Brasil y Venezuela pudieron concertar esta semana la tan esperada reunión de alto nivel que buscaban llevar a cabo desde que Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia del gigante sudamericano. Fue entre el asesor especial en relaciones exteriores y política exterior de Brasil –y persona de máxima confianza del petista-, Celso Amorim; y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. “Estamos comprometidos con renovar nuestros mecanismos de unión y solidaridad que garanticen el crecimiento y bienestar de Venezuela y Brasil”, escribió el mandatario venezolano en su cuenta de Twitter.
Amorim y Maduro se estrecharon las manos, finalmente, en Caracas, tras el frustrado encuentro entre los presidentes de Brasil y Venezuela que pretendían llevar a cabo, en Argentina, en el marco de la Cumbre de Jefas y Jefes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). En aquel momento, era esperada la llegada de Maduro, pero se suspendió luego de que denunciara el armado de un “plan elaborado en el seno de la derecha neofascista, cuyo objetivo es llevar a cabo una serie de agresiones” en contra de la delegación que tenía previsto llegar al país, por lo que decidieron, en su lugar, que sólo asistiera el canciller Yván Gil Pinto.
Ese encuentro por parte del brasileño sellaría la política de acercamiento hacia Venezuela, luego de que los vínculos diplomáticos se hayan roto y deteriorado durante la presidencia de Jair Bolsonaro. Para subsanarlos, la primera medida que tomó Lula en enero fue enviar al diplomático Flávio Macieira para ejercer la función de encargado de negocios de Venezuela y organizar la reapertura de la embajada y de los consulados brasileños, cerrados desde 2020.
Además, de eso Lula manifestó sus intenciones de mediar en los diálogos del Gobierno con la oposición que se llevan adelante en México, ahora paralizados luego de que Maduro denunciara que la oposición no estaba cumpliendo en cuanto a la devolución de los activos financieros congelados en el exterior, que irían a parar a un fideicomiso gestionado por la ONU.
Otro punto, es la deuda tomada con el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES) por 682 millones de dólares. "Vamos ser francos, los países que no pagaron, sea Cuba o Venezuela, es porque el presidente [Bolsonaro] resolvió cortar la relación internacional con esos países, para poder acusarlos, dejó de cobrar. Tengo la certeza de que em nuestro Gobierno esos países van a pagar porque sno todos países amigos de Brasil", dijo Lula el 6 de febrero, según reportó el portal Brasil de Fato.
El Gobierno venezolano, además, señaló el portal, tiene un papel decisivo en las intenciones de Brasil de convocar una reunión en el marco de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica para tratar la agenda climática y de protección ambiental en América del Sur. Venezuela es uno de los ocho signatarios del tratado junto con Colombia, que también acordó convocar a la reunión.