Las últimas semanas han sido testigos de una escalada de violencia en el Medio Oriente como no se veía hace décadas y que hace temer una guerra regional con consecuencias en todo el mundo. Después de que Israel hiciera explotar cientos de beepers y walkie talkies en el Líbano y luego matara al máximo líder de Hezbollah, sus fuerzas militares comenzaron a bombardear Beirut, causando cientos de muertos la semana pasada. En respuesta, Irán lanzó alrededor de 200 misiles contra la zona de Tel Aviv, la mayoría de ellos interceptados. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró poco después: “Irán ha cometido un grave error esta noche y pagará las consecuencias”. ¿Cómo llegamos a este nivel de escalada? La respuesta obliga a recordar los últimos 12 meses de ofensiva militar israelí contra el territorio palestino de la Franja de Gaza.
El conflicto israelí-palestino lleva más de 100 años. Aunque en los años 90 los Acuerdos de Oslo generaron la esperanza de una resolución a largo plazo, nunca se cumplieron del todo. La llegada del movimiento islamista Hamas al poder en Gaza en 2007 sacudió la política israelí, que decidió un bloqueo total, y dividió a la dirigencia palestina, que separó hasta hoy al gobierno de Gaza del de Cisjordania. Desde entonces y después de tres ofensivas masivas israelíes (2008, 2012 y 2014) esta pequeña franja de tierra de 40 kilómetros de largo se ha deteriorado drásticamente hasta convertirse en “la prisión al aire libre más grande del mundo”. La malnutrición y el desempleo, que llega al 50%, se han disparado aún más este último año. La ONU hace meses que calificó la situación como una crisis humanitaria y el saldo de víctimas ya supera las 41.000 y los heridos rondan los 100.000.
El repaso de los últimos 12 meses
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En la mañana del sábado 7 de octubre, comandos de Hamas lanzaron el mayor asalto jamás visto desde Gaza contra Israel. Más de 2.000 milicianos cruzaron los muros que rodean la franja. Tras tomar puestos militares, comenzaron las masacres. Varias ciudades fueron atacadas, así como un festival al aire libre. En total, 1.200 personas murieron, tanto civiles como militares, y 250 fueron secuestradas. Al día siguiente, Benjamín Netanyahu anunció oficialmente la entrada de Israel en guerra. Inmediatamente, se dio un ultimátum: los habitantes de Gaza debían abandonar el norte y refugiarse en el sur. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ordenó un “asedio total” a la franja: “Estamos luchando contra animales y actuamos en consecuencia”, justificó la eliminación de suministros de comida, agua, gas y electricidad para toda la población.
La respuesta israelí no se hizo esperar y los bombardeos comenzaron. En la primera semana, se lanzaron 6.000 bombas, lo equivalente a los bombardeos estadounidenses en Afganistán en 2002. El Ministerio de Salud palestino en Gaza reportó cientos de civiles muertos. Al final de esa primera semana, la ONU pidió calma. "Estamos presenciando una catástrofe humanitaria de gran magnitud", declaró Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios. Durante todo octubre, el conflicto se intensificó. Israel lanzó bombardeos masivos sobre Gaza, apuntando a sitios de Hamas, aunque también alcanzaron campos de refugiados, escuelas y hospitales, provocando cientos de víctimas civiles. El 15 de octubre, un bombardeo israelí golpeó el campo de refugiados de Jabaliya y mató a varias familias. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) denunció “violaciones del derecho internacional humanitario”.
El 24 de noviembre comenzó una tregua mediada por Qatar. Incluía la entrada de ayuda humanitaria a través del paso fronterizo de Rafah con Egipto y la liberación de 110 rehenes a cambio de 210 prisioneros palestinos (incluidos mujeres y menores de edad). La tregua terminó a principios de diciembre y los combates se reanudaron. El 22 de diciembre, el Consejo de Seguridad de la ONU votó una resolución para facilitar la entrada de ayuda a Gaza, pero el veto de Estados Unidos bloqueó cualquier posibilidad de un alto al fuego, y los bombardeos continuaron.
