La historia de Ingrid Betancourt es una parte central de la historia política reciente de Colombia. Durante los violentos años 90, cuando los paramilitares borraban por completo y a sangre y fuego al partido de izquierda Unión Patriótica, la entonces joven dirigente se consolidaba como una voz minoritaria pero constante de una forma distinta de hacer la política. Fue diputada, luego senadora y, finalmente en 2002, se lanzó como candidata a la Presidencia. Como prueba de su determinación, hizo campaña en todo el país, incluso en las zonas controladas por la hoy extinta guerrilla FARC. Ignoró los alertas y la secuestraron junto a su entonces asesora, Clara Rojas. Pasó seis años en cautiverio en la selva. Su historia aún conmueve hoy.
La rescató el Ejército, junto a tres ciudadanos estadounidenses, 7 militares y 4 policías en una zona selvática del departamento de Guaviare, en el sur del país, luego de muchas pruebas de vida y múltiples intentos fallidos, nacionales e internacionales, para una liberación negociada. Un año antes de su rescate, el entonces Gobierno de Álvaro Uribe publicó una carta de su puño y letra a su madre que le había incautado a una célula del grupo armado. En ella contaba que ya no tenía fuerzas para seguir adelante y agradecía todo el apoyo y los esfuerzos de su familia, amigos y la sociedad en general.
Cuando fue liberada en 2008, decidió abandonar la escena pública y las disputas electorales. Desapareció de la arena política colombia por 13 años hasta que decidió volver a apostar por una candidatura en las elecciones generales de este año, en las que Gustavo Petro y su amplia alianza de centro-izquierda e izquierda ganaron. Anunció su aspiración a disputar la Presidencia por la centrista Coalición centro Esperanza y en enero abandonó la fuerza por considerar que no tenían una posición contundente frente a la corrupción. Eligió otro partido, una fuerza ecologista, y cuando reconoció que no tenía apoyo popular, se volvió a bajar. En el balotaje, decidió apoyar al referente de la anti política Rodolfo Hernández, quien finalmente perdió con Petro.
La derrota no la desmotivó. Esta vez decidió mantenerse activa en la política colombiana. Es una dura crítica del presidente Petro y actualmente es una de las testigos que hablará frente a la Jurisdicción Especial para la Paz, las cortes que creó el Acuerdo de Paz para juzgar los crímenes cometidos por ambas partes durante el conflicto interno. En ese proceso, denunciará cómo la guerrilla reclutaba menores para ser niños soldados, uno de los crímenes más graves que pesan sobre el grupo armado.