrente en nuestra historia desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que bifurcó Colombia, hasta los asesinatos a candidatos para las elecciones de 1990.”
Gaitán del ala progresista del Partido Liberal fue asesinado el 9 de abril de1948, en Bogotá. No por casualidad a pocos pasos de allí el general norteamericano George Marshall (gestor del famoso plan para Europa) encabezaba la IX Conferencia Panamericana en la que Estados Unidos impulsaba (con presiones) la fundación de la OEA. Nunca se supo quién fue el asesino de Gaitán, pero hay quienes sospechan de la CIA.
Ese 9 de abril, una multitud enfurecida por el crimen produjo la insurrección popular que se conoce como “Bogotazo”, la chispa que desencadenó décadas de una guerra civil que, de alguna manera, aún dura en Colombia. El Bogotazo cambió pasa siempre la historia colombiana y de América del Sur. Como explica el historiador Leonardo Morgenfeld en su libro “Vecinos en conflicto”: “si Marshall ya había acusado a la Unión Soviética, en su discurso inaugural, por atentar contra la paz mundial, la rebelión tras el asesinato de Gaitán, caracterizada por el gobierno colombiano como parte de un complot comunista, generó las condiciones para establecer una declaración inédita en el sistema interamericano”. El asesinato de Gaitán fue altamente funcional para los planes norteamericano de crear un organismo de control continental como la OEA.
La segunda vuelta
Si los peligros mencionados no se concretan, será Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, quien gane o quien enfrente en segunda vuelta a Rodolfo Hernández o a “Fico” Gutiérrez.
Petro, de 62 años, economista, se sumó a los 17 años a la guerrilla del M-19 y allí se formó en el marxismo. Se acogió a los acuerdos de paz en los años 90. Cuenta la leyenda que su nombre de guerra era “Aureliano” en homenaje al personaje de Gabriel García Márquez. Es el mayor articulador del Pacto Histórico, una organización amplia que abarca desde la izquierda hasta el liberalismo democrático.
“La izquierda dentro del Pacto Histórico no es hegemónica”, detalla Arias. “la propuesta de Petro atiende los problemas económicos de las grandes mayorías, pero también las líneas defendidas por el liberalismo democrático. Esto atrae a la socialdemocracia colombiana y a sectores liberales que se identifican con una idea industrialista y con una reforma agraria. Su programa también gusta a los pequeños propietarios. Y un gran acierto de su parte fue sumar a Francia Márquez como vicepresidenta.”
Francia es una lidereza social de 40 años, afrodescendiente y de un gran carisma popular. Fue minera y empleada doméstica, pero, como gran luchadora que es, logró recibirse de abogada en la Universidad de Cali.
“Francia es feminista, activista medioambiental y defensora de los Derechos Humanos. Su discurso conectó con la juventud, con los pobres, pero también con sectores de clase media urbana”, describe Arias.
El asesor de Macri
“En cuanto a Federico Gutiérrez es importante destacar que fue asesor de Macri. Integró una empresa off-shore registrada en Panamá como Angel Total Solutions SAS, que asesoró a la policía de la Ciudad de Buenos Aires en 2013. Fue contratada por el ex ministro de Justicia y Seguridad Guillermo Montenegro”, asegura Arias. “Esto explica muy bien qué proyecto defiende Gutiérrez, un político de derecha afín a Alvaro Uribe. En un contexto de desgaste del uribismo se requieren personajes que aparezcan por fuera de su estructura, porque si se los asocia a Uribe o al actual presidente Iván Duque se le restan votos.”
El otro candidato “oficialista” (Uribe lo apoyó en su tweeter) es Rodolfo Hernández, un empresario y ex-alcalde de Bucaramanga, que enfrenta varios juicios por corrupción. En su momento estuvo en contra de los acuerdos de paz y se autodefine como “candidato independiente”.
Arias proporciona un ajustado perfil de Hernández: “Trabaja con un lenguaje coloquial lo que hace que llegue fácil a la gente. Como fue empresario conoce las artimañas de la contratación estatal y promete perseguir a los corruptos. Aparece como un personaje sincero, pero resulta que él mismo se encuentra procesado. Hernández atrae a un electorado segmentado, sobre todo a quienes no se sienten cómodos votando a Petro y creen que Hernández es un candidato que impugna a la política tradicional”.
Toda la Patria Grande está a la expectativa de un cambio que puede trazar un antes y un después en la historia regional. Tal vez el fin de la violencia y una vida normal no esté tan lejos de ser una realidad para Colombia.