Las claves para entender el intento de golpe de Estado en Bolivia

La debilidad del Gobierno de Arce, la creciente conflictividad por la crisis económica y su interna cada vez más virulenta con su ex mentor, el ex mandatario Evo Morales; un intento de golpe sin participación política que cerró una grieta peor que la argentina y una previa electoral que tiene en vivo al país.

Bolivia vivió dos horas y media de extrema tensión al conocerse imágenes del ahora ex jefe del ejército, Juan José Zúñiga, y un grupo de militares rebeldes encapuchados copando las cuatro esquinas de la Plaza Murillo, donde está el histórico Palacio Quemado, las oficinas del Gobierno y el Palacio Legislativo. En ese momento, el presidente Luis Arce y varios de sus ministros veían los sucesos desde las ventanas de la sede del Ejecutivo y con el paso de los minutos denunciaron un intento de golpe de Estado. Pero la intentona fracasó rápido. Zúñiga mostró primero la fuerza de sus tanques en la plaza, le dijo a la prensa que Arce estaba próximo a cambiar todo su gabinete, ingresó a la ex sede del gobierno y salió una hora después eyectado del cargo. 

Pero a menos de cinco años del golpe de Estado que derrocó a Evo Morales y entronó a Jeanine Áñez durante un año, esas dos horas y media reavivaron los peores miedos, dentro y fuera del país. La sublevación militar fue sorpresiva, todos coinciden en eso. Muy distinta, incluso al golpe de Estado de 2019. Más aún, cuando el general golpista acusó al mandatario de haber pedido que saque los tanques para ayudar a su "popularidad". Pero hay varias claves para entender qué  fue lo que sucedió. 

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La interna Arce-Evo como escenario pre electoral

La sociedad entre Morales y Arce permitió la vuelta del Movimiento al Socialismo (MAS) al poder tras el gobierno de facto, pero empezó a resquebrajarse muy rápidamente después de la asunción. Tras fuertes denuncias cruzadas en los últimos dos años, esta tarde el MAS, que responde a Morales, publicó un documento en el que sostuvo que el "objetivo del golpe es Evo" y no Arce. La razón es que hace tiempo que las bases del dirigente indígena están convencidas que el actual presidente quiere evitar a toda costa una nueva candidatura de Morales a la Presidencia. Culpan al Gobierno de la decisión judicial de incluir la inhabilitación de Evo en uno de sus fallos. Según creen, si el ex presidente se candidatea, tiene la victoria al alcance de la mano. Desde el Gobierno niegan estar involucrados. 

Las presidenciales se celebrarán el 2025, pero todavía no hay fecha para la interna, que es donde se juega el plato fuerte entre los dos dirigentes. Es más, fuentes cercanas a Morales sospechan que no se celebrarán porque Arce no se expondría a una probable derrota contra el ex presidente. Incluso consideran como posibilidad que la Justicia proscriba al MAS (Morales fue electo presidente de ese órgano en enero de este año) y que Arce termine por presentarse bajo otra sigla. Porque mientras no es seguro que el ex presidente gane en una elección general -su histórico apoyo se ha visto muy desgastado en los últimos tiempos, especialmente entre la clase media, según explicó el periodista y escritor boliviano Fernando Molina a El Destape-, pocos dudan que no pueda imponerse en una primaria frente a un mandatario cada vez más débil, como desnudó la sorpresiva intentona. 

Pero antes de medirse en las urnas, la Justicia podría tomar una decisión. A fin del año pasado, el Tribunal Constitucional Plurinacional dictó una sentencia que rápidamente fue leída como una allanada de camino para impedir que el ex presidente aspire al Palacio del Quemado una vez más. Si bien el abogado de Morales, Wilfredo Chávez, sostuvo ante El Destape que "las referencias que se hacen en la sentencia sobre la supuesta inhabilitación no son vinculantes", es una idea que está instalada. 

Por eso, Morales denunció en enero de este año que había en curso un "Plan Negro" para inhabilitarlo. 

Con esos antecedentes, una alta fuente cercana a Evo y otra que está alejada del ex presidente leyeron la asonada de Zúñiga en línea con las declaraciones que el ex jefe había dado en la televisión boliviana apenas el lunes pasado. Luego que una periodista le preguntara a Zúñiga si detendría a Morales en caso de presentarse a la Presidencia, el ahora ex jefe del Ejército contestó: "Yo creo que si". Y agregó: "Nosotros somos el brazo armado del pueblo y de la patria y vamos a defender a toda costa la constitución política del Estados si el caso amerita". Este miércoles, cuando el intento de golpe ya había fracaso y la Policía se disponía a detener al general golpista, éste avivó los rumores de un autogolpe: "El presidente me dijo: 'La situación está muy jodida, muy crítica. Es necesario preparar algo para levantar mi popularidad'", comenzó el ex comandante y contó que le preguntó a Arce: "¿Sacamos los blindados?". Según Zúñiga, la respuesta del jefe de Estado fue: "Sacá". 

Un intento de golpe que unificó a una dirigencia política que se odia

Otra clave para entender este intento de golpe es que no tuvo sustento civil ni político. La performance de Zúñiga no fue acogida ni por la golpista Jeanine Áñez ni por los dirigentes opositores y derechistas. Fueron inmediatos los repudios en redes sociales del acérrimo opositor y gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, y del ex presidente Carlos Mesa. Además, la Plaza Murillo se llenó de militantes que coreaban  "Lucho no estás solo" y clamaban por la democracia. "Nadie se va poner de su lado, en Bolivia nadie quiere golpes de Estado, el gobierno de Arce puede ser muy nefasto, pero hay consenso en que debe acabar su mandato, está muy fresco lo del 2019, lo del 2003, nadie quiere más muertos y enfrentamiento entre bolivianos", aseguró una fuente, poco después que la principal central obrera del país, la COB, actuara muy distinto al golpe de hace cinco años, y declarara de inmediato un paro nacional por tiempo indefinido en respaldo al gobierno democrático. 

