Una Celac recargada con Lula en la vanguardia

Los simbolismos que dibujaron el inicio de una nueva etapa en la región y en el mundo. La visita de Lula, la cumbre de la Celac y la reactivación de la discusión en el Mercosur. 

25 de enero, 2023 | 20.16

Buenos Aires vivió dos días llenos de simbolismos. La rutilante reaparición de Lula en el escenario argentino y latinoamericano y el relanzamiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños -en el contexto de una evidente transición hacia un Nuevo Orden Mundial (tan evidente que hace unos días, se decretó en Davos, el centro del capitalismo financiero, el fin de la globalización)- son indicios claros de que ya entramos en una nueva etapa.

Otra señal importante fue la larga duración de la visita de Lula a Argentina y a Uruguay. Dicho de otra manera, el presidente de Brasil envió un potente mensaje interno y externo al permanecer, durante tres días, en el exterior, horas después de haber destituido al comandante en Jefe del Ejército y a pocos días de haber sofocado un golpe de Estado. La reacción de Lula ante la intentona desestabilizadora fue rápida y certera. Al no haber suspendido la visita, buscó demostrar que todo está bajo su control. 

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Una tercera circunstancia que requiere ser analizada es la ausencia del venezolano Nicolás Maduro, presidente del país que, junto con Cuba, concibió la Celac. Esta decisión y las denuncias sobre posibles conjuras y violencias políticas sugieren de inmediato una pregunta: ¿La seguridad en Argentina es de baja intensidad? La respuesta viene asociada a imágenes. La primera es la de un hombre gatillando la sien de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La segunda, la de miles de personas vestidas con la bandera de Brasil que invaden, sin que nadie los detenga, la sede de los máximos poderes del Estado en Brasilia y el temor de que esto se replique en otros países.

Por eso, la violencia interna y el extremismo político fueron de tratamiento obligado tanto en la bilateral entre los presidentes de Brasil y Argentina (lunes 23) como en los debates durante la cumbre (martes 24). El riesgo de un quiebre democrático con ayuda exterior es una amenaza real en nuestro país y en la región.

Una prueba del peligro que se corre es la insistencia con que se debatió la cuestión en la cumbre y cómo quedó plasmado en la declaración conjunta firmada por Alberto Fernández y Lula da Silva. Los tres primeros puntos, los más destacados, hablan del tema. En el primero se resalta el compromiso de fortalecer la democracia. En el segundo, se reclama que “frente a las persecuciones política y el lawfare (…) las instituciones judiciales mantengan su independencia e imparcialidad frente a los intereses económicos, políticos y mediáticos”. 

Y en el tercero, muy explícito y realista, se señalan “los efectos criminales de la desinformación, la radicalización política y las amenazas al estado democrático de derecho”. Se propone además “combatir la desinformación y los contenidos ilícitos en Internet”. 

Siempre es bueno, aunque infrecuente, que se llame a las cosas por su nombre. Habrá quienes digan que los documentos de estas cumbres sólo contienen un puñado de buenas intenciones que quedan en la nada. Sin embargo, la gestualidad corporal de Lula y sus discursos no dieron esa impresión. Como nos tiene acostumbrados, el político y presidente más importante que tuvo Brasil en su historia, hizo primero un agudo diagnóstico de la situación nacional y regional para luego proponer acciones concretas.

Escuchar a Lula fue recordar que un líder –o una lidereza- es quien percibe los vientos dominantes de la historia, entiende cuáles son las razones que hacen sufrir a las mayorías, tiene la capacidad de explicarlas para la comprensión de todos y proponer los caminos para transformarlas.

En su diagnóstico, Lula describió el mundo en el que vivimos y enumeró los desafíos. Además de la “amenaza a la democracia como organización política y social”, nombró “los desastres climáticos, las tensiones geopolíticas, la presiones que sufre la seguridad alimentaria y energética, los efectos de la pospandemia y el crecimiento de la pobreza y el hambre”. Dio además la clave para solucionarlos: “Los desafíos globales exigen respuestas colectivas”. Nuestra región, aclaró, “repudia el terrorismo, el extremismo y la violencia política”. 

En cuanto a las tensiones geopolíticas mundiales, dentro de las cuales nuestra región ocupa un lugar involuntario de forcejeo, Lula marcó una dirección: “No queremos importar rivalidades. Al contrario, queremos ser parte de la solución”. Brasil –y si todo va bien, pronto también Argentina- es parte de los BRICS, integrado actualmente por cinco países, dos de los cuales aparecen como rivales estratégicos de Estados Unidos: China y Rusia. En la edición 2022 de su Estrategia de Seguridad Nacional, Washington advierte que “el impacto directo que el hemisferio” (como denomina capciosamente a nuestra región) “tiene sobre Estados Unidos es mayor que el que ejerce cualquier otra región del mundo”. Este control sobre nuestros países se viene incrementando a medida que Estados Unidos pierde liderazgo mundial. 

Por si esto no alcanzara, estuvo circulando un video de la generala Laura Richardson donde ella, la jefa del Comando Sur del Pentágono, deja en claro la intención de Estados Unidos de apropiarse de nuestras riquezas naturales y evitar que China nos las compre. El presidente de Bolivia, Luis Arce, le respondió, en el marco de la Celac: “No es la primera vez que Estados Unidos se manifiesta así. No aceptamos que nadie se atribuya nuestras riquezas como si fueran suyas. Bolivia va a defender la soberanía de decidir con quién hace negocios”.

Sobre estos análisis, Lula trazó un plan de acción para la Celac recargada. “La región puede dar una clara contribución para un Nuevo Orden Mundial pacífico, multilateral y basado en el diálogo. Podemos sumar a la construcción de la multipolaridad uniéndonos a otros bloques como la Unión Africana.”

Esta hoja de ruta es exactamente lo opuesto a lo que exige y espera Estados Unidos. Como ya lo ha demostrado durante los sucesos de Brasilia, Lula, en ésta, su tercera presidencia, está decidido a duplicar la apuesta. Por eso, más allá de los deseos de Washington, el brasileño recalcó la necesidad de mantener una dirección soberana y de abrazar el principio de la Celac: unidad en la diversidad”.

“Nada nos debe separar. Todo nos aproxima: nuestro pasado colonial y de esclavitud común; nuestra historia de autoritarismos que aún hoy desafían nuestra democracia. Unidad en la diversidad es el mandato en que bebieron nuestros antecesores. Tenemos un destino común. Siento que el regreso a la Celac es el reencuentro conmigo mismo”. En la Patria Grande se sintió lo mismo.

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Telma Luzzani

Tiene una trayectoria de más de 30 años como periodista y analista de política internacional. Trabajó en numerosos medios gráficos (Página 12, Tiempo Argentino y Clarín) y medios audiovisuales. Fue conductora de Voces del Mundo en Sputniknews y co conductora en el multipremiado programa de VISION 7 INTERNACIONAL emitido por la TV Pública. Tiene varios libros escritos. Los más conocidos son: “Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría” (2019); "Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica" (Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2012); Venezuela y la revolución (2008), entre otros.