¿Pensó Daniel Noboa las consecuencias de invadir una embajada? ¿Cuáles son los intereses del presidente empresario multimillonario? ¿Qué se juega (y qué se esconde) en el plebiscito que impulsa para fines de abril? ¿Qué sanciones hay que esperar? En entrevista con El Destape, el excanciller durante el último gobierno correísta Guillaume Long desentramó las razones que llevaron a que el presidente del Ecuador diera la orden de ingresar con policías y militares a la sede diplomática de México, en Quito, el viernes pasado. “Es una mezcla de desconocimiento, arrogancia y cálculo electoral”, afirmó en un diálogo en el que, también, analizó el lugar de la oposición y el escenario regional.
Desde el inicio de su corta gestión las decisiones de Noboa -que sólo fue electo para terminar el mandato a medio andar de Guillermo Lasso- fueron de gran resonancia. El joven empresario multimillonario, declaró el conflicto armado interno para enfrentar la grave crisis de seguridad que atraviesa el país y decretó el estado de excepción. El viernes por la noche, tras unos cruces con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, tomó una nueva y arriesgada decisión: había que detener al exvicepresidente opositor y asilado político Jorge Glas más allá de los límites de las normas internacionales.
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Lo que siguió fue una fuerte crisis diplomática, el rompimiento de las relaciones bilaterales y el repudio internacional unánime. En el orden regional, los Estados en conjunto se pronunciaron en la Organización de Estados Americanos (OEA) y se espera un encuentro de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para el próximo martes. Además, México ya presentó una denuncia en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre un hecho que cuenta con pocos antecedentes en la historia de las relaciones internacionales.
Ante esta situación, Long, que también es investigador principal del Centro de Investigación Económica y Política de Washington (DC), analizó los intereses económicos de Noboa, el rol de Estados Unidos, habló sobre la posibilidad de que Glas retorne a asilado político de México e hizo referencia a las sanciones que deben pesar sobre las élites ecuatorianas “para que esto no se repita”. “A las élites latinoamericanas les gusta más la desigualdad que el progreso”, dijo para caracterizar el momento que se vive en la región.
- ¿Por qué cree que Ecuador actuó de esta manera en este caso y con México?
Hay varias hipótesis de por qué Noboa hizo esto. Es una mezcla de desconocimiento, arrogancia y cálculo electoral. Tenemos elecciones el 21 de abril en Ecuador, es una consulta popular que tiene varias preguntas para reformar la Constitución. La razón de ser es para mejorar el clima de inseguridad que vive Ecuador en los últimos meses y años y Noboa sabe que tiene que resolver esto si quiere tener alguna posibilidad de ganar las elecciones del año entrante.
- ¿Cómo incide el referéndum en esta acción?
Este referéndum tiene dos propósitos: uno, tener una victoria fácil, que le dé oxígeno, que le permita seguir en una suerte de luna de miel para enfrentar las elecciones presidenciales del próximo año. Lo que se plantea es básicamente la militarización de la guerra contra las drogas. Varias de esas medidas ya están en efecto con los diferentes decretos que están firmados para establecer el estado de excepción, pero él quiere poder perennizar esa situación. Podría haberlo hecho por ley, pero cuando vio que tenía los votos en el Parlamento, se echó para atrás porque quería un referéndum. Está muy interesado en una victoria electoral. De hecho, el aspecto victoria electoral es más importante que el problema seguridad. También se plantea el aumento de penas, que sabemos históricamente que no es un tema que tenga un impacto en el corto ni en el mediano plazo; y una pregunta sobre permitir la extradición de ecuatorianos, que ya se hizo con (Guillermo) Lasso en otro referéndum. Es decir, es una forma de deshacer el legado de la Revolución Ciudadana. Es la única forma de deshacer algunos de los derechos que no les gustan.
