Milei, un giro drástico que reconfigura el equilibrio regional

La victoria de Milei fue celebrada no solo por la “city” de Londres y Wall Street sino por los referentes de la extrema derecha global. En la Casa Rosada hay un argentino ultraderechista probritánico que promete, entre sus primeras medidas, romper con Brasil y China, para placer de Estados Unidos.

26 de noviembre, 2023 | 00.05

A 200 años de la Doctrina Monroe, una bomba de fragmentación ha caído sobre Nuestra América. El triunfo de un gobierno de ultraderecha neoliberal en Argentina con Javier Milei no sólo implica una reconfiguración geoestratégica de América latina sino el mayor éxito político y financiero que ha tenido Estados Unidos en los últimos tiempos.

Es sabido que los estrategas norteamericanos, históricamente, han considerado la unidad latinoamericana como un peligro vital. Para Washington, solo es posible mantener su estatus de gran potencia global si logra control total del continente americano. Su herramienta más eficaz ha sido siempre el “divide y reinarás”, es decir, sembrar rivalidades y desequilibrar a su favor el balance de fuerzas entre nuestros gobiernos. 

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En ese sentido, el presidente electo Milei será de gran utilidad. Su rechazo a vincularse con Brasil y China, los dos principales socios de Argentina (el comercio con ambos, en los primeros nueve meses de 2023, ascendió a 38.000 millones de dólares) tiene, al menos, cuatro efectos deseables para Washington:

1)    lastima el proyecto del BRICS Plus (un privilegio al que se suman países importantes interesados en tallar fuerte en el futuro global: Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Irán y Etiopía);
2)    debilita al presidente izquierdista Lula da Silva 
3)    reconfigura la correlación de fuerzas regionales y
4)    revitaliza la Doctrina Monroe. El próximo 2 de diciembre, se cumplirán dos siglos de esa estrategia que busca dominar la región, apropiarse de sus recursos y expulsar a cualquier posible competidor extranjero: hoy China.

“Desde la perspectiva progresista, la victoria de Milei es, desde luego, un retroceso”, opinó Carlos Raimundi, embajador en la OEA del gobierno saliente de Alberto Fernández. “Nunca aludí a una segunda ola de gobiernos progresistas en la región porque creo que, en el lapso del reflujo de los gobiernos conservadores como el de Mauricio Macri, Jair Bolsonaro o Guillermo Lasso en Ecuador, se vio el triunfo del Partido Nacional en Uruguay y la derrota de la reforma constitucional en Chile.”

“Durante todo ese tiempo el poder corporativo fue fortaleciéndose a través de una planificación de golpes blandos, en el caso extremo, o creando una sensación de desencanto, de escarnio público de los grandes líderes populares, de polarización social, de tal manera que los gobiernos progresistas no contaran con todas las herramientas a su alcance para poder dar respuesta a las grandes demandas populares. Hay varios factores por los que el progresismo, si bien ejerce el gobierno en territorios importantes como Brasil, Colombia, Bolivia, Chile, Venezuela, lamentablemente, no esté pudiendo llevar adelante políticas de fondo”, agregó.

La pugna entre gobiernos con programas democráticos favorables a la redistribución de la riqueza y otros, defensores de la concentración y subordinados al capital trasnacional, sigue su marcha. No está claro, en el actual panorama, qué modelo primará.

Con el triunfo de Milei en Argentina, los proyectos de dependencia neoliberal como los de Ecuador -donde acaba de asumir un nuevo presidente de derecha, el multimillonario Daniel Noboa- o de Perú, con su vicepresidenta de facto Dina Boluarte, han recibido un gran espaldarazo. Mientras que los gobiernos progresistas, aunque son una mayoría significativa, parecen encontrarse en un impasse. En Chile, el presidente Gabriel Boric fracasó en sus principales propuestas de campaña: la reforma tributaria y constitucional y hoy su popularidad está en baja. En Bolivia, la situación interna está lejos de despejarse. Gustavo Petro en Colombia, como todo gobierno progresista enfrenta duras operaciones de desestabilización con las empresas de comunicación jugando fuertísimo para manipular la opinión de los colombianos. En Venezuela y México habrá elecciones presidenciales el año próximo.
“Los sectores de la derecha más radicalizada cuentan a su favor con una tendencia occidental de crecimiento político-ideológicos, a partir de un gran control sobre las redes sociales para vehiculizar mensajes de odio, noticias falsas y predisponer a la sociedad a la indignación y a la polarización”, analizó Raimundi. 

