La Revolución Cubana, en 1959, marcó un quiebre en la historia de ese país y de la región latinoamericana. La derrota a la dictadura de Fulgencio Batista de la mano del ejército rebelde de Fidel Castro, fue reconocida por el Gobierno estadounidense en un principio, pero pronto las relaciones diplomáticas entre ambos estados comenzaron a resquebrajarse: al país del norte no le gustaron las medidas económicas de Cuba y pronto comenzaron las restricciones que se extendieron y endurecieron con el correr de los años. La medida coercitiva y unilateral más longeva de la historia es rechazada de manera masiva por la comunidad internacional cada año desde 1992 en la Asamblea de las Naciones Unidas.
Este miércoles el Gobierno cubano se anotó un punto más en contra de Estados Unidos, como lo hace cada vez que pide que los países lo acompañen en su reclamo para ponerle fin a lo que algunos llaman “embargo” y ellos denuncian como “bloqueo”. La resolución sugerida por la gestión de Miguel Díaz Canel obtuvo el apoyo de 187 países –más allá de los desentendidos argentinos en la Cancillería-, con sólo dos votos en contra (Estados Unidos e Israel) y la abstención de Moldavia.
Como no es vinculante, Estados Unidos hace 32 años hace caso omiso al pedido de la comunidad internacional.
Historia de las relaciones entre Cuba y EEUU
La isla, como prácticamente toda América Latina y el Caribe fue colonia española. Durante las guerras de la independencia recibió ayuda del país del norte, que fue devuelta con una intervención militar, que llevó a la firma de un tratado para que Estados Unidos tuviera injerencia en las decisiones económicas que encontraron su fin con la Revolución Cubana. Ese momento, además de impulsar la nacionalización de las empresas, el Gobierno de Castro cambió su política exterior: hizo lazos con la entonces Unión Soviética.
Estados Unidos dejó de ser el principal inversionista y socio comercial de Cuba y su lugar lo tomó la ex URSS.
En ese momento, comenzó una ola de nacionalizaciones que incluyó tierras y refinerías de azúcar en la isla y llegó el primer paso en los embargos: el presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, prohibió las exportaciones de Estados Unidos a la isla, excepto medicinas y algunos alimentos. Le siguieron las decisiones que tomó John F. Kennedy, que extendió las restricciones, hasta que el Gobierno cubano avanzara en la compensación de ciudadanos estadounidenses. La administración Kennedy consideró en ese contexto que en su lazo con los soviéticos el Gobierno de Cuba actuaba en contra de los intereses de Estados Unidos.
Por su posición estratégica a nivel geopolítico, fue inevitable que la isla también quedara en medio de la tensión entre las potencias que se disputaban el poder del orden mundial en ese momento. En octubre de 1962, en medio de la Guerra Fría, la Crisis de los Misiles significó para el país caribeño un bloqueo naval para evitar la llegada de más armamento con capacidad nuclear, que duró hasta noviembre de ese año.
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El bloqueo económico, en tanto, continúa con pequeños vaivenes hasta nuestros días. Durante el gobierno de Bill Clinton, las leyes Cuban Democracy Act (1992) y Cuban Liberty and Democracy Solidarity Act (1996) reforzaron las prohibiciones para el comercio que la isla pueda llevar adelante con otros países.
En especial, la conocida como la ley Helms-Burton nació con el objetivo principal de limitar las operaciones comerciales de otros países con Cuba. Entre otros puntos, la normativa impide que el embargo sea levantado sin autorización del Congreso; requiere el bloqueo obligatorio de las visas para individuos que se beneficiaron de propiedad confiscada por Cuba; y permite a estadounidenses nacidos en Cuba demandar a quienes confiscaron sus propiedades en la isla.
La época de la presidencia de Barack Obama fue nombrada como “el deshielo”, por las medidas para relajar las limitaciones, como la eliminación de restricciones de viaje, la retomada de los vuelos comerciales y aliviar algunas sanciones. Por ejemplo, en ese momento, se quitó a Cuba de la lista de países que “apoyan al terrorismo” y se reabrieron las embajadas en los respectivos países.
Con la llegada del republicano Donald Trump, en 2017, gran parte de esas políticas fueron echadas por tierra. Incluso, retornaron a Cuba a la lista de países que apoyan al "terrorismo", por lo que también es un reclamo por parte de la comunidad internacional su retiro de ese listado.
El bloqueo en números
A lo largo de todos estos años cada gestión cubana llevó adelante el conteo del impacto económico del bloqueo sobre la isla. Según el informe más reciente realizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, 25 días de bloqueo equivalen al financiamiento requerido para cubrir las necesidades del Cuadro Básico de Medicamentos del país durante un año, esto es 339 millones de dólares, aproximadamente.
Media hora de bloqueo, equivale al costo de las sillas de ruedas eléctricas y convencionales que se requieren para atender las necesidades del sistema de educación especial del país, es decir 256 mil 363 dólares aproximadamente.
“A precios corrientes, los daños acumulados durante más de seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 164 mil 141,1 millones de dólares. Tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de 1 billón 499 mil 710 millones de dólares”, sostienen, entre otros puntos en el informe presentado ante el Parlamento y la Asamblea de las Naciones Unidas.