En medio de eso, hay dos preguntas que son sobre la economía en donde, según las encuestas, comenzó a peligrar el Sí. Una es sobre permitir el trabajo por hora y, otra, sobre la vuelta a los arbitrajes internacionales en los tratados bilaterales de inversión, que están prohibidos en la Constitución. Ecuador denunció todos sus tratados con arbitraje inversionista-Estado porque es una estafa. Esto empata con que Noboa acaba de estar en visita presidencial en Canadá donde lanzó una fuerte agenda minera. Canadá es uno de los principales inversores en el país y el grupo Noboa tiene intereses mineros y hay ya acciones de ese grupo en juego, que no hay que perder de vista. Es un círculo perverso porque muchas veces hay evasión tributaria y luego tienen incentivos tributarios para traer la inversión extranjera, es un negocio redondo porque evades impuestos y luego vuelves a invertir con incentivos tributarios. Noboa es campeón en eso, parece que ahí hay intereses personales del presidente. Todo eso ha hecho mucho ruido en el Ecuador y el voto para el No estaba creciendo. ¿Qué hace Noboa? Una cortina de humo, el tema Glas, ordena el asalto a la embajada de México. Eso lo hace ver como un hombre fuerte, con mano dura, un (Nayib) Bukele chiquito (N de R: en referencia al presidente de El Salvador), que no le tiembla la mano, que no le teme a la consecuencia. Esa es un poco la imagen que está queriendo dar. Lo vemos con chaleco antibalas, de militar. Creo que ese es el cálculo político. Hay que ver si le sale, porque, como decía, otra parte de la ecuación es el desconocimiento. Creo que no se esperaba una reacción internacional así. Lo cual demuestra la gravedad del asunto. Creo que estaban dispuestos a pagar un costo, pero que no habían calculado cuánto. El tercer punto tiene que ver con la arrogancia. La autoconfianza desmedida de este presiente joven, hijo de multimillonario, que no tiene asesores, que no escucha, que toma las decisiones él solo. Creo que una persona ilustrada puede tomar decisiones por sí sola, pero una que no, tiene que asesorarse.
- Hizo una caracterización de Noboa a lo Bukele, un presidente que logró cercar a la oposición en su país. De alguna manera, en Ecuador pareciera estar habiendo una suerte de persecución hacia la oposición, ¿en qué lugar queda el correísmo en este contexto y cómo piensan hacerle frente?
En un lugar muy complicado porque la acción y la señal que manda Noboa es profundamente autoritaria y antidemocrática. Si estás dispuesto a irrespetar las reglas del juego internacional de esa manera, imagínate lo que implica eso para el derecho nacional. Tuvo el repudio de todos, de Rusia y de Estados Unidos, de (presidente argentino, Javier) Milei y de (el de Venezuela, Nicolás) Maduro. Ahí hay un elemento, por decir lo menos, de necedad; por decir lo mucho, de autoritarismo. Es muy preocupante y lo hizo, obviamente, para apresar a una figura de la oposición violando el asilo diplomático. Ahora hay un retorno de la persecución. Noboa ganó con una campaña apolítica, de no política. Si bien no estábamos de acuerdo con su postura, no manifestaba un odio terrible y visceral contra el correísmo, como había con (Guillermo) Lasso, que era el anticorreísmo puro y duro. Al principio hubo ciertos acuerdos, pero eso duró muy poco tiempo. Cuando él ya no logró dar respuestas de seguridad profundizó el bilateralismo con Estados Unidos para que venga a resolverle el problema, cuando el papel fundamental es el del Estado, de construir una buena institucionalidad, de hacer pública social transversal para bajar la inseguridad como habíamos hecho nosotros. Pero al llegar Estados Unidos, de repente, se cierra el proceso de negociación política que teníamos y se vuelve a una suerte de estatus quo que estaba antes de las elecciones: otra vez estamos frente a un Gobierno que busca polarizar con el correísmo, habla de narco correísmo y trata de culparnos por la inseguridad, cuando al correísmo le fue re bien. Éramos el segundo país más seguro de la región cuando Correa terminó su mandato… Cambió su discurso antes de entrar en la embajada. Se ha visto una suerte espiral en cuanto a su agresividad. Está exacerbado frente a un correísmo que está en la oposición. Una oposición dura y que, en lo que queda el mandato de Noboa, va a estar polarizado. El correísmo ya no va a cooperar como tenían la intención cuando comenzó el Gobierno.
