Franklin Ramírez: “Hay un alineamiento pleno con la política estadounidense desde Lenin”

En entrevista con El Destape, el sociólogo ecuatoriano e investigador del Departamento de Estudios Políticos de Flacso explicó cuáles son los factores regionales que intervinieron en el crecimiento de la violencia en su país, junto con la falta de respuesta estatal.

16 de enero, 2024 | 00.05

¿Cuáles fueron los factores externos que colaboraron para que uno de los países más seguros de América Latina y el Caribe llegara a ser uno de los más peligrosos y homicidas en poco más de tres años? ¿Cuáles son las posibilidades de regionalización del conflicto y qué pueden hacer sus vecinos? La violencia en Ecuador llegó a su punto máximo y el Gobierno decidió responder con estado de excepción y la declaración de “conflicto armado interno”. Las señaladas como las responsables son las organizaciones criminales y narcotraficantes catalogadas por decreto como “terroristas” y “agentes beligerantes no estatales”. En entrevista con El Destape, el sociólogo y analista ecuatoriano Franklin Ramírez, hizo un repaso por la historia reciente, el rol de los Estados, los vínculos con Colombia, Perú y el lugar de Estados Unidos.

Ecuador, ubicado al noroeste de la subregión sudamericana, comparte fronteras terrestres con dos países. Al norte, con Colombia, son 586 kilómetros de planicies, espacio andino y amazonía. En el sur, de este a oeste, son 1529 kilómetros que comparte con Perú con paisajes, también, de los más variados. Al este tiene 460 kilómetros de costa sobre el océano Pacífico, sobre el que yacen sus puertos, hoy centro de disputa de poder. Ambos países, al norte y al sur, son señalados por las Naciones Unidas como los mayores productores de cocaína del mundo con 204.000 y 61.800 hectáreas cultivadas cada uno respectivamente.

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“Ecuador había sido un territorio de paz, creo, más, por los azares del destino”, sostuvo Ramírez. El avance de las políticas de desarme de las organizaciones guerrilleras en Colombia, la debilidad institucional peruana y la cola de Estados Unidos fueron tres de los factores que incidieron en el último tiempo para que la violencia se multiplicara y llegara a pasar, en 2023, los 40 puntos por cada 100 mil habitantes.

A entender de Ramírez, la declaración del conflicto armado interno, “supone reconocer que el Estado no tiene el monopolio de la violencia y es controvertible porque puede colocar a (las 22 organizaciones) en otro plano de reconocimiento político” en una acción que, para el analista, se asemeja a "la guerra contra el narco" dada en México que a la situación de El Salvador actual. Al margen, el mandatario cuenta con apoyo tanto de la sociedad como de la Asamblea Nacional, más allá de las diferencias políticas. Por su parte, los países de nucleados en el Mercosur, del Consenso de Brasilia y la OEA manifestaron su solidaridad. Lo que suceda de aquí para adelante, para Ramírez, en tanto, dependerá del lugar que tome Estados Unidos.

- ¿Cómo influyó la desmovilización de organizaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC) en Ecuador?

- En 2018, hubo un secuestro a tres periodistas ecuatorianos en la frontera norte con Colombia y en ese momento saltaron las alarmas sobre cómo se habían modificado las relaciones entre las fuerzas con armas en esa zona entre la guerrilla colombiana, los narcos, los paramilitares y los militares de ambos países. Hasta antes de la firma de los Acuerdos de Paz las Farc (2016) tenían una presencia fuerte en el Putumayo -zona selvática de frontera entre ambos países- con mandos homogéneos y centralizados, lo que les daba un poderío y una preponderancia sobre otras milicias, por ejemplo. Entonces había una suerte de acuerdo de no agresión entre las Fuerzas Armadas ecuatorianas y las Farc, no había descarga bélica entre ellos. El Plan Colombia (N de R: acuerdo bilateral entre EEUU y Colombia, entre 1999 y 2005, para combatir al narcotráfico), en tiempos de los presidentes Álvaro Uribe y George Bush, se mete en el conflicto la teoría del ‘yunque y el martillo’. Es decir, que los militares ecuatorianos sean un límite a las Farc, pero los militares ecuatorianos más por ellos mismos que por el poder civil, siempre fueron muy prudentes y no se quisieron meter. Cuando Uribe mete el bombazo al dirigente de las Farc Raúl Reyes –asesinado en ese momento-, los militares tenían un campamento y estaban descansando ahí. Por eso, a pesar de todo, no quiero decir que no había conflicto, existía todo el problema de contrabando de gas y de gasolina, pero no había una presencia de ida y vuelta de las diversas bandas narcotraficantes entre Colombia y Ecuador. Cuando matan a los periodistas, vemos que algo había cambiado. Su presencia se había acabado en ese territorio. Ahora existen una serie de milicias, algunas de las cuales se reclaman de la Farc, pero son actores vinculados al narco; hay presencia de grupos paramilitares y otras bandas criminales que se dedican a al minería ilegal. Es una fragmentación de los actores armados circulando con fuerza entre los dos territorios. Una de estas bandas fue la que dio de baja a estos periodistas.