“Noto a los gobiernos progresistas más a la defensiva. La propia victoria de Lula fue defensiva, ya que tuvo que aliarse con sectores que indudablemente iban a poner escollos a sus propuestas. Lo mismo con la formación de la fuerza política de Gustavo Petro. Es decir, hubo una necesidad de construir alianzas muy endebles que después alteran las políticas que los líderes pretenden desarrollar y, por lo tanto, favorecen cierto desencanto de la sociedad hacia ellos.”

Argentina, Brasil y EEUU

La victoria de Milei fue celebrada no solo por la “city” de Londres y Wall Street sino por los referentes de la extrema derecha global. “Deseo trabajar junto a un verdadero patriota” tuiteó el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y prometió asistir a la asunción del argentino en la Casa Rosada. Orbán fue el único líder de la Unión Europea en participar de la investidura presidencial de Bolsonaro el 1º de enero de 2019. 

También Donald Trump felicitó al líder de La Libertad Avanza y lo alentó a “Hacer a Argentina grande otra vez”, parafraseando su consigna de campaña “Make America great again”. Por su parte, Bolsonaro será uno de los principales invitados al acto del 10 de diciembre próximo en Buenos Aires. El brasileño ve en Milei una promesa de “buenos vientos para Brasil y EEUU”, imaginando futuras victorias de la derecha extrema en las elecciones presidenciales de EEUU (2024) y de Brasil (2026).

Desde el 1º de diciembre hasta el 30 de noviembre de 2024, Lula asumirá la presidencia pro tempore del G20. El crecimiento internacional de Brasil es incuestionable, pero como explicó Raimundi las dificultades de gobernabilidad existen. Un gobierno argentino amigo hubiera sido un gran alivio para el líder del Partido de los Trabajadores.

“El cambio abrupto de Argentina va, indudablemente, a impactar en América latina”, aseguró el embajador argentino en la OEA. “El mundo ofrece a la región una excelente oportunidad de convertirse en un bloque autónomo frente a la disputa de hegemonía que hay entre las grandes potencias. Se podría lograr con una sintonía entre los gobiernos de las principales economías del continente. Brasil y Argentina tendrían que formar un mismo eje para coordinar políticas comerciales, de inversión, de precios internacionales y también para garantizar determinados principios de autonomía, de soberanía, en los foros internacionales. Al no existir esa sintonía (como sucedió, a la inversa, durante el gobierno de Alberto Fernández cuando Jair Bolsonaro era el presidente de Brasil) ese eje autónomo de poder no tiene chances”.

Los medios internacionales califican el triunfo de Milei como “un giro brutal” y “un salto a lo desconocido”. No es para menos con un argentino ultraderechista probritánico en la Casa Rosada que promete, entre sus primeras medidas, romper con Brasil y China. La incertidumbre no permite imaginar hipótesis. Los escenarios están abiertos y la disputa por nuestra región sigue su curso.

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Telma Luzzani

Tiene una trayectoria de más de 30 años como periodista y analista de política internacional. Trabajó en numerosos medios gráficos (Página 12, Tiempo Argentino y Clarín) y medios audiovisuales. Fue conductora de Voces del Mundo en Sputniknews y co conductora en el multipremiado programa de VISION 7 INTERNACIONAL emitido por la TV Pública. Tiene varios libros escritos. Los más conocidos son: “Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría” (2019); "Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica" (Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2012); Venezuela y la revolución (2008), entre otros.