Violencia, hambre, organizaciones criminales e instituciones que no logran responder a las demandas de la población o garantizar el más mínimo control de la vida cotidiana de Haití. El pequeño país caribeño, el primero en independizarse en América Latina y el más pobre de la región, vive una crisis estructural desde hace años que golpea en todos los estamentos y de todas las formas. Con la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, forzada por los líderes de las pandillas que amenazaron con una guerra civil, líderes del oficialismo y la oposición ahora intentan establecer algún tipo de Gobierno con un Consejo de Transición, mientras que Estados Unidos pide acelerar el ingreso de una Misión Multinacional liderada por Kenia para intentar recuperar de a poco la seguridad pública, una responsabilidad que el Estado haitiano perdió hace tiempo.
"Todos los indicadores epidemiológicos de salud pública están empeorando a un ritmo y a una velocidad que no habíamos visto en la última década", alertó además el director del Programa de Salud Internacional de Flacso-República Dominicana y coordinador regional técnico de Médicos del Mundo Argentina para el Caribe, Gonzalo Basile, en diálogo con El Destape.
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Los hechos recientes
En los primeros días de marzo, Henry viajó a África para terminar de consolidar la Misión Multimodal que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas había aprobado en octubre pasado. El acuerdo es que Kenia enviará más de mil policías para enfrentar a las pandillas que tienen el control de gran parte de la capital, Puerto Príncipe, y que se disputan el territorio a fuerza de secuestros, abusos sexuales –sobre todo a mujeres y niñas- y todo tipo de violencia para aterrorizar a la población.
Henry logró firmar el acuerdo, pero no regresar a su país. Ese fin de semana las bandas armadas unificadas en G9 Familia y Aliados, lideradas por Jimmy “Barbecue” Chérizier, atacaron la penitenciaría más grande de la capital y permitieron la fuga de más de tres mil presos, exigieron la renuncia del primer ministro y amenazaron con una guerra civil. Henry desapareció del mapa durante algunos días hasta que pudo aterrizar en la vecina Puerto Rico. El martes, finalmente, emitió desde allí fue su renuncia: “Pido a todos los haitianos que mantengan la calma y hagan todo lo posible para que la paz y la estabilidad vuelvan lo antes posible”, dijo en un video grabado.
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El pedido de Nery dirigido a las bandas criminales fue replicado también por las organizaciones internacionales, sobre todo la Comunidad del Caribe (Caricom). En una reunión conjunta con Estados Unidos, Canadá, Francia y las Naciones Unidas en Jamaica, llamaron a no profundizar aún más la crisis. Desde ese país, también, Estados Unidos -uno de los pocos países que no retiró a sus diplomáticos del país- se comprometió a hacer un fuerte aporte millonario a la Misión habilitada por la ONU.
“Estados Unidos tiene el propósito de aportar 200 millones de dólares a la Misión multinacional de apoyo a la seguridad en Haití. Nuestra ayuda aportará apoyo operativo para la Policía Nacional de Haití en la planificación, inteligencia y capacidad para aeronavegación, comunicaciones, y equipos y servicios médicos”, dijo el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Sin embargo, Kenia decidió por el momento no enviar a sus efectivos policiales –denunciados por Amnistía Internacional por violaciones a los derechos humanos-, informó el portal haitiano Le Nouvelliste.
Según el portal haitiano Metropole, el Consejo de Transición que la dirigencia haitiana aspira que asuma el Gobierno ahora tendrá a cargo la elección de un nuevo primer ministro y de un nuevo gabinete, así como trazar el camino para las elecciones que debieron haberse realizado en 2021. Sin embargo, nada es seguro en ese camino: parte de la oposición no quiere seguir las directivas de la Caricom y buscan establecer un poder presidencial restringido a 3 miembros, incluido el ex líder rebelde -que estuvo al frente del golpe de Estado en 2004- Guy Phillipe, que pasó casi 7 años en prisión en Estados Unidos por cargos de lavado de dinero vinculados al tráfico de drogas.
“Esta divergencia de opiniones dentro de la oposición plantea interrogantes sobre la futura estabilidad política de Haití y cómo el país superará sus desafíos socioeconómicos”, plantearon desde el portal.
Un Estado fallido: la catástrofe política
El portal especializado en política internacional El Orden Mundial plantea el término “Estado fallido” como “polémico” dentro del área, más que nada por su uso despectivo y, a veces, arbitrario. Sin embargo, aporta una breve definición: “Un Estado fallido es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos a la población”, sostienen y aclaran que son aquellos Estados que se caracterizan por su incapacidad de controlar el territorio, su falta de autoridad o su pérdida de presencia ante la comunidad internacional. La situación en Haití cabe como anillo al dedo.
La crisis política en el país caribeño se vio acentuada por el magnicidio del ex presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021 y, en los últimos años estuvo acompañada por un Ejecutivo -liderado por Henry- no electo por la votación popular, un Legislativo del que, desde 2020, sólo funciona una tercera parte y cuyo mandato está vencido; y por un Poder Judicial vaciado y sin capacidad de acción.
