El relato de los migrantes: "Huimos de las balas en mi país, no pensamos que acá también sería así"

16 de julio, 2022 | 11.58

Reynosa, en el noreste de México, es una de las ciudades de mayor tránsito para los migrantes que quieren cruzar a Estados Unidos. Cada día llegan cientos de personas buscando acceder a la oportunidad de cruzar hacia Texas, lo que colapsó la de por sí escasa capacidad existente para atender a la población e incremento la tensión entre los grupos del crimen organizado que disputan el territorio.

A continuación, los testimonios de dos migrantes en Reynosa que fueron compartidos por Médicos Sin Fronteras (MSF).

José Amílkar Medina (Honduras)

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"Salí de Honduras el 16 de octubre de 2021. Hace varios meses andamos acá en México, pasamos por Tenosique, Ciudad de México y de ahí viajamos a Reynosa. Estamos esperando si nos aprueban el proceso legal de asilo, no hemos cruzado nunca a Estados Unidos, es la primera vez que estamos por estos lados.

Llevamos 22 días en este albergue de Reynosa con mi esposa, con mi hija y mi padre de 74 años. Estamos preocupados porque nos han dicho que nos van a separar de él, lo han puesto aparte y él es una persona que tiene problemas de tensión, de oído y en la vista, yo soy el que me encargo de cuidarlo. En este tiempo hemos estado enfermos, con gripe y a veces diarrea por la comida. Estamos durmiendo en el piso, nos dieron una carpa y unos cartones para no sentir mucho el frío. No hemos podido conseguir colchonetas para no sentir tanto la piedra del piso. En la noche el calor nos molesta mucho, nos toca abrir la carpa y ahí se mete el sereno (el rocío) y eso es lo que nos da gripe.

La otra noche escuchamos balazos muy cerca al albergue, sentimos desesperación porque no sabíamos lo que estaba pasando, todos nos fuimos a esconder al baño por el miedo de una bala perdida. Venimos huyendo de las balas en mi país, no pensamos que aquí también fuera así y se siente bastante susto. Había muchas personas afuera del albergue y las metieron rápidamente para resguardarse. Hubo mucho caos y miedo. No supimos qué fue lo que pasó".

Yaneth Ortíz (Honduras)

"Tengo 20 años, las pandillas amenazaron de muerte a mi esposo por un negocio que teníamos, nos tenían vigilados, sabían dónde vivíamos, yo estaba embarazada, nos dio miedo que se metieran con nosotros y tuvimos que salir de Honduras. Entré a México en enero de 2021, ha sido muy difícil, personas de migración mexicana nos robaron. Cuando pude cruzar a EEUU iba sola porque solo pudimos pagar mi cruce, ya iba de cinco meses de embarazo. Del otro lado me detuvieron, nunca me dijeron si estaba bien, solo me dieron una botellita de agua en casi 12 horas, nunca me vio un doctor, no me dieron nada de información, yo preguntaba y solo me decían que me sentara.

Crucé en la noche y al otro día me aventaron a Reynosa. Llamé a mi hermana, pero no nos pudo ayudar. Yo me desesperé, me sentía mal porque había aguantado hambre, sed, frío, lloré mucho, me dieron nervios porque yo sé que Reynosa es peligroso. En Reynosa pasé por algo horrible, he estado en psicología por eso. Cuando me aventaron a Reynosa, a mi me violaron. No les importó que estaba yo embarazada, eso me afectó mucho, afectó mi embarazo.

Busqué a mi esposo en Monterrey, yo me sentía muy mal de mi embarazo, mi parto se adelantó y mi bebé nació prematura, con muchos problemas de salud. En el hospital me querían cobrar 220.000 pesos mexicanos (10.000 dólares), yo no podía pagar eso, pagábamos los medicamentos y tratamientos de mi bebé que estaba muy mal. No tenía cómo pagar esa deuda, me tuvo que ayudar Acnur para que no me cobraran esa cantidad. Tuve mucho miedo de que mi bebé muriera, pero ahora ya está mejor.

Fue duro volver a Reynosa después de lo que me ocurrió. Vine porque nuestros amigos me hablaron de este refugio y me contactaron con la encargada. Ella entendió nuestra situación y nos dejó entrar para que estemos seguros, pero este dolor de lo que he vivido sigue presente, a veces quisiera dormir y no despertar, pero mi hija, mi mamá que sigue en Honduras, mis hermanos y mi esposo me ayudan a seguir".

Con información de Télam