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- Mencionó a Estados Unidos y, justamente, López Obrador sostuvo en conferencia de prensa que esta acción Ecuador no la podría haber llevado a cabo sin el aval de “fuerzas imperialistas”, ¿qué rol cree que tuvo Estados Unidos en esta situación? ¿Cree que consultaron a la embajada?
No sé. Me atrevo a pensar -quizá peque de ingenuo- que no consultó a Estados Unidos. No creo que Estados Unidos le haya dado luz verde. Creo que la relación con Estados Unidos es importante, pero a la vez es un país que tiene una preocupación importante sobre la seguridad de sus sedes diplomáticas, porque es uno de los países que, por su presencia en el mundo, tiene mayor riesgo. Siempre hace hincapié en la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, creo que eso es más importante que su relación bilateral con Ecuador. Creo que el mensaje de López Obrador fue para que se corrija el comunicado inicial, que es verdad que era muy flojo. Si bien denunciaba al Ecuador y hacía un llamado al respeto al derecho internacional, terminaba como poniéndolos a la par. Sabemos que después de ese comunicado el Gobierno mexicano se comunicó molesto con la Casa Blanca –parece que el mismo López Obrador- y le hizo llegar el video que tenían del asalto. A renglón seguido, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, salió a dar unas declaraciones muchísimo más fuertes, bastante tajante. Ahora, si el Gobierno de Noboa lo conversó con la embajada y le dieron la luz verde, es muy grave. Pero me llamaría la atención. Fijate, por lo que pude investigar, hay un solo caso en la CIJ de precedente. Es una demanda contra Irán, en 1979, que fue ganada por Estados Unidos. Y hubo, incluso, una orden para que Irán pague reparaciones a la sede por haber agredido al personal.
- En esa misma línea, el Consejo Permanente de la OEA ya se pronunció y no emitió una acción concreta contra Ecuador, ¿a quién beneficia esa posición? Ecuador, a pesar de haber votado en soledad, festejó la resolución al considerar que “se ve el incumplimiento del uso de las sedes diplomáticas”.
La declaración me parece clara. Hay una denuncia evidente al comportamiento de Ecuador y, lo que había que decir, se dijo. Hay una que otra cláusula que, por tratar de no polarizar demasiado, se menciona el derecho de asilo. Pero es una gran derrota para política. Son 29 votos a favor de la condena. Perdió Ecuador. Sí es importante subrayar que la OEA tiene muy pocas herramientas para sancionar. Ahí, quienes sancionan y pueden castigar son las Naciones Unidas, pueden ordenar el pago de compensaciones o, incluso, llevar el caso al Consejo de Seguridad, que puede ordenar medidas sancionatorias muy contundentes. Lo interesante es que México no estuvo durante la votación porque la estrategia de ellos es con las Naciones Unidas y, también, por no querer influenciar la resolución, porque ellos son los agredidos y querían que fueran los países latinoamericanos los que se solidaricen de forma espontánea, lo cual sucedió. No estar presente fue una señal de respeto a la decisión del Consejo Permanente, además de guardarse la estrategia jurídica y bilateral. Por lo demás, las intervenciones en la OEA fueron muy fuertes. Ecuador paso un mal rato, hasta el secretario general, (Luis) Almagro, que tiene una pésima relación con el gobierno mexicano, tuvo declaraciones súper firmes. Otro no menor fue Brasil. Creo que hay que leer a la OEA de forma multidimensional, los gobiernos de Milei, de (Uruguay, Luis) Lacalle Pou, votaron en contra de Ecuador. Evidentemente iba a ser más rebajada de tono para que la votación fuera casi unánime.
