Los miembros del Mercosur se reúnen este martes en la cumbre de presidentes en Montevideo con la mesa puesta para una discusión tensa y, quizás, en malos términos. El mal clima lo instaló la noche del miércoles pasado el propio anfitrión, el presidente Luis Lacalle Pou. “Uruguay presentó formalmente ante Nueva Zelanda la solicitud de ingreso al CPTPP (Acuerdo del Transpacífico)", escribió en su Twitter, pese a que sus socios del bloque -Argentina, Paraguay y Brasil- ya habían advertido que se “reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses en los ámbitos jurídico y comercial”.
No es la primera vez que el país del otro lado del Río de la Plata se desmarca de sus socios del bloque comercial suramericano, pero es la primera vez que el resto de los miembros del Mercosur se unen para lanzar una advertencia que, de concretarse, marcaría un hito poco alegre en este proceso de integración con consencuencias hoy imprevisibles.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
La llegada al Ejecutivo uruguayo de la alianza que comanda Lacalle Pou estuvo desde el inicio marcada en la agenda de política y comercio exterior por una visión en particular basado en abrir la posibilidad de rediscutir el Tratado de Asunción que establece la pauta por la que se rigen los países que la conforman y que propone la adopción de una política comercial común. Lo intentó con la Unión Europea y, también, con China. En ambas ocasiones generó el malestar. Para más, este anuncio llegó en vísperas de una nueva Cumbre del Mercosur, que comenzará este lunes con un encuentro de cancilleres y culminará el martes con la reunión de presidentes.
En ese sentido, son varios los ejes que se ponen sobre la línea de observación: las características del acuerdo en sí mismo –que ya están planteadas y no admite posibilidad de negociación al ingreso-, los límites que propone en Mercado Común del Sur para sus propios socios y las posibles represalias.
¿En qué consiste y qué es el Acuerdo del Transpacífico?
Este acuerdo, también conocido como TPP11 y firmado en 2016, es un tratado de integración económica en la región de Asia Pacífico y uno de los acuerdos de libre comercio más grande del mundo. Lo conforman: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Aunque, en sus inicios había sido impulsado por Estados Unidos, la superpotencia terminó por hacerse a un lado una vez que Donald Trump llegó a la Presidencia y, así, cedió el liderazgo de la alianza a Japón.
Entre sus objetivos se propone, según establece en el texto, “oportunidades para la aceleración de la liberalización regional del comercio y la inversión”. Cuenta con capítulos sobre administración aduanera, comercio, inversión, comercio transfronterizo, telecomunicaciones, propiedad intelectual y patentes, entre otros.
El docente e investigador uruguayo del Programa de Estudios Internacionales de la Universidad de la República de Uruguay y doctorando de la Universidad Complutense de Madrid, Damián Rodríguez, por su parte, definió ante El Destape este acuerdo como un “proyecto mega-regional, pensado para generar una barrera de contención ante el proceso económico y expansionista de China”.
Para Uruguay, en ese sentido, lo que representa un mayor desafío es el capítulo de inversiones, servicios y finanzas. “Durante la década de 1990, Uruguay batalló mucho por la preservación de las empresas públicas y los principales servicios como la luz, las telecomunicaciones y el agua, por ejemplo, que tienen monopolio resguardado por la Carta Magna. Estos acuerdos tienen un gran componente antimonopólico, justamente, para que las empresas de esos países compitan en las mismas condiciones”, sostuvo y advirtió posibles cambios constitucionales en caso de adhesión plena.
MÁS INFO
El “costo” a evaluar –estimó el académico- “es justamente poner sobre la mesa la regulación de servicios que en Uruguay tienen una tradición pública, como la educación y la salud, entre otras, en donde el desafío es qué margen de maniobra de autonomía va a tener un país chico que tiene un desarrollo desigual”.
En la actualidad, hicieron la solicitud formal para su ingreso China, Taiwán, Corea del Sur, Costa Rica, Ecuador y Reino Unido, cuyo pedido está siendo analizado. El proceso es lento: una vez entregada la carta a Nueva Zelanda, país depositario del acuerdo, se pone en marcha un mecanismo de evaluación y todos los Estados parte deben estar de acuerdo.
Los límites del Mercosur
En marzo de 2021, durante la Cumbre para conmemorar el 30° aniversario de la firma del Tratado de Asunción, que dio nacimiento al Mercosur, Lacalle Pou pidió ante sus socios discutir la flexibilización: “Uruguay necesita que técnicamente, y sobre todo políticamente, el Mercosur tome una decisión al respecto”, pidió en la reunión virtual y dijo que el bloque “no puede ser un lastre”.
Ante esa propuesta, el presidente argentino, Alberto Fernández, lamentó la consideración de su par y lo invitó a que se “tome otro barco”.
