El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, anunció un equipo ministerial prudente en su perfil económico, en el que el actual jefe del Banco Central será el titular de Hacienda a partir del 11 de marzo; feminista en su composición -habrá más mujeres que hombres en el gabinete, además de contar con un ministerio de la Mujer relevante en lo presupuestario-; y heterogéneo en su equilibrio interno, ya que el Jefe de Estado buscó contener a su socio clave, el Partido Comunista, con las fuerzas tradicionales que integraron la ex Concertación. Por otro lado, designó a una Canciller que coincide con la visión integracionista de Alberto Fernández, una diplomática que, al frente de la CIDH, fue crítica tanto de Colombia como Venezuela. A futuro, el nuevo Chile podría ser socio de Argentina para enriquecer las reservas naturales de litio, el denominado mineral del futuro, que se comparten en la frontera norte.
Es con todos, esa podría ser la primera lectura política del futuro gabinete ministerial anunciado el último viernes por el presidente electo de Chile Gabriel Boric. El ex diputado patagónico chileno y referente, en su momento, del efervescente movimiento estudiantil, presentó un gabinete heterogéneo, prudente y ecléctico.
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El entrante Jefe de Estado trasandino edificó un equipo de trabajo presidencial que reúne a un economista como Mario Marcel en Hacienda -una noticia que fue bien recibida por el diario conservador La Tercera-; a la icónica ex dirigente universitaria y actual diputada comunista Camilla Vallejo en la vocería gubernamental, y a una Canciller componedora como Antonia Urrejola, cuyo recorrido diplomático por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde fue presidenta del organismo, anticipa interesantes denominadores comunes con la visión regional integracionista del presidente Alberto Fernández. Por caso, Urrejola, de fuertes lazos políticos con la ex mandataria Michelle Bachelet, ha condenado la represión interna ejercida por los gobiernos de Colombia y Venezuela.
El joven nuevo mandatario del vecino país tiene tallado en su perfil de Twitter una frase del filósofo Albert Camus –“La duda debe seguir a la convicción como una sombra”- que revela su carácter político particular. Es evidente que por su edad -35 años-, su ascendente recorrido político -ha pasado de ejercer una corta experiencia parlamentaria a ser el titular de La Moneda-, y el origen de su casa madre política -el denominado Frente Amplio es un archipiélago de pequeños partidos de nueva izquierda identificados con vectores como el ambientalismo, y el feminismo-, la región observa con expectativa a un presidente que prometió durante la campaña “refundar” el orden político y económico de un país que ha sido durante las últimas décadas el ejemplo a seguir para las fuerzas neoliberales a escala continental.
La nueva Concertación
El anuncio ministerial de Boric no pasó desapercibido. La conformación de su primera línea de gobierno posee sesgos redencionistas: de 24 ministros, 14 serán mujeres; el promedio de edad de los líderes de cartera es inferior a 50 años; su ministra de Deportes, Alexandra Benado, es activista gay e hija de una militante desaparecida por la dictadura de Augusto Pinochet; el joven Giorgio Jackson, camarada de Boric y Camila Vallejo en la recordada alzada universitaria contra el presidente Sebastián Piñera, estará a cargo de la estratégica Secretaria General de Presidencia; e Izkia Siches, ex presidenta del Colegio Médico y mano derecha de Boric en la última campaña, comandará el ministerio del Interior. Siches se ha mostrado crítica de la campaña de vacunación contra la Covid implementada por el actual Presidente, y defiende una concepción pública en las políticas de salud.
El equipo titular ministerial del gobierno de Boric no solo es feminista y joven, como ya ha sido referido, sino que es sumamente equilibrado.
Sin embargo, los nombramientos referidos de Marcel y Urrejola en dos estamentos claves de la nueva administración nacional -Hacienda y Relaciones Exteriores- no parece haber sido digerido del todo bien por el socio partidario mayor de Boric, el Partido Comunista. Por caso, así presenta el tradicional matutino La Tercera a Marcel: “es un nombre más que probado. Pese a que actualmente es independiente, es un reconocido militante del Partido Socialista. Esto generará además que esa colectividad, que actualmente no forma parte del pacto Apruebo Dignidad, tenga un cupo asegurado en el futuro comité político. Marcel es economista de la Universidad de Chile y M. Phil. en Economía de la Universidad de Cambridge”.
Consultado por la coloratura política del próximo gabinete, Guillermo Teillier -presidente del Partido Comunista- aseveró: “Espero que todos contribuyan a cumplir el programa de gobierno, ese es nuestro norte”. Según se desprende de la lectura de los medios más influyentes de la prensa chilena, el equipo titular ministerial del gobierno de Boric no solo es feminista y joven, como ya ha sido referido, sino que es sumamente equilibrado.
En ese sentido, los dichos de Teillier no solo apuntan a la evidente desconfianza del PC hacia el ex titular del Banco Central, también parecen resonar en sus dichos el malestar rojo hacia el nombramiento de cinco ministros que provienen de las filas de la ex Concertación, el bloque que fue parte del ciclo político que la última pueblada chilena criticó con una consigna ingeniosa: “no son 30 pesos (en relación a la tarifa del transporte público), son 30 años”.
La cordillera nos une
Gabriel Boric, el joven presidente que tiene un faro patagónico tatuado en su brazo, prometió que su primer viaje al exterior en calidad de Jefe de Estado será a la Argentina. La hipotética y más que probable sintonía política entre Alberto Fernández y su par chileno presupone una novedad en la geopolítica sudamericana. Durante las últimas décadas, el Cono Sur estuvo fragmentado en términos de integración política y comercial.
Tras muchos años de desencuentro, Chile y Argentina volverán a hablar un idioma político común
Mientras Chile, elogiado en la prensa mainstream zonal como el Singapur de la vecindad, en referencia a su economía aperturista y desregulada, orientó su economía hacia la zona del Pacífico y privilegió la suscripción de tratados de libre comercio con EE.UU., Argentina procuró, salvo en los gobiernos de Menem y Macri, ser un actor estatal decisivo para unir a la región, y en ese sentido lideró experiencias significativas de convergencia como la UNASUR, y actualmente la CELAC.
Resulta notorio que, tras muchos años de desencuentro, Chile y Argentina volverán a hablar un idioma político común. Y lo harán asentados, junto a Bolivia, sobre una de las reservas naturales de litio -el mineral clave para fabricar autos eléctricos y teléfonos móviles- más importantes del mundo.