El Gobierno de Estados Unidos anunció esta semana que venderá tres submarinos de propulsión nuclear -con la opción abierta por otros dos- a su aliado Australia, en el marco de la alianza AUKUS, que lanzaron en septiembre de 2021 junto a Reino Unido con el expreso objetivo de hacer frente al creciente poderío militar de China en el sur de Asia, principalmente en la llamada región Indo-Pacífico, por donde pasan más del 40% de las exportaciones globales, según cálculos de la ONU. No se trata apenas de una venta militar más en un mundo en el que la guerra en Ucrania ha potenciado la belicosidad de todas las potencias; sino que es la primera transferencia oficial de tecnología nuclear de Washington a un aliado no nuclear en 65 años.
En un acto en San Diego, California, y con un submarino vestido con banderas estadounidenses de fondo, el presidente Joe Biden sostuvo este lunes que su país "salvaguardó la estabilidad en Asia Pacífico por décadas" y prometió que la nueva alianza con Australia y Reino Unido fortalecerá "las expectativas de paz por las décadas venideras". Más tarde su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, dejó de lado los eufemismos y le dijo a la prensa que el objetivo es contrarrestar el creciente desarrollo militar de China y su influencia cada vez más clara en esa región.
Como era de esperarse, China denunció la venta militar como una nueva escalada bilateral y regional. Pero también reaccionaron dos países del Sudeste Asiático, Malasia e Indonesia. Mientras el primero aclaró que no permitirá que submarinos de propulsión nuclear naveguen en sus aguas territoriales, el segundo le recordó a Australia que "mantener la paz y estabilidad de la región es una responsabilidad de todos los países" y que "es crucial que todos los países sean parte de ese esfuerzo".
De la misma manera en que el Gobierno estadounidense confronta activamente a China en el plano comercial en todo el mundo, por ejemplo, presionando a terceros países para que no abran la puerta a inversiones chinas en sectores estratégicos como los recursos naturales o las telecomunicaciones, en el Indo-Pacífico, la pulseada está siendo dominada por el plano militar y todo indica que la región se encamina hacia una peligrosa carrera armamentista.
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Desde la Presidencia de Barack Obama, Estados Unidos no esconde que la principal amenaza a su hegemonía mundial no es el terrorismo -como se decía en la época de George Bush-, sino el ascenso constante y rápido de China. El creciente poder e influencia de Beijing se siente hace años en todos los rincones del mundo, pero en pocas regiones como en su propio barrio. Washington perdió influencia en la zona de Asia Central, especialmente tras su atolondrada retirada de Afganistán, pero está decidida a dar batalla en el Indo-Pacífico, esa región del Océano Índico y parte del Pacífico, que comienza al Oeste en el Cuerno de África y el sur de la Península Arábiga, al Sur en Australia, al Este en Corea del Sur y Japón, y al Norte en China y Asia Central.
El escenario central de la tensión EEUU-China
No es cualquier región. Allí vive más de la mitad de la población mundial y se genera casi la mitad de la producción económica del planeta. Además, según la ONU, por ahí pasa alrededor del 42% de las exportaciones globales. En esas aguas, las únicas potencias nucleares -es decir, que declararon tener bombas nucleares- son China, Corea del Norte, India, Pakistán y, ahí, muy cerca de la frontera oriental, Rusia.
Estados Unidos, otra potencia nuclear, suele hacer ejercicios militares en esas mismas aguas, alrededor del sur de la península coreana y la isla de Japón, que sistemáticamente son denunciados por China -y Corea del Norte- como un gesto amenazante. Sin embargo, esta presencia y alianzas militares nunca había incluido transferencia de tecnología nuclear.
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Los submarinos de propulsión nuclear que Washington venderá a su aliado Australia no solo pueden pasar semanas enteras bajo la superficie y recorrer largas distancias sin ser detectados, sino que además utilizan como combustible uranio enriquecido al 93%, el mismo nivel que requiere un arma nuclear. Esta tecnología estadounidense les permite funcionar durante 30 años sin necesidad de nuevo combustible.
La transferencia de los submarinos se hará en tres etapas, según explicó el Gobierno estadounidense. Primero, Australia enviará a marinos, ingenieros y técnicos para que se familiaricen y se entrenen con esta tecnología. Una vez que cumplan esta etapa, se concentrará la venta de las tres naves -con posibilidad de otras dos- y la entrega recién se completaría a partir de 2030. Por último, los tres países de la alianza AUKUS unirían sus fuerzas para desarrollar una nueva generación de submarinos, a los que Sullivan, bautizó como SSN-Aukus. Serán de propulsión nuclear, con armas convenciones, difíciles de detectar y requerirán de "importantes inversiones" de parte de los tres Estados.
Este cronograma no solo confirma la sensibilidad de la transferencia de esta tecnología -como también lo reconoció el titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi-, sino que además demuestra que la política de confrontación con China no es una decisión coyuntural, sino política de Estado que atravesará los próximos gobiernos.
Por eso, China cada vez está lanzando advertencias más claras. "Urgimos a Estados Unidos, Reino Unido y Australia a abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y los juegos de suma cero, cumplir con las obligaciones internacionales de buena fe y hacer más cosas que conduzcan a la paz y la estabilidad regionales", reaccionó la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, este martes, mientras que otra de sus colegas, Wang Wenbin, agregó: "La última declaración conjunta de Estados Unidos, el Reino Unido y Australia demuestra que los tres países transitan más y más por una vía errónea y peligrosa, pensando en sus propios intereses y menospreciando la preocupación de la comunidad internacional."