- ¿Cómo enfrentaron esa situación después ambos países?

- A Colombia no le interesó controlar la frontera. Una vez que desaparecen las Farc cambia el mapa de amenazas y riesgos en la frontera norte. No hay una estrategia planeada, deliberada. En el marco del desmantelamiento del Estado en Ecuador, de reconfiguración institucional, esa zona no es repoblada y se sabe que hay una serie de estas bandas que empiezan a entrar con fuerza como parte de sus rutas de contrabando, de tráfico de drogas y minería ilegal. Eso facilita el traslado de cultivo del narco del sur de Colombia a Esmeraldas, norte de Ecuador. Una zona de mayoría población afro, que hoy es una de las provincias más peligrosas del país con un virtual control delincuencial con estado de sitio de facto. No hay ninguna presencia del Estado. Hay una competencia entre bandas por controlar el paso hacia al puerto de Esmeraldas. Hay una reconfiguración que explica mucho de la centralidad que pasa a tener Ecuador como puerto de salida de la droga colombiana, que ya casi que no es un paso, sino también que ya se habla como lugar de procesamiento de la droga. Esto fue un efecto no pensado de los Acuerdo de Paz. A pesar del Acuerdo tampoco es que hay claridad de cómo se ha desplegado el ejército colombiano en estos años en la zona de producción de cocaína, que ahora sale por otras rutas.

- Hay quienes culpan al ex presidente Rafael Correa por el aumento de la presencia de organizaciones criminales debido al cierre de la base de Manta, en 2009, en donde había operaciones estadounidenses. ¿Cuál es su mirada al respecto?

- Es parte del discurso anticorreista. Los datos muestran que se comenzaron a reducir los datos de inseguridad en esos años. En ese momento, se asumió con soberanía las cuestiones de seguridad. Fue (el expresidente que asumió ligado al correísmo y luego rompió con Revolución Ciudadana) Lenin Moreno el que hizo un acuerdo para que hubiera un avión radar estadounidense para supervisar las zonas de alta mar, pero aún así no para la cuestión del tráfico.

- La zona sur del país, también es una de las más asediadas por la violencia en Ecuador. ¿Cuál es la situación respecto a Perú?

- Si se mira el mapa de homicidios del país hay un foco duro en provincia de Esmeraldas, al norte; y en las provincias costeras, del litoral. Después, hacia el sur, las que delimitan con Perú: El Oro, Los Ríos, todas esas rutas que se conectan con el puerto de Guayaquil. Históricamente Perú y Colombia son grandes productores de cocaína. Ecuador había sido un territorio de paz, creo que más por los azares del destino. En ese sentido, hay dos cuestiones. El Perú, que es ‘limacéntrico’, es un país que en cinco años tuvo seis presidentes, toda la institucionalidad del país está en vilo constantemente. Esta descomposición política afecta la descomposición estatal. Seguramente una hipótesis se puede compartir respecto al Ecuador es que las bandas deben tener la misma capacidad de infiltración en el Perú con la Policía y el Ejército.

Por otro lado, la razón de ser de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, su mitología nacionalista y heroica tenía que ver con la guerra del Perú, de 1941. En 1998, cuando se firma el Acuerdo de Paz, entonces se piensa qué van a hacer esos militares ecuatorianos, cuya presencia siempre estuvo en la estrategia de Defensa. Con la Constitución de 2008 en Ecuador, logran preservar ese rol, su cultura institucional, su mirada de no meterse ni ocuparse de problemas internos, fue después que surgieron los nuevos problemas de seguridad, migración y drogas. Hasta ese momento, había un celo del mando militar de no entrar en esa lógica, porque era subordinarse al terreno policial. En octubre de 2019, Lenin Moreno saca a los militares a la calle, a partir de ahí ese imaginario de que los militares no pueden salir empieza a romperse. Con el último decreto lo que se pone en juego es la militarización del conflicto.