- ¿Qué esperan de la CELAC?
La CELAC es importante. Ojalá haya un rechazo profundo. Lo que vayan a decir los países es fundamental. Hay un exhorto cada vez más fuerte, y ahí hay que ver si Brasil lo hace, que es que se vuelva al estatus quo de antes. Es decir, que se entregue a Jorge Glas a México para que se restablezca la situación de persona protegida por el asilo. Eso podría ser una forma de resolver el impasse. Lo que pasa es que, por los motivos de tinte electoral que narré, me imagino que Noboa no ha de ser muy favorable a eso.
- ¿Van a acompañar las acciones de México ante la CIJ?
México es un Estado soberano, ellos son los agredidos. Ha sido violada su sede. Tienen todo el apoyo nuestro y de la comunidad internacional. Por supuesto, estamos aludidos porque lo que ha sucedido es el secuestro de un compañero nuestro, pero ahí los actores no estatales no jugamos un papel. Lo que podemos hacer es apoyar y pronunciarnos en favor de que se repare esto. Lograr reparación es para México, para Ecuador, para Jorge Glas, pero también para la comunidad internacional. Si no hay consecuencias, si no hay castigo, si Ecuador se sale con la suya, entonces mañana cualquier país puede violar la soberanía de cualquier otro, puede meterse en cualquier embajada, puede violar la institución del asilo, si lo puede hacer Noboa, lo puede hacer cualquiera. Ni en las dictaduras de Pinochet (en Chile) ni de Videla (en Argentina) se atrevieron a hacer eso.
- ¿Cuáles pueden ser esas medidas o sanciones para Ecuador, más allá de la suspensión de la ONU que pidió México, y cómo pueden llegar a impactar?
Puede ser muchas y no todas son tangibles. Puede ser una sanción económica dictada por la CIJ, pero no son medidas que van quebrar el Ecuador, se trata de que sus élites se den cuenta de la gravedad. Que sientan el oprobio de la comunidad internacional, que no sea algo pasajero, que nadie se quiera tomar la foto con Daniel Noboa en el tiempo que le resta de su periodo de presidencial. Creo que hay que hablar en términos de memoria, de consecuencias sobre la confianza de este Gobierno, ojalá sin que haya consecuencias sobre el pueblo, pero sí que los países del mundo vean que Noboa, que era el que había llegado a la presidencia con apenas 35 años y parecía ser una promesa, pues, que no es tal promesa y que esto le costó, más allá de los dólares, prestigio internacional.
- ¿Cómo cree que impacta en la región esta situación más allá de Ecuador y México, en un contexto en el que pareciera que las tensiones entre los gobiernos están cada vez más presentes?
Es terrible. Tenemos una derecha muy reaccionaria en América Latina. Aunque no es un fenómeno latinoamericano, tenemos de élites que se aferran a privilegios. Digamos, son élites a las que les gusta más la desigualdad que la modernidad, les gusta más la desigualdad que el progreso. Diría, tenemos élites latinoamericanas que les gusta más la desigualdad que la prosperidad. Es impresionante. Entonces estas elites latinoamericanas que les gusta más su relativa posición de poder en la sociedad más que el progreso de todos, cuando hay vientos de cambio como lo hubo América Latina en las últimas dos décadas, tienen una reacción fuerte. Se oponen férreamente a que haya más igualdad y eso ha significado polarización doméstica y polarización regional. Obviamente, la integración ha sido víctima de estos desencuentros. Es lamentable, es muy triste, porque lo que necesitamos es integración latinoamericana. Solos, divididos, no dejaremos de ser países relativamente vulnerables, periféricos, sin mucha influencia en el sistema internacional. Es lo que siempre han hecho las potencias: divide y reinarás. Obviamente, lo que tenemos que hacer es unirnos para que nuestra voz sea escuchada, poder tener economía de escala, cambiar nuestras matrices productivas y no ser tan dependientes.