El primer ministro japonés, Fumio Kishida, dijo hoy en Seúl que le causa dolor pensar en el sufrimiento de los coreanos durante la colonización japonesa, al reunirse con el presidente de Corea del Sur por segunda vez en dos meses y renovar promesas de superar un encono histórico y de estrechar la cooperación para enfrentar a Corea del Norte.
"Me duele el corazón porque mucha gente pasó por una experiencia muy difícil y triste en las duras circunstancias de aquella época", declaró Kishida en Seúl junto al presidente Yoon Suk-yeol en el marco de una visita de dos días a Corea del Sur que sigue a otra del mandatario surcoreano a Tokio en mazo pasado.
Los vecinos asiáticos, ambos aliados clave de Estados Unidos, estuvieron enfrentados por temas históricos ligados a la brutal ocupación colonial japonesa de la península coreana, de 1910 a 1945, que incluyó esclavitud sexual y trabajo forzado; pero en años recientes han protagonizado un acercamiento.
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Yoon recibe críticas en Corea del Sur de quienes piensan que es demasiado indulgente con Japón sin obtener nada a cambio. Kishida no pareció formular la nueva disculpa firme y decidida que muchos surcoreanos esperaban, pero su empatía con las víctimas surcoreanas indica una predisposición a continuar reparando vínculos.
"Japón y Corea del Sur comparten una historia y desarrollo variados, y es mi deber como primer ministro de Japón cooperar con el presidente Yoon y la parte surcoreana mientras heredamos y seguimos el esfuerzo de aquellos, entre nuestros predecesores, que también superaron tiempos difíciles", agregó Kishida junto a Yoon en conferencia de prensa.
Kishida aterrizó hoy en Seúl para la que es la primera visita de un premier japonés a Corea del Sur en más de una década.
De inmediato se dirigió al cementerio nacional de Seúl, donde están enterrados veteranos de guerra, incluidos los que lucharon contra el mando colonial japonés, para dejar una ofrenda floral y ofrecer sus respetos.
Las visitas recíprocas de Kishida a Seúl y de Yoon a Tokio buscan en gran medida resolver amargas disputas causadas por fallos judiciales de 2018 emitidos en Corea del Sur que ordenaron a dos empresas japonesas indemnizar a algunos de sus antiguos empleados coreanos por el trabajo forzoso de la era colonial.
Japón se niega a acatar los veredictos, con el argumento de que todos los problemas de compensación ya se resolvieron cuando los dos países normalizaron sus relaciones en 1965.
La disputa llevó a los dos vecinos a degradar el estatus comercial de cada uno.
Las tensiones entre Corea del Sur y Japón complicaban los esfuerzos de Estados Unidos para construir una alianza regional más fuerte para enfrentar mejor la creciente influencia china y las amenazas nucleares de Corea del Norte.
Estados Unidos tiene 28.500 soldados en Corea del Sur y unos 50.000 en Japón.
En su reunión de marzo en Tokio, el premier Kishida y el presidente Yoon acordaron levantar sus restricciones comerciales, y el líder japonés invitó al surcoreano a la cumbre del G7 de este mes en Hiroshima.
Yoon recibió esta noche a su huésped en la residencia presidencial con una cena.
El hecho de que el dirigente japonés se dirigiera directamente al cementerio nacional de Seúl para ofrecer sus respetos es un hecho destacado, comentó a YTN News Lim Eun-jung, profesor de la Universidad Nacional Kongju.
Kishida señaló hoy que los dos gobernantes tendrán "intercambios francos" sobre los reclamos históricos entre los dos países.
Unos 100 surcoreanos protestaron ayer contra la visita de Kishida.
Los intentos por resolver sus diferencias se dan en momentos en que el líder norcoreano, Kim Jong Un, intensifica el desarrollo y prueba de armas.
En respuesta, Estados Unidos y Corea del Sur aumentaron su cooperación en defensa, con una serie de grandes ejercicios militares, incluyendo dos con participación japonesa.
Con información de Télam