Los problemas que la pandemia por coronavirus le trajo al mundo hicieron poner en un segundo plano lo que ocurrió en Chile hace exactamente un año, cuando miles de personas de todo el territorio se movilizaron para realizarle diferentes reclamos al Gobierno de Sebastián Piñera. No es casualidad que, en julio de 2019, dicho mandatario le enviara un elogio a su amigo Mauricio Macri, con quien además comparte ideología: "Todo lo que ha hecho es lo que hay que hacer".
El detonante de los reclamos fue cuando el Oficialismo anunció -el 6 de octubre de 2019- el aumento de las tarifas del sistema público de transporte en Santiago. Varios días después, una multitud se organizó para llevar adelante marchas y protestas en el Metro de la mencionada ciudad.
El 25 de octubre de 2019, se llevó a cabo la manifestación más grande de Chile: marcharon más de 1.200.000 personas en Santiago. A nivel nacional, se estima que hubo más de 3 millones.
Las movilizaciones crecieron y los reclamos aumentaron: el Pueblo también se movilizó debido al gran descontento social y económico, el flojo mandato del Gobierno neoliberal de Piñera, el aumento de desempleo, el alto costo económico y el abuso de poder por parte de las autoridades de seguridad. Sin embargo, los Carabineros (policía nacional chilena) respondieron con absoluta violencia, dejando un saldo de 34 muertos y miles de heridos.
El Destape dialogó con Carlo Maccheroni -profesor de fotografía que cubrió las manifestaciones- y brindó un crudo testimonio sobre lo vivido en el país trasandino, que el próximo domingo 25 de octubre tendrá un Plebiscito en el que la población votará si pretende o no la redacción de una nueva Constitución.
El testimonio del fotógrafo Carlo Maccheroni sobre la situación en Chile, en diálogo con El Destape:
Acerca del aniversario por las movilizaciones, comentó: "Se cumplió un año de las manifestaciones más prolongadas y masivas que Chile ha visto en su historia. Son manifestaciones que comenzaron con el acto simbólico de cientos de estudiantes saltando los torniquetes del metro de Santiago después del alza de 30 pesos en los pasajes. Saltar los torniquetes no era con la intención de no pagar el metro y nada más. Fue el acto simbólico para hacer huir a la clase política que en Chile, las personas, se sienten abandonadas".
Qué es lo que se reclama en Chile: "No son 30 pesos. Son 30 años en los que la democracia no cumplió con la expectativa de un pueblo que, aunque muchos defiendan, los números de lo que sucedió desde Pinochet en adelante, el sentir es de orfandad. Las cientos de manifestaciones ininterrumpidas y todas las interrumpidas por la pandemia hablan, por sobre todo, de un país que quiere ser escuchado. Ha habido violencia, ha habido represión, a nivel que tuvimos que lamentar como país no sólo ver uniformados levantarse contra manifestantes sino también jóvenes heridos, muertos..."
La persecución del Gobierno de Piñera a los periodistas y fotógrafos: "Algunos de los más afectados desde el comienzo fuimos los que portábamos cámara: fotógrafos y aficionados. Justamente, ha sido con imágenes que se ha escrito este episodio de la historia del país. El aire carnavalesco con el que se viven las manifestaciones masivas, se contrasta enormemente con el enfrentamiento entre la primera línea y Carabineros. Esa posibilidad de estar lejos de la lucha es lo que hizo que millones de personas se congregaran al mismo tiempo en las plazas y calles más icónicas de todo Chile"
Cómo está actualmente el conflicto entre el Pueblo y el Gobierno en tiempos de pandemia: "A fines del año pasado, la clase política se reunió todas las noches en la sede del Congreso de Santiago para hacer ver al país que sí han prestado atención a las demandas y que darán espacio a un plebiscito que votaremos en unos pocos días más. Pero como dicen en las calles, no hay nada que celebrar. Básicamente, porque es una clase política que dice saber cómo arreglar las cosas, pero que no se dan cuenta que la mayoría de las demandas son contra ellos. A pocos días de vivir el sufragio más significativo para esta generación, nos encontramos con un Chile dividido y radicalizado. Con desencanto, desilusiones y desconfianzas, hoy la discusión ha llegado a las mesas de la mayoría de las familias. Las manifestaciones no quieren bajar: todo lo contrario. Sea para celebrar o para exigir los derechos, Chile despertó y encontró su lugar en las calles. Y de ahí, no se quieren mover".