- ¿Cuáles son las zonas más afectadas en ese territorio?

- Las bananeras que vienen desde Perú hasta Guayaquil, donde está el puerto. Desde El Oro, que es la bananera más grande y sólo son cuatro horas hasta cruzar la frontera, es la zona más mortífera del país. Hay destacamentos militares que se ve que no están involucrados activamente en los controles de esos puertos, que son las zonas más calientes. Por otro lado, hay que sumar que con el caso de TC televisión cada vez parece más un montaje que otra cosa. Una operación para generar más unanimidad a la declaración de guerra, que no hay que descartar, para definitivamente cerrar la idea de que los militares tienen que actuar en cuestiones internas. Si fue así, les funcionó. Se refuerza esa declaratoria de guerra, que en Perú generó un debate.

- ¿Qué aporte pueden hacer esos países para contener? Hubo un cruce con las autoridades colombianas por el hecho de que Noboa propuso retornar a las personas detenidas de esa nacionalidad al país.

- Bueno, Petro ofreció su ayuda y Noboa la aceptó. El problema con Noboa es que es un novel político, había anunciado el Plan Fénix de seguridad y el escape de los capos de las organizaciones (Adolfo Macías, alias Fito, jefe de Los Choneros; y Fabricio Colón Pico, líder de Los Lobos) y los motines carcelarios le obligaron a ponerse sobre el asunto, pero no se veía ningún plan. Y sigue sin ser claro. Hay una declaratoria de guerra, en la que persiguen cuerpos racializados, con tatuajes y exhibiendo a las clases sociales más pobres como terroristas que es espantosa. Hay una persecución sobre los pobres y los excuidos, que han sido colocados ahí por las políticas neoliberales aplaudidas por todas las fuerzas políticas. No se sabe cuál va a ser la política económica, social y la propia política de seguridad. Metieron militares en las calles a dar bala y no se sabe más. Entonces, ¿qué le va a pedir Noboa a Petro? Puede ser que salga con algo tan risible como lo de retornar a los 1400 presos, pero también podrían ver cuáles son los corredores de drogas, llevar adelante políticas de cooperación, de inteligencia concertada entre Colombia, Ecuador y Perú, pero no hay un atisbo de que esto fuera a darse. Ahora Petro tiene una inteligencia estratégica y es él quien que puede tomar la iniciativa. Como ya la ha tomado a nivel de los foros internacionales condenando la estrategia de guerra al narcotráfico. Me parece que puede colocar esas líneas, que pueden llegar a chocar claramente con Ecuador. Dina Boluarte, capaz también le conviene meter una agenda securitaria, en el mismo sentido que ya lo viene haciendo en su país. En el caso de Petro veo iniciativas más difíciles.

- Se supo que el embajador de Estados Unidos en Ecuador, Michael J. Fitzpatrick estuvo en la reunión del Consejo de Seguridad Pública y del Estado (Cosepe) junto con Noboa, las fuerzas de seguridad y armadas el mismo día en que fue declarado el conflicto interno. ¿Cuál puede llegar a ser el rol del país del norte en esta situación?

- Hay un alineamiento pleno con la política estadounidense desde Lenin. El decreto de conflicto armado, al menos fue comunicado, no digo que fue consultado y autorizado, fue comunicado antes que a nadie a la embajada no hay dudas de eso. (El expresidente Guillermo) Lasso había adelantado un acuerdo -como se contó en esta nota- que, entre otras cosas, permitía emplear una presencia directa de fuerzas armadas estadounidenses en nuestro territorio, con impunidad, sin juicios, que es una barbaridad porque además es bastante contrario a la soberanía nacional. Esta declaración de conflicto armado interno puede terminar desembocando en una presencia directa de los Estados Unidos en el conflicto, no digo con tropas, pero sí con apoyo logístico, aviones, radares. Eso está sonando con mucha fuerza. La Corte Constitucional lo tiene que aprobar y puede suceder. Cerraría la pinza. Un acuerdo de varios frentes, que tiene un componente, militar, tecnológico que viene activándose con fuerza con Lenin Moreno. Por otro lado, los temas de migración y narco son problemas fundamentales de la política exterior estadounidense y esto ya se está yendo de las manos por completo. En ese sentido, hay una eventual regionalización del conflicto ecuatoriano por como Estados Unidos lo vaya a abordar. Subordinaría al país a la lógica de Washington.