La caída en la tasa de natalidad preocupa al gobierno chino. Si bien no es un problema solo del gigante asiático, varios países desarrollados enfrentan el mismo tema, la situación de la segunda potencia del mundo se convierte en un caso testigo. El país que supo ser el más poblado del mundo hasta hace apenas unos meses y que ha aplicado durante casi cuatro décadas la política del hijo único en la búsqueda de reducción poblacional, ahora debe buscar estrategias para fomentar más nacimientos y así evitar una caída también en la producción y desarrollo económico.
MÁS INFO
Contexto
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Con más de 1400 millones de habitantes, China dejó de ser este año el país más poblado del mundo cuando se conoció en abril pasado que India lo superó poblacionalmente. Ese dato se conoce también tras años de descenso en la tasa de natalidad, que marcó su baja histórica en el 2022 cuando registró 6,77 bebés por cada mil personas gestantes. Incluso la cantidad de muertes superó a la de nacimientos. Esta situación genera que el país tenga una población más grande de adultos mayores y menos población activa, lo cual el gobierno mira con preocupación en vísperas de continuar con el desarrollo económico de la potencia asiática.
Hay que decir que la caída de la tasa de natalidad es un fenómeno que se registra en todo el mundo. Para tomar dimensión, según los datos del Banco Mundial, en promedio la cantidad de nacimientos en 1960 era de 36 por cada mil personas gestantes, ese número seis décadas después es prácticamente la mitad. Según los últimos datos del organismo internacional en el 2022, países desarrollados como Alemania, Japón o Reino Unido tuvieron también una cantidad de 10 o menos nacimientos cada mil. Incluso Estados Unidos tuvo en los últimos años una caída que lo situó en los 11 nacimientos, de todas formas es casi el doble de los números que registra el gigante asiático actualmente.
El hijo único
La particularidad o paradoja de China es que durante casi 40 años se aplicó en este país lo que se conoció como Política del Hijo Único. Tras el gobierno de Mao Tse Tung que había fomentado la natalidad y la creencia de que cuantos más es mejor, en 1979 y en vísperas de la apertura económica de China se aplicó la medida que buscó frenar la cantidad de nacimientos. Esta directiva que no permitía tener más de un descendiente, con acusaciones de abortos obligatorios e infanticidios, entre otros, se aplicó a la etnia han, mayoritaria en el país y tuvo algunas excepciones para las minorías étnicas y para los sectores rurales. La medida básicamente buscaba frenar el crecimiento demográfico que había tenido el país en los años anteriores.
Con la medida del hijo único se calcula que se evitó el nacimiento de al menos 400 millones de chinos durante las casi cuatro décadas que se aplicó. Con la tasa de natalidad en caída, el gobierno de Xi Jinping optó por cambiar esta medida en 2016 cuando se permitió tener hasta dos hijos, situación que volvió a cambiar en el 2021 para permitir hasta tres descendientes. Sin embargo, el cambio en la política del hijo único no generó que las parejas chinas decidieran masivamente tener más de un descendiente y por eso es que se registra una caída constante de nacimientos.
“China es uno de los países que más comprende o mejor dicho más aplica lo que se denomina la biopolítica. Tiene muy claro que el poderío de la nación y su mayor recurso básicamente es la población”, afirmó la doctora en Literatura Comparada de la Universidad de Shanghai y coeditora de la revista Chopsuey, Lucila Carzoglio. La especialista recordó que la política del hijo único se aplicó tras los años de Mao cuando se llegó prácticamente a un colapso poblacional y que ahora el gobierno está preocupado por buscar incentivos para fomentar la natalidad.
MÁS INFO
Para Carzoglio, la restricción natalicia tuvo varias consecuencias, pero una de las que destaca además de tener una población más envejecida es la de tener un desbalance de género. “Se cree que hay 30 millones más de hombres que de mujeres. Estos hombres generalmente vienen de ámbitos rurales, mientras que las mujeres han nacido en zonas urbanas, han tenido acceso a educación, y en muchos casos tienen puestos y salarios súper competitivos. Hay que tener en cuenta que la diferencia entre el campo y la ciudad en China sigue siendo muy alta, por ende, son dos universos que prácticamente no se cruzan”, explicó la especialista sobre algunos de las situaciones que pueden explicar la caída en la tasa de natalidad.