El conflicto no se limitó a Gaza. El 1 de diciembre de 2023, estallaron los enfrentamientos en la frontera israelí-libanesa. La milicia-partido Hezbollah intensificó el lanzamiento de cohetes hacia el norte de Israel, lo que provocó represalias en el sur del Líbano. La situación alarmó a la comunidad internacional, sobre todo cuando bombardeos israelíes alcanzaron al territorio de Siria el 4 de diciembre. Atacando bases militares cerca de Damasco. Israel acusó a las milicias de planear ataques en su territorio. A comienzos de 2024, el número dos de Hamas fue asesinado por un ataque en las afueras de Beirut , la capital de El Líbano.
Cuatro meses después del inicio del conflicto, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) fue convocada por Sudáfrica. La audiencia se centró en las consecuencias de la guerra: destrucción de infraestructuras, hambruna y desplazamiento forzado de la población. En su veredicto, la CIJ reconoció el "riesgo real e inminente de un daño irreparable" a los palestinos de Gaza y ordenó a Israel evitar cualquier genocidio potencial.
El 29 de febrero, 119 palestinos murieron durante la distribución de ayuda alimentaria en el norte de Gaza. La llamada "masacre de la harina" fue fuertemente cuestionada por las autoridades israelíes, mientras que un equipo de la ONU que visitó el hospital Al-Shifa en Gaza al día siguiente declaró haber visto “numerosas heridas de bala”. Exactamente un mes después, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución que llamaba a un alto al fuego inmediato (con la abstención de Estados Unidos). Netanyahu declaró que no la respetaría.
A medida que los combates continuaban en Gaza, también se registraban tensiones y enfrentamientos en Cisjordania. Según Amnistía Internacional, “este año ha sido el más letal para la población palestina en Cisjordania desde 2005”. En total, 500 palestinos murieron durante operaciones de seguridad llevadas a cabo por milicias coloniales. A pesar de que la colonización es ilegal según el derecho internacional, las autoridades israelíes aprobaron la construcción de 18.500 viviendas para colonos sólo en Jerusalén Este, el tercer territorio palestino reconocido por la ONU como militarmente ocupado por Israel desde 1967, pese a que lo anexó en 1980.
El 6 de mayo, Israel rechazó un plan de paz negociado por Estados Unidos y Egipto, que había sido aceptado por Hamas. El conflicto entró en una nueva fase cuando las fuerzas armadas israelíes decidieron atacar el sur de Gaza, comenzando por Rafah, donde se encuentran 1,9 millones de refugiados palestinos. En la noche del 26 al 27 de mayo, un campamento humanitario fue bombardeado y murieron a medio centenar de personas. Al mismo tiempo, el último paso fronterizo controlado por Egipto en el sur de Gaza fue tomado por el ejército israelí.
La presión internacional aumentó y varios países anunciaron su intención de reconocer al Estado palestino. España, Irlanda y Noruega lo hicieron el 28 de mayo, mientras que Eslovenia siguió a principios de junio.
A partir del 11 de junio, la muerte de un alto comandante de Hezbollah en un ataque israelí desató una escalada en todo Medio Oriente. Durante los meses siguientes, los ataques cruzados y balísticos entre Israel y Hezbollah fueron diarios. El 18 de junio, el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Israel Katz, declaró: "Estamos muy cerca de cambiar las reglas contra Hezbollah y el Líbano. En una guerra total, Hezbollah será destruido y el Líbano sufrirá gravemente."
Los últimos eventos de septiembre confirmaron el temor de una escalada en toda la región. La explosión de bombas en todo Líbano, dirigidas contra miembros de Hezbollah, dejó 37 muertos (incluidos dos niños) y más de 3.000 heridos. También mató a quien fue el máximo líder de la milicia-partido desde 1994, Hasan Nasrallah. Los bombardeos en Beirut mataron a 700 libaneses y provocaron más de un millón de desplazados. Al mismo tiempo, las fuerzas armadas israelíes lanzaron sus primeras ofensivas terrestres sobre el sur libanés. En respuesta, Irán disparó un centenar de misiles contra Tel Aviv. Se trató del segundo ataque en lo que va del año y terminó de sembrar las dudas sobre una posible guerra regional sin precedentes.