Molina destacó que solo se movilizaron "unas unidades de El Alto y La Paz", es decir, la capital y la ciudad vecina. "La mayor parte de las unidades militares del país estaban en total calma, acuarteladas pero no en plan vamos a hacer algo o salir a las calles. Fue solo el Ejército, un sector del Ejército que es además el que tiene mayor vínculo con lo político por estar aquí", explicó y calificó a la intentona como "minúscula". Claro, aclaró, ese análisis empezó a circular cuando los militares se replegaron y los temores a una crisis violenta como la de 2019 se disiparon. "Rompieron la puerta del Palacio Quemado, algo que no se veía desde la vuelta de la democracia", destacó.

Para el analista, la dimensión del levantamiento fue "limitada". "Casi como una protesta", dijo, aunque con armas. Mientras el Gobierno se mostró unido y dejó algunas imágenes de fortaleza, como la de Arce enfrentando cara a cara a Zúñiga -un general que hasta hoy sus detractores acusaban de ser un férreo aliado suyo-, Molina cree que, en el mejor de los casos fue "una victoria pírrica". "Se vio un Gobierno débil, que no toma decisiones, como haber nombrado un reemplazo de Zúñiga" cuando lo destituyó el martes, luego que pidiera la detención de Evo Morales y lo amenazara en vivo y directo en televisión, según recordó. También quedó claro que "no controla las Fuerzas Armadas porque nadie le avisó que esto podía pasar". 

Crisis económica: Bolivia también se quedó sin dólares

Ya en marzo del año pasado se hizo evidente que la crisis económica en Bolivia era severa. En una escena atípica para uno de los países más estables económicamente, el Banco Central de Bolivia puso restricciones para la venta de dólares y responsabilizó a medios de comunicación y opositores de hacer una “jugada especulativa”. Sin embargo, las miradas críticas al gobierno de Arce lo atribuyeron a una caída de las reservas internacionales en divisa extranjera. 
Esa situación persiste hasta hoy y en los últimos meses provocó multitudinarias marchas y bloqueos de caminos en distintas regiones del país.

Cuando se conoció que unidades militares avanzaban por las calles de la capital hacia la sede del Gobierno, el miedo entre los bolivianos provocó también preocupaciones económicas. Las estaciones de servicios se llenaron, hubo corridas bancarias y enormes embotellamientos en las avenidas. El temor era que más inestabilidad política profundizara aún más la crisis económica. 

Uno de los puntos centrales de esta crisis económica es la falta de combustible. No hay dólares para importar, explican una y otra vez los expertos. Varios economistas señalaron que la crisis de reservas está atada a la suba internacional del precio de hidrocarburos que se desató a partir de la guerra en Ucrania y que desde entonces Bolivia no se pudo acomodar al nuevo escenario y demandó mayor cantidad de dólares del Banco Central para la importación de carburantes. “Desde el MAS manifestamos hace semanas que podía darse esta situación de autogolpe por la situación económica y política del país. No hay dólares y eso afecta a muchos sectores, aumentó la canasta básica familiar y la gasolina va y viene, no hay un flujo constante. Hay situaciones que el presidente no está pudiendo controlar. El déficit fiscal está por la nubes, se gastaron todas las reservas y ha ido creciendo la idea de que con Evo estábamos mejor”, describió una fuente cercana a Morales. 

La misma fuente está convencida de que el Gobierno se estaba jugando todas las cartas para evitar una vuelta de Morales antes del intento del golpe. Las declaraciones del general Zúñiga, señalando a Arce, no hicieron más que alimentar las sospechas que sobrevolaban ya a la noche en La Paz de un autogolpe. “El Gobierno no quiere por nada del mundo que Evo vuelva al poder porque la traición ha sido demasiado grosera, el pavor que tienen es que Evo los investigue a todos hay demasiada, hay demasiadas denuncias de corrupción. El Gobierno piensa que es mejor que vuelva la derecha, con la que pueden pactar, pero que no entre al gobierno Evo. Es por eso que el general Zúñiga sale a hacer estas declaraciones. Porque la situación es insostenible. Está circulando la hipótesis de que el gobierno está usando a una parte de las Fuerzas Armadas para generar esta situación”, explicó.

Molina no cree que después de esta breve crisis haya una tregua. "El Gobierno va a querer decir que el pueblo lo ha apoyado y Evo que el golpe es culpa de Arce porque no supo controlar la situación", explicó y luego un comunicado del MAS, bajo conducción de Morales pareció darle la razón: "De forma permanente, el Gobierno boliviano ha arengado y convocado a los militares a evitar protestas legítimas frente la crisis económica y la desinstitucionalización del Estado Plurinacional."  

Pero lo más preocupante, para el analista, es que esta sublevación militar fallida deja "un clima más deteriorado", en el que Arce -expuesto en su debilidad- debe enfrentar una economía asfixiada por la falta de dólares y una decisión clave: utilizar su autoridad para habilitar la candidatura de Morales o enfrentar una escalada mayor con un ex aliado que conserva una gran capacidad de movilización y obstrucción. Difícilmente los apoyos que cosechó este miércoles el presidente para enfrentar el intento de golpe le alcanzarán para superar estos dos complejos y profundos desafíos.