El expresidente y candidato presidencial opositor, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió este martes reducir impuestos para los asalariados y, al mismo tiempo, repudió la política económica del gobierno de Jair Bolsonaro, a quien además calificó como "un verdadero demonio" por buscar manipular políticamente a los evangelistas. Estos dichos se dieron en el marco de la puesta en marcha de su campaña para los comicios del próximo dos de octubre, en un acto en Sao Bernardo do Campo -cordón industrial del Gran San Pablo-.
Frente a la fábrica de automóviles Volkswagen, el histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT) adelantó que en caso de vencer en las elecciones presidenciales de este año, una de sus primeras medidas será subir el piso del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores, que no se actualizó en los últimos 10 años. A su vez, aseguró que el país está peor que cuando el ex mandatario había asumido en 2003.
Más allá de referirse a las promesas de campaña y al presente que atraviesa el territorio brasileño, una gran parte del discurso de Lula estuvo dedicado a rebatir el perfil religioso evangelista que Bolsonaro le quiere dar a su campaña buscando con ese segmento -que es el 30% de la población- recuperarse en las encuestas donde se refleja una derrota. "Está intentando manipular la buena fe de hombres y mujeres evangélicos que van a la iglesia a hablar de fe y de espiritualidad y él lo que hace es contarles mentiras sobre Lula, sobre la mujer de Lula, sobre los trabajadores, sobre los indígenas y los afrodescendientes", afirmó.
Siguiendo la misma línea y dirigiéndose a ese 30 por ciento de la población de Brasil, el expresidente sostuvo: "Si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro. Es un creador de mentiras y un negacionista que no derramó una lágrima por los huérfanos que ha dejado la pandemia". Es importante resaltar que el gigante sudamericano registró más de 670.000 decesos durante la pandemia y actualmente tiene un promedio actual, desde julio pasado, de 200 fallecidos diarios por Covid-19. A su vez, Lula calificó de "genocida" al actual mandatario y dijo que en Brasil "hay que repartir libros en lugar de armas".
Por otro lado, en un mensaje a los trabajadores de Volkswagen, aseguró: "Les prometo que vamos a subir el piso del impuesto a las ganancias, a recuperar el salario y el empleo porque este gobierno nunca se preocupó en crear empleo". Y manifestó: "La situación ahora está peor que en 2002. Ahora se produce en Brasil proteína para todo el mundo, pero las amas de casa acá hacen cola para recibir huesos antes del cierre de las carnicerías".
Según el candidato, la fábrica producía 334.000 vehículos en 2012 y actualmente está fabricando 141.000 unidades. En 2003, contó Lula, había 13.857 trabajadores en la fábrica, que aumentaron a 14.164 en 2012 y cayeron a 7.931 en la actualidad. "¿A dónde fueron a parar los otros 8.000 empleados?", se preguntó.
Para cerrar, luego de iniciar con 76 años su séptima campaña electoral, Lula admitió: "No necesitaba ser candidato, acepté para reconstruir el país". Fue candidato y llegó al balotaje contra Fernando Collor de Mello en 1989, en las primeras elecciones libres y directas desde el fin de la dictadura (1964-1985), luego perdió ante Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998 y venció en 2003 y 2006, tras retirarse para lanzar a su delfín Dilma Rousseff. En 2018 también fue inscripto pero lo proscribieron desde la justicia electoral, tras ser apresado y condenado por corrupción. El año pasado, el Supremo Tribunal anuló las sentencias y causas.
Con información de Télam.