Cuando parecía que la calma estaba volviendo a Brasilia, militares en carros blindados bloquearon el paso a los policías de Brasilia que intentaban disolver el principal campamento de bolsonaristas de la capital, frente al Cuartel General del Ejército, donde desde noviembre piden constantemente por una "intervención federal", un eufemismo para referirse a un golpe de Estado que derroque al flamante Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Horas antes, el fiscal general había pedido oficialmente a la corte suprema que ponga fin a este tipo de campamentos, donde los mismos bolsonaristas que invadieron este domingo las sedes de los tres poderes del Estado, se nuclean hace meses para defender a su líder, el ex presidente Jair Bolsonaro, y el fraude que él denuncia, sin pruebas.
Como respuesta, la corte ordenó liberar todos los espacios públicos del Distrito Federal en las próximas 24 horas y también la suspensión en el cargo del gobernador de la capital, Ibaneis Rocha, una de las figuras políticas señaladas por muchos como responsables de no haber garantizado la seguridad y protección de las sedes de los tres poderes del Estado.
El momento de tensión entre los militares y la policía se dio exactamente en el campamento de protesta frente al Cuartel General del Ejército, el mismo de donde salieron la mayoría de los golpistas este domingo, camino a la explanada de los tres poderes. Además, es donde en las últimas semanas se vio a oficiales en actividad y muchos retirados.
No se trata de campamentos de manifestantes aislados ni mucho menos. La semana pasada, el flamante ministro de Defensa de Lula, José Mucio Monteiro, contó que tiene amigos, familiares y conocidos en este tipo de concentraciones de extrema derecha.