Faltan apenas tres días para las elecciones en Brasil y se notó en el último debate presidencial de Brasil. Las últimas encuestas alimentaron la esperanza del Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados de que pueden ganar este domingo, en primera vuelta, pero la realidad es que nadie se anima hoy en el país vecino a hacer un pronóstico claro. Por eso, el favorito indiscutido, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, abandonó este jueves de la moderación que había marcado la mayoría de sus discursos y hasta su participación en el primer debate y salió a dar pelea, a defenderse y defender a los Gobiernos del PT con un enojo y una exasperación como no se veía hace tiempo.
Con el rostro colorado, las venas a punto de explotar y por momentos con tanta bronca que se le trababan las palabras, Lula no buscó eventuales aliados para la segunda vuelta ni salió a pescar los votos centristas. No, esta vez no dejó pasar ni un ataque ni una agresión. Y no le fue fácil porque fue el objetivo de la artillería de casi todos los candidatos, no solo el presidente Jair Bolsonaro, el único con verdaderas chances de disputar con él un balotaje.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
El primer intercambio de la noche fue entre Lula y su ex ministro y actual detractor, Ciro Gomes del Partido Democrático Laborista (PDT). Como hizo durante toda la campaña, Gomes se concentró en atacar al ex mandatario, acusarlo de corrupción y de ser la razón por la que Jair Bolsonaro ganó en 2018. El veterano dirigente petista no comenzó recordando que la corte suprema declaró nulos todos los procesos en su contra luego de pasar más de 500 días preso. Esta vez arrancó enumerando uno a uno, casi como si lo estuviera retando, los logros de sus Gobiernos. "Fue el momento de mayor inclusión social de la historia del país”, concluyó al final de un largo listado de cifras y le espetó antes de cortar: "Usted sabe lo que se vivió en la era Lula".
Los contraataques de Lula con Bolsonaro fueron aún más tensos, luego que el presidente lo calificara como "mentiroso, "traidor a la Patria" y "ex presidario". El líder del PT le respondió con las mismas acusaciones: lo acusó de mentir varias veces y recordó las investigaciones que pesaron sobre el durante y después de la pandemia por su gestión. "¿Habla de pandillas conmigo? Necesita mirarse al espejo y ver qué está pasando en su gobierno. Usted, cuando se acerca al micrófono, debe comportarse como presidente. Respete a quién está mirando y no mienta", sentenció.
En medio de su lucha abierta con el juez del Tribunal Federal Supremo, Alexandre de Moraes, Bolsonaro incluso dio a entender que Lula fue liberado por la máxima corte del país porque tiene "un amiguito" en ese poderoso órgano.
La única candidata que no se sumó a la estrategia de todos contra Lula fue Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB). Criticó a todos sus rivales por enfocarse más en pelearse que en debatir propuestas y problemas y esquivó los intentos de los otros candidatos de unir fuerzas frente al líder del PT. En cambio, fue una de las que más duro atacó al presidente Bolsonaro, por ejemplo, por el avance de la deforestación en la Amazonía y por las deficiencias de la gestión durante la pandemia, a lo que el mandatario respondió con una de las mentiras más evidentes de la noche: "Ningún país del mundo compró vacunas en 2020". Del otro lado de la frontera, en Argentina, las primeras vacunas contra el Covid llegaron en los últimos días de diciembre de ese año y no fue el primer país de mundo en importarlas en la región. Ya antes las habían recibido Chile y México.
La tensión y virulencia de la noche se completó con una figura que combinó excentricidad y agresividad: Kelmon Souza, quien se presenta como Padre Kelmon, miembro de la llamada Iglesia Ortodoxa del Perú y candidato del ultraderechista Partido Trabalhista Brasileño (PTB), una suerte de Qanon tropical que emula al grupo segregacionista y conspirativo que apoya a Donald Trump en Estados Unidos, según la agencia Télam.
El debate en las calles
Cuando Lula le espetó a Bolsonaro que la gente lo mandará "a la casa" el próximo domingo, cientos de militantes y dirigentes del PT y simpatizantes de esa fuerza y del ex mandatario estallaron en gritos y aplausos. En el boliche que eligió el PT paulista para seguir el debate la victoria el próximo domingo parecía apenas un trámite. El clima era de júbilo, de ese tipo de alegría que generan los logros que durante mucho tiempo parecieron imposible. "Esto no es el principio de nada. Esto es una continuación de un capítulo que nos robaron en 2018. Porque cuando a Lula lo metieron preso era el favorito para ganar la Presidencia", reivindicó en diálogo con El Destape Monica Valente, miembro del directorio nacional del PT y ex número dos de la Central Única de Trabajadores (CUT).
Cada vez que el moderador le daba la palabra a Lula, para hacer una pregunta o un derecho de réplica, la multitud en el boliche celebraba como si fuera un gol en el último minuto. No había tensión ni temor ni incertidumbre. Las reacciones de todos los presentes eran de una certeza y felicidad total.
Para Valente esa esperanza no es exagerada. Sin incomodidad, la dirigente habló de los "errores cometidos en los Gobiernos del PT", de la debilidad que quedó expuesta con el golpe parlamentario a Dilma Rousseff y luego cuando el ahora candidato a gobernador de San Pablo, Fernando Haddad, perdió la Presidencia en 2018 frente a Bolsonaro. Las dos principales enseñanzas que extrajeron fueron: 1. "para ganar y para gobernar es necesario tener aliados", 2. pero "una vez en el gobierno, no hay que dejar de organizar al pueblo, no solo para apoyar al gobierno, sino también para empujarlo".
Mientras Lula fue la estrella en la pantalla, en el boliche petista todos los flashes se los llevó Haddad, "el profesor", como lo llaman con cariño la juventud paulista del PT.
"Estas elecciones son las encrucijada más grande a la que se enfrenta Brasil", dijo a El Destape, el ex candidato presidencial. "De un lado tenemos a un ex presidente, un líder mundial, un estadista, una persona democrática que ayudó a la redemocratización de Brasil y un ejemplo para América Latina; y del otro a una persona que provoca inestabilidad y que desea en el fondo ejercer el poder de manera autoritaria", agregó Haddad y cerró: "El domingo no tenemos ninguna duda de lo que tenemos que hacer, vamos a buscar los votos necesarios para que Lula gane en primera vuelta".