(Por Francisco Alcácer) Estados Unidos vivió un 2022 marcado por el ensanchamiento de su grieta ideológica y un auge de comportamientos políticos reaccionarios, violentos y antiderechos que limitaron y seguirán limitando el margen de acción interno y externo del Gobierno y que afectaron la imagen del país en el mundo, dijeron analistas.
En 12 meses, la Corte Suprema quitó el derecho al aborto a nivel nacional, una elección dejó al Gobierno sin mayoría en el Congreso y el colectivo LGBTIQ+ sufrió un embate conservador, mientras la guerra en Ucrania y una tensa Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles prolongaban el divorcio de Estados Unidos y América Latina.
Bien pasado el ecuador del año, una agresión por motivos políticos al marido de la líder del Congreso, Nancy Pelosi, estremeció a un país aún en estupor desde que cientos de seguidores del exmandatario Donald Trump vandalizaron el Capitolio en enero de 2021 convencidos de que el presidente demócrata Joe Biden había ganado las elecciones con fraude.
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2022 "fue un año de profundización o por lo menos la continuación de la polarización política y de conductas o de actitudes antidemocráticas en parte de la sociedad y la clase política norteamericana", dijo a Télam el analista y profesor argentino Silvio Waisbord desde Washington.
"Una de estas conductas fue el negacionismo de los resultados electorales de 2020 e incluso de la reciente elección legislativa, y la otra, la violencia física", señaló.
Las perspectivas de una respuesta política a las tensiones son escasas, sobre todo luego de que el Partido Republicano tomara control de la Cámara de Representantes tras los comicios de noviembre de la mano de un sector trumpista y negacionista electoral que además tiene un fuerte discurso anti-LGBTIQ+.
Para el profesor español Juan Luis Manfredi, algunas "paradojas" de la política estadounidense hacen improbable que 2023 pueda traer solución a este problema.
"Biden tiene que tomar decisiones que son trascendentales para el futuro de Estados Unidos, pero que van a ahondar la polarización en vez de resolverla", dijo Manfredi, catedrático Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown, de Washington.
"La sociedad norteamericana es una sociedad partida, con brechas: brecha de género, brecha geográfica y generacional. Esas brechas necesitan inversión en infraestructuras, en educación, salud", y esto, que supone un Estado presente y más gasto público, "es exactamente lo contrario de lo que haría cualquier votante republicano", dijo.
Con el control del Congreso, Biden se anotó este año dos de sus dos mayores logros legislativos: en agosto, una enorme ley de combate a la inflación solo votada por los demócratas; y este mes, otra que protege el matrimonio igualitario en todo el país, para la que recabó el respaldo de 51 congresistas y senadores republicanos.
Pero ahora, el Congreso dividido hace temer que 2023 y 2024, los últimos dos años de mandato del presidente, sean de estancamiento político en Estados Unidos, donde el partido con mayoría en la Cámara de Representantes controla todas sus comisiones y los tiempos de los proyectos de ley.
"Los republicanos van a apostar a oponerse a todo lo que sea demócrata; pero les será difícil aprobar en el Senado cualquier cosa que saquen de la Cámara Baja. En última instancia, además, estará el veto del presidente", explicó Waisbord, profesor de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington.
Las cosas sobre las que no logre legislar el Congreso quedarán en manos de los estados o la Justicia, en última instancia de una Corte Suprema con una abrumadora mayoría conservadora heredada de la gestión de Trump.
La misma Corte Suprema que en junio de este año revocó el fallo de 1973 que garantizaba el acceso al aborto en todo el territorio y dejó la cuestión al arbitrio de los gobiernos estatales.
Muchos estados conservadores se lanzaron a prohibir o restringir el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo, pese a que decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, tomaron las calles en todo Estados Unidos para repudiar el fallo de la corte.
La reacción republicana antiaborto estuvo liderada en gran medida por los mismos gobernadores que durante todo el año se embarcaron en una cruzada contra la comunidad LGBTIQ+, restringiendo la atención médica para personas transgénero y prohibiendo las discusiones sobre género y sexualidad en las escuelas en sus estados.
Los republicanos "están convencidos de que su retórica contra el matrimonio igualitario, la comunidad trans, el aborto y la educación sexual les da puntos políticos. Hubo avances, como la ley del matrimonio igualitario, pero al mismo tiempo hay un aprovechamiento, una reacción contra ellos entre el conservadurismo", valoró Waisbord.
El rechazo de estos derechos sociales en la clase política y la vida pública contrasta con el apoyo que suscitan en la sociedad, en lo que Manfredi califica de "dicotomía".
"En la esfera pública, se ponen en cuestión avances consolidados, porque hay toda una retórica neoconservadora que quiere volver a los valores tradicionales de tipo religioso", dijo.
"Cuando voy al análisis social, lo que veo es una riqueza de iniciativas, de movimientos sociales que van a defender sus derechos, de activismo, de politización de los jóvenes. La pasividad de Trump y de Biden habían expulsado a los jóvenes del debate público, y ahora los vemos otra vez", agregó.
La polarización también amenaza la política exterior estadounidense, en especial los lazos con América Latina. Biden no invitó a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la Cumbre de las Américas de junio en Los Ángeles por verlos como "dictaduras", algo aplaudido por sectores conservadores de su país, pero deplorado por gran parte de la región.
"Con un dominio republicano de la Cámara de Representantes, es imposible pensar que la relación con Cuba cambie fundamentalmente, por el peso que todavía tiene Cuba en el electorado republicano de Florida", dijo Waisbord, y agregó que, además, la región no es una prioridad de Estados Unidos, que está enfocado en Rusia y, sobre todo, en China.
Tampoco hay perspectivas de un mejoramiento de relaciones con México y Venezuela, pero sí, quizás, con los nuevos Gobiernos progresistas de Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, según Manfredi.
Más allá de América Latina, aunque la guerra en Ucrania sirvió a Estados Unidos para mejorar su posición en el mundo y para su campaña contra Rusia y China luego de su caótica retirada unilateral de Afganistán en 2021, sus problemas internos lastran sus intenciones de recuperar plenamente su liderazgo moral en la escena internacional.
"Estados Unidos es un país dividido, con problemas de polarización, raciales y de injusticia social, y esa imagen se proyecta al exterior. Necesita arreglar su casa, reducir sus brechas internas si quiere volver a ser una referencia para las democracias", dijo Manfredi.
Con información de Télam