“Mi familia me pregunta siempre cuando me voy a casar y yo quiero, pero trabajo mucho y no tengo tiempo”, respondió a El Destape, una mujer china que prefiere no dar su nombre, pero que cuenta que tiene 31 años, estudios universitarios y trabajo con altas responsabilidades. Esta es la respuesta que muchas mujeres dan cuando se les consulta acerca de la posibilidad de tener hijos o de tener un segundo hijo. Hacen referencia a su empleo, a las dificultades económicas y explican que es una sociedad que antes de que nazca el bebé ya se piensa a qué institución educativa se lo va a mandar.
Un dato no menor que explicó Carzoglia es que en China existe un fenómeno conocido como “mujeres sobrantes”, que son aquellas mujeres mayores de 27 años que tienen estudios universitarios, trabajos con buenos sueldos y que aún no se han casado. La especialista suma este dato como consecuencia no directa pero sí indirecta de la política del Hijo Único y que hoy tiene alguna implicación o consecuencia en la caída de la natalidad.
Incentivos del Estado
“Debemos cultivar activamente una nueva cultura del matrimonio y la maternidad”, sostuvo Xi durante la apertura del XIII Congreso Nacional de Mujeres de China que se llevó adelante a fines de octubre, y en un mensaje que fue visto en clara alusión a la búsqueda de fomentar que las parejas tengan más hijos. Al Gobierno le preocupa la baja natalidad y sabe que hay cuestiones de fondo culturales, pero también económicas. Por eso implementó una serie de medidas para aliviar los gastos que conlleva la maternidad y paternidad. Como potencia del mundo, la reducción de la población activa tiene consecuencias en la producción económica también.
Como se decía anteriormente, por un lado están las mujeres que directamente deciden no tener hijos pero también está el caso de quienes quieren ser madres o padres, pero no más de una vez pese a que se haya eliminado la política de restricción. Un dato que se desprende del Anuario de China es que la proporción de segundos hijos en el 2022 fue del 38,9% y la del tercero de tan solo un 15%. El Gobierno de Xi busca fomentar que se tengan más hijos por familia para que se empiece a revertir la caída constante de nacimientos.
MÁS INFO
“Si bien es verdad que el Gobierno chino está muy preocupado por esta baja tasa de natalidad y ha aplicado algunas políticas sobre todo tendientes a aliviar la presión económica en tener hijos, sobre todo en el ámbito educativo, lo cierto es que las estructuras se mantienen. Al final son estructuras muy tradicionales donde tampoco en los ámbitos laborales hay derechos o seguridad de que la maternidad no va a influenciar o que estas mujeres no van a perder competitividad o incluso sus puestos de trabajo. A la vez que tampoco a nivel personal o a nivel social estas estructuras cambiaron. Entonces, muchas mujeres saben que al final se tendrán que hacer cargo ellas de sus hijos. Me refiero a los cuidados y sí, sobre todo a los cuidados del hijo”, agregó Carzoglia de una realidad que no solo viven las mujeres chinas, sino que aplica a gran parte del mundo.
Tanto la caída en la tasa de natalidad como las cargas que deben enfrentar las mujeres son asuntos que competen a gran parte de los países del mundo. El caso de China, como se dijo, se vuelve paradigmático por sus características de potencia económica, de haber sido durante años el territorio más poblado y por haber apoyado una política de hijo único que ahora tiene que revertir. Por lo tanto, a pesar de que el gigante asiático tenga sus propios desafíos consecuencia de sus acciones, también tiene la tarea de garantizar que las mujeres puedan y quieran ser madres sin dejar de lado su vida profesional o laboral. Esa, también deberá ser un objetivo en el marco de la búsqueda de la productividad nacional que interesa a la potencia.