Con Lula, Brasil reactivaría la relación con China, pero con límites

Mientras el actual gobierno de Bolsonaro no está interesado en ingresar en la iniciativa china de la Ruta de la Seda, dentro del Partido de los Trabajadores de Lula apoyan un cambio en la relación con Beijing, aunque advierten que no será una alianza total y debe negociarse.

10 de febrero, 2022 | 00.05

China no ha escondido su interés de contar con Brasil, la mayor economía y el país más poblado de América Latina, entre sus aliados comerciales. En los últimos años, aunque el signo político le fue un tanto hostil, logró consolidarse como su principal socio comercial. Ahora, con la posible victoria electoral del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva que auspician los sondeos para octubre próximo, se le abre la puerta para negociar un vínculo más estrecho.

Para cualquier candidato presidencial latinoamericano, especialmente si está identificado con la izquierda o el progresismo, una promesa de campaña de acercamiento o alianza con China puede ser incómoda. Aunque la potencia asiática hace años que está ganando la batalla comercial en la región, Estados Unidos sigue dominando en el campo político, tecnológico, militar, financiero, mediático, cultural y la lista sigue.

Quizás por eso Lula, su partido y su entorno evitan hacer definiciones sobre la posible futura relación con China.

China presentó la Ruta de la Seda ante los países de América Latina años después de que Lula dejara el poder, incluso luego que su ex ministra y delfín, Dilma Rousseff, fue destituida por un juicio político que aún hoy gran parte del país sigue denunciando como un golpe de Estado.

Ahora, de nuevo en campaña como candidato presidencial, el ex mandatario alabó el modelo desarrollo chino de las últimas décadas basado en la inversión pública en ciencia y tecnología y su énfasis en la educación, pero no adelantó ninguna posición en materia de política exterior con el mayor socio del bloque de los BRICS.

Ni su campaña ni su fuerza, el Partido de los Trabajadores, han dado señales claras en este sentido, ni siquiera con el debate que provocó el reciente ingreso argentino a la Ruta de la Seda, la masiva iniciativa china de inversión y cooperación con la que Beijing busca tender puentes literales y simbólicos para garantizar sus cadenas globales de valor y un sistema de comercio global no controlado por las potencias occidentales. 

"Participación consciente"

"Personalmente estoy a favor de una 'participación consciente' en el proyecto de la Ruta, que puede traer beneficios a Brasil y a America del Sur en general, siempre que sepamos negociar. Mejor seria si fuéramos capaces de hacerlo en conjunto (con el Mercosur). No ignoro que los chinos tienen intereses propios, lo que es legítimo, y nosotros tenemos que saber defender los nuestros", explicó a El Destape el ex canciller de Lula Celso Amorim.

"Sería muy importante para nuestros intereses tener una apertura a un proyecto tan grande como ese. China tiene recursos y pueden disponer de ellos de manera diferente que Estados Unidos, por ejemplo, porque allá están en manos privadas. Pero ya tenemos una relación con China muy desequilibrada, por eso sería muy importante desarrollar la parte tecnológica o productos con valor agregado", continuó.

La balanza comercial con Brasil es por mucho la más importante para China en la región. Sin embargo, el país vecino sufre el mismo problema que Argentina, es deficitaria. Las exportaciones representaron un poco más de la mitad de las importaciones el año pasado. 

El diputado paulista del Partido de los Trabajadores (PT), ex jefe de esa bancada y una de las voces de referencia en temas de política exterior, Carlos Zarattini, también se cuida de dar definiciones que el propio Lula esquiva, pero al menos deja en claro que la relación cambiaría.

"Evidentemente apuntamos a un cambio en la posición de la diplomacia de Brasil con respecto a China", dijo en diálogo con El Destape.

Una relación incómoda para el bolsonarismo

Aunque en mayo de 2019, el presidente Jair Bolsonaro había enviado a su vice, el general Hamilton Mourão, a una visita de Estado a Beijing, en una señal de la importancia estratégica ineludible que ya adquirió la potencia asiática, el vínculo entre los dos gobiernos sufrió varios golpes a lo largo de la pandemia cuando el mandatario, ya en caída libre en las encuestas, y algunos de sus ministros dieron rienda suelta a un discurso abiertamente anti-chino y, por momentos, hasta racista.

Pese a ello, la relación se mantuvo, el comercio siguió creciendo y millones de brasileños se vacunaron contra el coronavirus con inmunizantes chinos.

La tensión, sin embargo, nunca desapareció del todo. Hoy, en un intento por diferenciarse de la decisión del gobierno argentino, Mourão dejó en claro que en Brasilia no están interesados en sumarse a la Ruta de la Seda.

"Nosotros tenemos una alianza estratégica con China en la cual las inversiones están contempladas. Siempre dejamos claro que no habría necesidad de adherir a la Ruta de la Seda", aseguró Mourão al diario económico brasileño Valor y agregó: "En Sudamérica hay tres países fuera de la Ruta de la Seda: Colombia, por las relaciones históricas con Estados Unidos; Paraguay, por su vínculo con Taiwán, y Brasil, por sus dimensiones. No necesitamos estar en la Ruta de la Seda."

Un acercamiento, pero con condiciones

Tanto Amorim como Zarattini adelantan a su manera que un eventual tercer gobierno de Lula buscarán reactivar la relación con China, pero aclaran rápidamente que cualquier negociación no será ni fácil ni rápida.

"El PT no tiene una posición" sobre la Ruta de la Seda, explicó el diputado y agregó: "La gente tiene que conocer cuales son las propuestas de ese proyecto para Brasil y entender para qué nos ayudaría en nuestro desarrollo. Existe una preocupación de que el país tenga un solo comprador de productos, por eso preferimos diversificar las exportaciones."

Amorim fue más directo -"No podemos dejar de deser la hacienda de Estados Unidos para ser la hacienda de China"- y propuso que en el caso de un cambio de gobierno en Brasil, éste y el argentino avancen juntos. 

"Veo el interes de Uruguay de hacer un TLC con China por separado. Eso sería malo para el Mercosur. En cambio, Brasil y Argentina podrían ayudar para un acuerdo en el que Uruguay y Paraguay también reciban inversiones chinas, aunque en el caso de Paraguay hay una traba política. Fue muy difícil crear el Mercosur y destruirlo es muy fácil. Creo que que hay que trabajar por la unidad cuando tengamos las condiciones y eso dependerá mucho de lo que pase en Brasil en octubre", sostuvo el ex canciller. 

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