Diego Ibáñez: “En las calles de Chile el ánimo se inclina por el 'Apruebo'”

El diputado chileno, del mismo partido del mandatario, articula comandos de campaña para aprobar la nueva Constitución. A un mes del referendo que definirá el futuro del país, habló con El Destape y contó cuáles son claves del escenario que enfrenta el Gobierno.

04 de agosto, 2022 | 00.05

“Hay una división entre sectores proclives a las transformaciones y, otros, más conservadores y nostálgicos de lo que fue Chile en los últimos 30 o 40 años”, describió Diego Ibáñez en una entrevista con El Destape para explicar el clima que se respira en la campaña electoral en Chile, de cara al plebiscito constituyente del próximo 4 de septiembre. Ibáñez es diputado por la coalición oficialista del Frente Amplio, tiene 33 años y es una de las caras más visibles del Comando Apruebo x Chile. Trabaja junto con la militancia en los territorios de punta a punta del país: realiza talleres, camina por los barrios y hace lo propio en las redes sociales con memes y videítos de TikTok. En esta entrevista, cuenta cuáles son las claves para comprender el escenario que enfrenta el Gobierno y la sociedad frente a la posibilidad de aprobar una nueva Constitución o quedarse con la actual, redactada y aprobada por la dictadura pinochetista.

Ibáñez llegó a la política de manera lateral: en línea con el sentir manifestado en la revuelta social, de 2019, fue uno más de los que descreyó de las instituciones. Por eso, su radio de acción fue primero el entorno cultural y musical en donde sonaban punk rock y reguetón, debatían sobre las desigualdades, las injusticias y los problemas de contaminación en las zonas de sacrificio de las afueras de Valparaíso, en donde se crió. Aún vive ahí con su perrita Ela. Fue dirigente estudiantil durante las movilizaciones más grandes que se dieron por la educación pública y gratuita (2006–2015); y jefe de bancada del Frente Amplio (2018). En la actualidad, se avizora como presidente del partido Convergencia Social, que comparte con el mandatario, Gabriel Boric. Con él mantiene una estrecha relación que quedó retratada en un poema y una carta que se dedicaron cuando cada uno asumió su cargo.

- Las encuestas adelantan un posible fracaso para el nuevo texto y desde el Gobierno ya empezaron a hablar de qué harían en ese caso, ¿qué significaría para vos y para el país un resultado negativo y cómo se sigue después de eso? ¿Es legalmente posible llevar a cabo un nuevo proceso Constitucional con un Congreso en donde no cuentan con mayorías?

La verdad es que no estamos pensando en los eventuales resultados negativos. Es algo que está dentro de los márgenes de lo posible, pero en este momento estamos desplegados de norte a sur con comandos autogestionados por la ciudadanía y viendo los efectos que ha tenido en el pulso de la calle y en las encuestas, en las que vamos al alza. Un resultado negativo abriría un nuevo periodo de incertidumbre, con el desgaste político y social que eso implica para la ciudadanía y para las instituciones. Abriría paso a un extenso debate sobre qué mecanismo deberíamos usar. Hoy existe una suerte de consenso en casi todo el arco político, al menos de palabra, respecto de que un nuevo proceso constituyente es una necesidad a la que no podemos hacerle vista gorda, pero estamos muy lejos de lograr promesas transversales firmes que nos permitan confiar en el carácter democratizador de una nueva Carta en caso de que gane el “rechazo”.

- ¿Cómo explicas que se haya podido instalar tan rápido y fácilmente en el debate público que el texto de la nueva Constitución es perfectible y que hay que hacerle modificaciones? ¿Crees que se quiso avanzar, tal vez, demasiado en determinadas cuestiones en la nueva Carta Magna?