“Nosotros volvimos a entrar en una fase de reprimarización y el Mercosur se olvidó de fortalecer los encadenamientos productivos regionales o de poner en marcha un proceso de complementariedad productiva que lleve a diversificar nuestra estructura”, estimó Rodríguez ante este medio para señalar un “debe” de la alianza suramericana. Para él, allí pesan “los intereses de los sectores agrícola ganaderos, de los agronegocios”, que marcan la economía política y que serían los sectores “beneficiados” en la flexibilización para la venta de commodities.
La política exterior de Lacalle Pou
Rodríguez, por su parte, sostuvo que la postura del presidente uruguayo se puede resumir con la frase “más mercados, menos aranceles”. Pero advirtió: "Se tiende a confundir esta diversificación de mercados con amplitud de mercados. Uno puede abrir, pero vender el mismo producto al mismo valor, tiene un límite”.
Ante los límites del Mercosur con una base “desindustrializada”, de provisión de materias primas de grandes potencias y “la falta de un proyecto que tienda a fortalecer el valor agregado y a diversificar la canasta exportadora”, Lacalle Pou sienta su posición de “impugnación del regionalismo y de la integración” y de representación de los intereses del campo. Justo en momentos en los que la llegada de presidentes como Gustavo Petro, en Colombia; y Luiz Inácio Lula da Silva –sobre todo- en Brasil, reactivan el run run de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y ponen en agenda el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
En otras palabras, para Rodríguez, esta “es la historia de la disputa por las fuerzas sociales del campo con una visión más de librecambio y los sectores asociados a la industria que piden y exigen más protección para mejorar el desarrollo”.
El frente interno
Por su parte, para el analista político del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico, Nicolás Centurión "parece un acto sumamente ideológico y bastante fuera de tiempo por los tiempos que se están dando a nivel mundial y a nivel interno”, según señaló a El Destape. Desde que inició su mandato la Coalición Multicolor uruguaya –en donde convergen liberales, conservadores y hasta un liderado por un ex militar- hubo cuatro paros generales para reclamar por aumentos en la canasta básica, entre otros puntos, y el sector de la educación es uno de los más movilizados en contra de reformas liberales, que copan cada vez las calles de Montevideo y se expanden en distintos puntos del país.
Las denuncias del opositor Frente Amplio por espionaje a dos senadores de la mano de su ex jefe de seguridad, Alejandro Astesiano, fueron el último escándalo desatado.
Las discrepancias con el Frente Amplio no tardaron en aparecer. El presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio, Ariel Bergamino, dijo al portal local Montevideo que el presidente invocó “como antecedentes unos estudios técnicos” que no se conocen ni son públicos, que no se conocen análisis ni participación social alguna en la decisión, que sólo fue informada.
Bergamino, en ese sentido, indicó que no se niegan a “encarar un estudio detenido, serio, profundo, del tratado, para ver qué beneficios pueden traer al Uruguay”. No obstante, calificó de “imprudente” la maniobra presidencial.
“El país está ejerciendo la presidencia pro tempore del Mercosur y la próxima semana albergará la reunión del Grupo del Mercado Común y la Cumbre del Mercosur. Seis días antes, sin que esté obligado por ningún plazo, por nada, da un paso de este tipo. Es una señal poco amistosa”, opinó el frenteamplista.
¿Se puede sancionar a Uruguay en el Mercosur?
Ante un escenario en donde es evidente la falta de consenso entre las partes, Lacalle Pou se escuda en que lo “asiste el derecho internacional”. El dilema que propone gira alrededor de la interpretación jurídica de si se puede avanzar o no bilateralmente en acuerdos comerciales y estará sobre la mesa durante el encuentro de este lunes y martes. Se vislumbra, entonces, lo obvio: “Una Cumbre marcada por las diferencias entre los miembros, particularmente entre Argentina y Uruguay”, dijo el analista internacional Ignacio Bartesaghi, al Canal 5 de Uruguay.
Al ser consultado sobre si es posible interponer sanciones, el especialista respondió que “ninguna porque no está negociando nada” y aclaró que esas decisiones se pueden activar cuando los acuerdos están vigentes.
“Lo que podrían hacer los socios es activar el sistema de solución de controversias, pero eso debería hacerse cuando están otorgando preferencias o que los acuerdos ya estén vigentes”, explicó. En tanto, la posibilidad de expulsión no está contemplada en el tratado, aunque sí se puede poner en marcha la suspensión: “Sólo en el marco de la cláusula democrática del protocolo de Ushuaia, que se está activando a Venezuela, por ejemplo. No existe la posibilidad de suspender por incumplimientos”.
Mientras tanto, los socios comerciales tienen la posibilidad de activar el mecanismo de controversias, en una Cumbre que, al momento contaría con la ausencia del presidente saliente de Brasil, Jair Bolsonaro. Ya, casi sin aliados externos y con el contrapeso que trajeron las elecciones del gigante sudamericano, el margen de maniobra parece achicarse para el mandatario uruguayo.