La campaña hacia el balotaje presidencial en Brasil sigue en sintonía con la violencia política que se registró semanas previas a la primera vuelta. Un intendente recibió amenazas, las Iglesias Evangelistas se pusieron a la orden para militar a favor del presidente Jair Bolsonaro (43%) y hay empresarios que empezaron a amedrentar a sus trabajadores para condicionar su voto. La intención es sólo una: torcer el destino que señalan las encuestas -fallidas en el primer turno- de que Luiz Inácio Lula da Silva (48%) sea proclamado mandatario el próximo 30 de octubre.
"A Waguinho -como es conocido el intendente carioca Wagner dos Santos Carneiro- lo amenazaron, fueron a amenazar a sus secretarios municipales, vino un comisario de la Policía Federal a decir que iban a detenerlo. Waguinho recibió llamadas desde Brasilia. A partir de ahora todos los intendentes de la Baixada Fluminense que nos apoyan no lo harán público", denunció el presidente de la Asamblea Legislativa de Rio de Janeiro, André Ciciliano, ante la cadena GloboNews. Él, además, es articulador del Partido de los Trabajadores en la región de la Baixada Fluminense, donde se concentran 10 municipios de los más pobres y violentos del Gran Rio de Janeiro.
Waguinho es intendente de Belford Roxo, un municipio ubicado en la periferia de Río de Janeiro. También es el presidente estadual de Unión Brasil, un partido derechista surgido de la fusión del conservador Demócratas y del Partido Social Liberal (PSL), y que tiene entre sus máximas figuras a Sergio Moro, que como juez llevó a Lula a la cárcel y, más tarde, ofició como ministro de Justicia bolsonarista,
Con ese historial político, Waguinho se pronunció en favor de la candidatura de metalúrgico de cara a la segunda vuelta, que se realizará el 30 de octubre; y hasta en la tarde de este martes recorrió las calles del barrio acompañado de la militancia petista. “Nuestra decisión fue liberar a nuestros miembros del partido para votar”, sostuvo en un posteo en su cuenta de Instagram y, a continuación, declaró su voto por Lula.
“Nosotros queremos un país libre, un país con libertades, que crezca, que respete a las mujeres. Queremos un Brasil de oportunidades, eso vamos a conseguir votando a Lula, por eso tomé esta decisión”, sumó en una conferencia transmitida en vivo que realizó luego de la caminata por el municipio.
Hay que tener en cuenta otra particularidad más en el escenario que se presentó polarizado el pasado 2 de octubre: Río de Janeiro es la cuna política del clan Bolsonaro y el lugar donde el presidente edificó su carrera política, defendiendo a los policías acusados de gatillo fácil y justificando la existencia de milicias parapoliciales para enfrentar, fuera de la ley, al crimen organizado como el narcotráfico.
La clave está en que Waguinho puede llegar a traccionar puntos en favor del exdirigente en uno de los estados más relevantes para las elecciones de la mano de la esposa del intendente, Daniela Mote, que fue la diputada más votada del Estado en la primera vuelta.
El avance de la ultraderecha en las Iglesias y en las empresas
La exacerbación de la ultraderecha se hace sentir por estos días en Brasil mientras los dos candidatos que se disputan la presidencia hacen sus respectivas campañas. En los templos evangelistas los pedidos para votar en contra del exmandatario se hicieron explícitos, mientras más de 170 empresas amenazaron con despedir a empleados que no voten al actual jefe del Estado por lo que están siendo investigadas por "abuso electoral" en la justicia laboral.
"En una de las iglesias de mi barrio el pastor amenazó con expulsar a la gente que iba a votar a Lula; mi cuñada, por ejemplo, ahora tiene miedo de ir a votar", dijo a Télam Eric Aparecido Barbosa, jardinero en los barrios ricos y residente del barrio de Interlagos, donde está ubicado el autódromo que es escenario de la Fórmula Uno. En ese barrio, funcionan grandes templos alineados con Bolsonaro, como la Iglesia Universal, del magnate Edir Macedo, dueño del canal televisivo Record, que está siendo acusado por el PT de diseminar fake news de la campaña del bolsonarismo.
Las noticias duran dos días en el aire y luego son eliminadas por la justicia electoral, pero las versiones falsas siguen siendo diseminadas por grupos de whatsapp y por eso es un tema judicial más que político, dijo a esta agencia el senador Randolfe Rodrigues, del Partido Rede, coordinador de la campaña de Lula.
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La Confederación de Asambleas de Dios de San Pablo, por ejemplo, impulsa "llevar al consejo de ética y de disciplina a los pastores que adoptan filosofía que choque con los principios cristianos". El accionar consiste en llamar a los pastores y fieles que aceptan votar a Lula y no a Bolsonaro como "gente que comprobadamente ya no aceptan a la palabra de Dios". Según la encuesta Ipec, Bolsonaro gana 70% a 30% entre los evangelistas frente a Lula, a quien se vincula al aborto -pese a que se manifestó claramente en contra-, a la corrupción y la liberación de las drogas, tal como el discurso que encaró desde 2018 el excapitán.
Bolsonaro usó este martes su propaganda obligatoria en la televisión para vincular a Lula al crimen organizado: "Lula venció con amplio margen en todos los presidios del país, a los criminales les conviene que gane Lula y no Bolsonaro", dijo la locutora. La respuesta por parte del líder del PT fue traer a la memoria que su contrincante confesó que intentó convencer de interrumpir el embarazo de su segunda esposa cuando gestaba a su cuarto hijo, Renán.
Esta "guerra santa" dejó de lado propuestas programáticas, algo que los analistas consideran que beneficia a Bolsonaro. Es por eso que Lula prepara una carta a los evangelistas para reducir la brecha que lo separa en ese segmento para la elección, pero también para "pacificar" la relación en caso de victoria.
La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), la jefatura de la Iglesia católica brasileña, lanzó un duro comunicado para repudiar "mezclar la política con la religión" en la campaña electoral. Sin nombrar a Bolsonaro, la CNBB -entre los católicos Lula vence la elección- emitió el comunicado luego de que el fin de semana el presidente utilizara una lancha de la Marina para participar del Cirio de Nazareth, la mayor peregrinación católica de América latina, con 2,5 millones de fieles en Belém, estado de Pará.
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Esta elección está demuestra también una práctica que era considerada aislada tras la nueva república de la Constitución de 1888: el abuso electoral de patrones hacia empleados: 172 denuncias de asedio electoral fueron recibidas por el Ministerio Público del Trabajo en 21 estados y Brasilia durante la campaña, según un balance difundido ayer.
La región sur -los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná-, limítrofes con la Argentina, reúnen 43% de los casos. Es la región más bolsonarista del país, mientras la de Lula es la zona del noreste, la más pobre.
Uno de los casos más emblemáticos fue en el estado amazónico de Pará, donde un empresario se filmó prometiendo pagarles 200 reales más a sus casi 10 empleados -que escuchaban el discurso en silencio- si no votaban a Lula y si ganaba Bolsonaro. Tras conocerse los hechos, fue obligado por la fiscalía del trabajo a pagar una multa a sus empleados y grabar un video pidiendo perdón.
Otro de los casos de mayor repercusión fue el de la empresa agrícola Stara, en Rio Grande do Sul, que amenazó con un comunicado del Departamento de Relaciones Humanas a iniciar despidos en caso de que Lula gane las elecciones. La fiscalía del trabajo pidió una multa de dos millones de dólares a la compañía en concepto de sanción por violar la ley electoral.
Con información de Télam.