Este lunes, mientras continuaba llegando a la región cercana a Gaza convoys con tanques y vehículos blindados y se movilizaban al menos 100.000 reservistas para lo que muchos temen será una nueva invasión terrestre del pequeño y abarrotado territorio palestino de Gaza como represalia al masivo ataque del sábado que mató a 700 israelíes, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, anunció: "Di la orden para un bloqueo total sobre la Franja de Gaza. No habrá electricidad, alimentos, combustible, todo quedará cerrado. Estamos peleando con animales humanos y actuamos de manera acorde". Un castigo colectivo de este tipo es duro para cualquier población, pero el efecto que tendrá sobre una que ya está al borde de una crisis humanitaria es potencialmente devastador.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
La Franja de Gaza es un pequeño territorio, no llega a ser el doble de la Ciudad de Buenos Aires. Tiene 360 kilómetros cuadrados, 41 kilómetros de largo y apenas de 6 a 12 kilómetros de ancho, según la zona. Al sur limita con Egipto, al oeste está el Mar Mediterráneo -el actual aprovecha muy poco porque Israel le permite pescar solo en las primeras 3 millas náuticas- y todo el resto de los límites de facto -no es una frontera real porque no existe un acuerdo de paz que haya establecido de manera formal el mapa acá- son con el sur de Israel. En 2006, el movimiento político y grupo armado palestino Hamas ganó las elecciones legislativas en 2006 y se convirtió en el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) hasta que una guerra intestina con Fatah, la otra fuerza mayoritaria palestina y partido del histórico líder Yasser Arafat y del actual presidente de la ANP Mahmud Abbas, abrió la puerta a una ofensiva diplomática de las potencias occidentales contra Hamas y el inicio de un bloqueo por aire, tierra y mar de Israel en 2007, que aún hoy continúa.
Desde entonces, además, Israel lanzó cuatro ofensivas masivas contra este territorio, del que nadie puede salir, salvo contadísimas excepciones. En total, sumaron 92 días de bombardeos aéreos y, en algunos casos, combates cuerpo a cuerpo en el terreno. Miles de palestinos murieron, la mayoría civiles. Miles de casas fueron destruidas, al igual que parte de la infraestructura que garantizaba los servicios básicos entre una población que supera los 2,1 millones de habitantes, de los cuales la 1,5 millones son refugiados registrados por la ONU, es decir, que tuvieron que abandonar sus hogares en 1948 o en 1967 en lo que hoy es Israel o los territorios palestinos ocupados de Jerusalén este y Cisjordania.
MÁS INFO
La densidad demográfica, es decir, la cantidad de personas que vive por kilómetros cuadrados es una de las más altas del mundo y, pese a que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, les pidió en los últimos días que abandonaran la zona porque prometió una represalia masiva contra Hamas, no pueden salir porque las fuerzas armadas israelíes no lo permiten. Según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ya hay 137.000 personas desplazadas que buscaron refugio en sus instalaciones.
Ya antes del anuncio del endurecimiento del bloqueo israelí, la situación humanitaria era dramática. Sin capacidad de potabilizar el agua, el 96% no es apta para ser bebida, además los últimos cálculos estimaban que un hogar tenía en promedio 13 horas de electricidad por día. Según un estudio publicado por la ONU a principio de año, el 81% vive debajo de la línea de la pobreza: el 23% de los hogares se describe como "extremadamente pobre", el 45% como "pobre" y el 32% como "moderadamente pobre". Además, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (Unrwa) informó recientemente que 1,9 millones dependen de ella para el acceso a la salud y 1,2 millones, para conseguir alimentos.
Este estudio, además, había establecido que el 77% de los hogares había tenido que reducir su consumo de alimentos y un 85% de los entrevistados contó que había tenido que empezar a comprar "sobras" en el mercado para poder sobrevivir, mientras que otros 59% ya dependía de la ayuda que conseguía de familiares. Un punto a destacar es que, a diferencia de lo que sucede en otros conflictos vinculados a diásporas importantes, solo el 3% de las familias consultadas en el estudio dijeron recibir remesas de seres queridos en el exterior.
Otro punto central en el deterioro de la calidad de vida en la Franja de Gaza es la escasez crónica de combustibles y energía. En los últimos años, la compra de electricidad y combustibles se convirtió en el segundo gasto de las familias y, luego que Israel anunciara que sacara al territorio palestino ocupado de la red eléctrica, nadie duda que los precios se dispararán aún más.
Hospitales, muertos y enfermos
La imagen se repite en cada ofensiva militar israelí. Los principales hospitales de la franja se colapsan y, ante la interrupción de la entrada de ayuda, se quedan sin medicamentos e insumos básicos para atender al flujo constante de heridos. Los bombardeos aéreos israelíes comenzaron el mismo sábado del ataque de Hamas contra Israel y desde entonces no han cesado, por el contrario, cada vez crecen más. El saldo de víctimas según las autoridades locales es de casi 500 muertos y más de 2.000 heridos, incluidas familias enteras con varios niños.
Las organizaciones humanitarias y la ONU que trabajan en el territorio ya encendieron todas las alarmas porque no solo no pueden entrar los suministros que necesitan, sino que además varios países europeos -incluidos los principales donantes de Unrwa, la agencia para los refugiados palestinos, como Alemania- ya anunciaron que suspenden su ayuda o están analizándolo. Organizaciones médicas internacionales más pequeñas ya advirtieron que, al ritmo que está escalando el conflicto, no tiene material y medicamentos para operar más allá de esta semana.