Implacable, arbitraria y poco compasiva, Lucía Hiriart, esposa y mano derecha de Augusto Pinochet, fue la impulsora de varias de las decisiones cruciales del dictador chileno, y gozó las mieles del poder con la misma intensidad con que padeció el brusco declive del mismo antes de morir rodeada de denuncias por malversación de fondos públicos y corrupción.
Nacida en el seno de una familia aristocrática de origen vasco-francés, hija mayor del abogado y político radical Osvaldo Hiriart Corvalán, y de Lucía Rodríguez Auda, ambos miembros de la élite política de Chile. Cuando tenía 10 años, su familia se mudó a Santiago, donde realizó sus estudios en la década del 30, en el liceo San Bernardo, donde fue elegida reina de belleza.
Luego cursó estudios de maestra jardinera y administración de empresas. Hiriart conoció en septiembre de 1941 al entonces subteniente Augusto Pinochet, con quien inició un noviazgo que culminaría en abril de 1942, cuando el entonces futuro dictador pidió la mano de Hiriart.
Los Hiriart no veían con buenos ojos esa unión por el origen de clase media de Pinochet. Contrajeron matrimonio civil en enero y religioso en abril de 1943 en una fiesta que entre sus invitados contó con el entonces presidente Juan Antonio Ríos y a la primera dama Marta Ide Pereira, quienes eran amigos de la familia Hiriart.
Los Pinochet, que por un tiempo vivieron en Quito, tuvieron cinco hijos, tres mujeres y dos hombres: Inés Lucía, Augusto Osvaldo, María Verónica, Marco Antonio y Jacqueline Marie. Durante su estancia en Ecuador, donde Pinochet integró el equipo fundador de la Academia de Guerra de ese país, Lucía frecuentó los círculos diplomáticos y de la alta sociedad ecuatoriana.
Confidente y mano derecha del general, fue -según palabras del dictador- una de las personas que más influyó en su decisión de liderar el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. El día del golpe que cambió para siempre la historia de Chile, Pinochet decidió que Lucía y sus hijos menores debían estar lejos de Santiago, la Escuela de Montaña, ubicada en la localidad de Río Blanco, Los Andes, custodiados por tropas para que -si el golpe fracasaba- cruzaran la frontera hasta estar seguros en Argentina.
A Hiriart se le atribuye, entre otros hechos, una gran influencia en la destitución del canciller Hernán Cubillos tras el escándalo diplomático desatado cuando en 1980, el gobierno filipino se negó a recibirlo en visita oficial. También se atribuye a su poder en las sombras la prolongación del general Manuel Contreras en su puesto como director de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de Pinochet.
En 1982, Lucía fue recibida en la Casa Blanca por la primera dama Nancy Reagan, reafirmando la posición a favor del gobierno de su marido por parte de la administración Reagan. Mientras la Junta de Gobierno tuvo su sede en el Edificio Diego Portales (de 1973 a 1981), Hiriart tuvo una oficina en el piso 17 donde era asesorada por una veintena de personas.
Hiriart fue un puntal en la defensa de lo realizado por la dictadura. Lideró la construcción de centros de ayuda a las personas de más bajos ingresos creando y refundando una serie de instituciones, entre ellas el centro de Madres de Chile (CEMA-Chile), la Corporación Nacional del Cáncer, el Comité Nacional de Jardines Infantiles y Navidad entre otras instituciones.
En 2005, el SII (organismo recaudador de impuestos de Chile) le inició una querella acusándola de complicidad en el delito de evasión tributaria (por un monto de unos 2,35 millones de dólares) y fue procesada judicialmente por dicha causa por la que estuvo en prisión preventiva durante un día. Finalmente, los tribunales revocaron los procesamientos contra Lucía Hiriart en enero de 2007.
Ese mismo año un magistrado dictó su encausamiento y arresto, junto a sus cinco hijos y otras 17 personas, por el delito de malversación de fondos públicos.
El mismo día fue internada en ambulancia en el Hospital Militar de Santiago.
El 6 de octubre de ese año obtuvo la libertad bajo fianza, y el 26 de octubre el proceso en su contra fue anulado por la Corte de Apelaciones de Santiago por estimarse que hubo violación de sus garantías individuales.
En una de sus últimas apariciones públicas se le vio en el funeral de su amiga, la ex primera dama de Chile Rosa Markmann (viuda del expresidente Gabriel González Videla (1946-1952) en junio de 2009, quien brindó su apoyo absoluto a Pinochet y a su gobierno desde el principio.
Antes de su muerte, sus días rompían su rutina con la visita ocasional de algún hijo o nieto, y de los pocos leales que quedan, algún diputado o directivos de la Fundación Pinochet.
Ya no le quedaban séquitos ni incondicionales.
Los últimos años de su vida a anciana deambulaba sola en los tres mil metros cuadrados de su casa en uno de los barrios más caros de Chile.
Con información de Télam