Todas las constituciones son perfectibles, por eso existen mecanismos para reformarlas. Esta no va a ser la excepción y si es necesario proponer modificaciones para que sea más convocante y genere el nivel de consenso que debe una Constitución -que nunca es absoluto-, hay que hacerlo. Creo que las materias más controvertidas no tienen que ver necesariamente con haber avanzado demasiado, sino que con miedos legítimos que tiene la gente y que en un plazo tan reducido como que el que tuvo, la Convención no pudo hacerse cargo de disipar. Para eso estamos en campaña, para informar a la gente, para decirle que entendemos sus temores, pero que la mayoría no se condicen con lo que establece esta propuesta. Estamos en campaña, también, para hacerle frente a la ola de mentiras que algunos sectores han logrado instalar con mucha fuerza y con la complicidad de varios actores de la sociedad.

- ¿Qué se juega el Gobierno en el plebiscito? ¿Y qué se juega Boric? ¿Qué puede significar que se apruebe o que se rechace este texto en términos de capital político para él?

La nueva Constitución nos permite un marco amplio desde el cual podemos impulsar las reformas que propusimos como programa de Gobierno y que, a la larga, se convirtió en el mandato del pueblo de Chile. Durante nuestras vidas hemos sido testigos de la cantidad de obstáculos que ha significado la Constitución vigente a la hora de hacer cambios que nos permitan avanzar a hacia una sociedad con más derechos, con reconocimiento a las mujeres, a las diversidades, a la protección del medioambiente y un largo etcétera. Entonces, efectivamente hay harto (N de R: mucho) en juego, lo que no significa que si perdemos dejamos de gobernar. Hay reformas que antes del plebiscito ya están presentadas y siguiendo su curso. Otras lo iniciarán con o sin nueva Constitución. Es una responsabilidad que nos encomendó la gente y de la que tenemos que hacernos cargo pase lo que pase, pero claro que el escenario es más favorable con un nuevo texto dados los antecedentes.

El Presidente es una figura que ha estado muy vinculada al proceso constituyente desde su origen. No es un misterio para nadie que él está a favor de una nueva Constitución, pero acá hay que ser claros en que lo que se vota es si aprobamos o rechazamos una nueva Constitución, no si aprobamos o no la gestión del Gobierno o del Presidente. Son cosas que corren por carriles separados y, en ese sentido, gane o pierda el apruebo, Boric será evaluado por la capacidad que tuvo de liderar las reformas que propuso y de hacer frente a las crisis que le tocó enfrentar durante su mandato.

- El movimiento de las mujeres y de las diversidades, y los sectores más desfavorecidos protagonistas de la revuelta de 2019, fueron centrales en el triunfo de Boric presidente, ¿según tu experiencia en el territorio estos sectores van a votar a favor o son sectores a conquistar? Si aún no apoyan, ¿por qué?

Son sectores que estuvieron muy presentes durante el trabajo de la Convención Constitucional. Esto, más allá de la campaña y el triunfo del Presidente, tiene que ver con un proceso constituyente que estuvo muy abierto a escucharles. La nueva Constitución consagra derechos para sectores que han sido históricamente excluidos y marginados y hoy, entendiendo eso y sin afán de generalizar, son organizaciones y movimientos que he visto desplegados en el territorio haciendo campaña por el apruebo. Y no (lo hacen) sólo por ellos, sino porque entienden que es un texto que reivindica la posición de los sectores desfavorecidos y que consagra la igualdad como un principio general que recorre todo el texto, intentando hacerse cargo de la discriminiación histórica que el Estado de Chile ha ejercido contra grupos como las mujeres, los pueblos indígenas y las diversidades y disidencias sexuales, por poner algunos ejemplos. 

- Según el Servicio Electoral, el 98% de los aportes a las organizaciones sociales, partidos y parlamentarios independientes lo hacen en apoyo a la campaña por el “rechazo”, ¿por qué no se ve un compromiso similar de los sectores que apoyan el nuevo texto constitucional? ¿Les preocupa?