Pero, para ese momento, gran parte de la sociedad haitiana ya había sido fuertemente asediada por organizaciones criminales y narcotraficantes que se habían instalado y expandido en el país. El terreno era más que fértil.
Haití había sufrido un golpe de Estado en 2004 que hizo que llegaran cascos azules de la Minustah (la primera y única misión de la ONUN comandada por fuerzas sudamericanas) con el objetivo de estabilizar al país y desarmar a las organizaciones criminales. En enero de 2020, una investigación realizada por la misma misión de paz de la ONU determinó que, entre 2004 y 2017, integrantes de esas fuerzas abusaron al menos de dos mil mujeres –entre ellas, 300 niñas- durante su despliegue. Esto explica las resistencias por parte desde afuera como desde adentro a las misiones internacionales.
La misión de la ONU estaba conformada por soldados de Uruguay, Chile, Brasil, Argentina, países que fueron los más mencionados -según el informe de la ONU-, junto con uniformados de Asia, África, Canadá y Francia. Se estima que producto de esas violaciones nacieron unos 265 bebés. Además, se comprobó que estos soldados internacionales fueron responsables de desatar un brote de colera que provocó miles de muertes.
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Hay un dato fundamental en este contexto: en 1995, Haití decidió disolver su Ejército. La constante interferencia militar llevó a que la Asamblea Nacional creara unas fuerzas de seguridad civil conformadas por la Policía Nacional de Haití y la Guardia Costera de Haití, con la ayuda clave de Estados Unidos y de las Naciones Unidas. Hoy son estas dos fuerzas las que están sobrepasadas por bandas criminales con organización y poder de fuego dignos de un ejército.
La catástrofe humanitaria
La falta de institucionalidad y de un Estado fuerte acompañó el deterioro de la situación humanitaria: un 60% de la población se encuentra en condiciones de pobreza (más de 6 millones de personas), según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola; hay dificultades para acceder a agua potable y, a fines de 2022, el cólera volvió a instalarse en la isla. Se suman a esto las catástrofes naturales que asediaron al país: en 2010, un terremoto de 7 grados en la escala de Richter que dejó más de 300 mil personas fallecidas; otro, en 2021, causó más de dos mil muertes y daños por valor de 2 mil millones de dólares en el sur del país.
En tanto, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que en el último año más de la mitad de las 362 mil personas que se desplazaron forzosamente en Haití son niñas y niños y que la cifra total aumentó más de un 15 por ciento desde principio de año.
Según contó Basile ante este medio, están quienes migran hacia República Dominicana -que impuso fuerte restricciones-, a Nicaragua y, también, quienes se mueven hacia el interior del país, en situaciones precarias, en campamentos informales o en zonas de acogida de desplazados internos en donde registraron malnutrición de niñas y niños y muertes prematuras en la infancia.
La hambruna y la situación sanitaria
Con la nueva crisis que golpeó al país llegaron nuevos datos sobre la situación del hambre: 1,4 millones de personas estén "a un paso de la hambruna", alertaron el martes desde el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. La directora Ejecutiva de la organización, Cindy McCain, opinó que "los esfuerzos para restaurar la ley y el orden deben estar acompañados por una respuesta humanitaria igualmente efectiva", ante lo que catalogó como una "crisis olvidada".
En ese sentido, el testimonio de Basile es desolador: hay desabastecimiento de combustibles y se cortaron las cadenas de entradas de alimentos en un país que depende en un "ciento por ciento de la importación de alimentos", señaló. Los restricciones por parte de República Dominicana también hicieron "que se cayeran los mercados binacionales", lo que impacta en la capital -que es la zona más crítica- y dificulta todo tipo de operaciones humanitarias y respuesta a emergencias nutricionales.
Al tiempo que se mantiene el cierre del aeropuerto por los enfrentamientos violentos y de los corredores de la zonas fronterizas, muchos centros de salud -pública y privada- cerraron sus puertas y las personas heridas no tienen dónde atenderse, sobre todo en las periferias de Puerto Príncipe, en las zonas que operan las bandas que tienen una lógica de violencia, secuestro exprés y tráfico de drogas", dijo y contó que en este último tiempo hubo una gran migración de profesionales de la salud que complica aún más la situación ante la imposibilidad de funcionamiento de organizaciones internacionales como la ONU, Médicos del Mundo y Médicos Sin Fronteras.
A ello, se suma la falta de agua potable, que hace más viable que haya brotes epidémicos de enfermedades infecciosas y de enfermedades transmitidas por el agua, explicó Basile. Ante la consulta de cómo se vive el día a día en la isla, el director del Programa de Salud de Flacso, contó también que "hay falta de medicamentos e insumos básicos para todos los servicios de salud en Haití. Quizás estamos en la peor crisis en ese sentido, incluso en peores condiciones que durante la epidemia de cólera en el 2010 o en otras crisis crónicas que Haití ha venido atravesando", sostuvo.