Es que esa estadística no habla de compromiso, habla del poder adquisitivo de quienes defienden una opción por sobre la otra. Es evidente que los sectores más privilegiados, que no son más del 1% de la población, ven en la nueva Constitución una amenaza a los privilegios que ostentan a costa de la precarización de la mayoría de la población. Son los mismos sectores que han tratado de inculcar miedos infundados en el resto de la población. No podemos permitirnos entender el compromiso a través de la capacidad de financiamiento porque los sectores que queremos transformaciones para lograr un país más igualitario, más justo y más digno siempre hemos proyectado nuestro compromiso a través de la organización, la autogestión, la creatividad y en otros valores que no son cuantificables. Ocurrió algo parecido para la campaña presidencial. Nos enfrentamos a toda la maquinaria financiera y mediática del país y con ideas, solidaridad, empatía, organización, esperanza y mucha convicción logramos contrarrestar un escenario que era desfavorable en ese sentido. Pero nunca existió falta de compromiso, sino todo lo contrario.

- ¿Con qué te encontraste en tus recorridas por los distintos puntos del país? ¿Qué se dice en las calles y en los barrios? En un principio, se te escuchó hablar de un alto grado de desinformación de la población, ¿es así?

Las encuestas las veo como lo que son: una foto del momento que entrega cierta información, pero no les otorgo una capacidad predictiva. Han demostrado no tenerla. Por eso es curioso. En los últimos meses, he visitado muchas regiones del país para acompañar las campañas locales y me doy cuenta de que en las calles existe un ánimo que se inclina por el 'Apruebo', y que es mayoritario. No quiero con esto decir que la batalla está ganada o que las encuestas mienten, solo expreso lo que percibo en las calles.

Estoy impactado por la cantidad de personas que me encuentro en espacios públicos leyendo o comprando la nueva Constitución. Existe mucha desinformación todavía, pero al mismo tiempo existe una voluntad tremenda por aclarar estas dudas y de votar con la verdad como respaldo.

- Desde Argentina se puede ver que las redes sociales son un punto central en donde se desarrolla la campaña de cara al plebiscito, ¿Cuál es la estrategia ante quienes sólo se informan a través de la prensa tradicional y hegemónica que, por lo que se ve, tomó una posición por el rechazo?

Por un lado, tenemos la campaña ciudadana del apruebo y, por otro, la campaña informativa que lidera el gobierno. El Ejecutivo también se ha hecho cargo de que la gente vote informada, siendo enfático en que ambas posiciones son igualmente legítimas. Han sido respetuosos y se han preocupado de que la nueva propuesta llegue físicamente a todos los rincones de Chile. Desde la campaña ciudadana de AprueboxChile también se ha puesto el acento en la brecha digital y por eso acabamos de impulsar una iniciativa que nos desafía a tocar dos millones de puertas para informar sobre el nuevo texto. Sabemos que las redes sociales y los medios juegan un rol importante, pero las campañas que llevamos en el cuerpo también nos han enseñado que no hay una forma más efectiva de informar y persuadir que el tú a tú.

- ¿Cómo describirías el clima de la campaña? ¿Es una reedición de la polarización extrema que se vivió en la campaña presidencial o hace recordar más al referéndum del fin de la dictadura?

Tiene una identidad propia. Uno tiene más fresca la campaña presidencial reciente, claro, pero no se alcanza a ver como una reedición en tanto creo que las distintas posiciones están definidas de distinta manera. Creo que más que una división entre izquierdas y derechas, lo que hay acá es una división entre sectores más proclives a las transformaciones y, otros, más conservadores y nostálgicos de lo que fue Chile en los últimos 30 o 40 años. Nosotros tenemos una cierta valoración hacia lo que se avanzó durante ese tiempo, pero también somos críticos de cómo aumentó la desigualdad, de cómo se permitió la acumulación de riquezas de parte de un puñado de personas, cómo se degradaron los ecosistemas y del rol que ocupó el mercado a la hora de proveer derechos sociales. Si bien tenemos un consenso respecto de que la Constitución actual está desahuciada, sí existen diferencias nítidas respecto a desde qué base queremos empezar a construir el Chile de las próximas décadas.