Cuando las jóvenes monjas en un convento en Europa del Este le dijeron a su Madre Superiora que un sacerdote había intentado abusar de ellas, ella respondió que probablemente era su culpa por "provocarlo".
Cuando unas monjas africanas en Minnesota preguntaron por qué eran siempre ellas las que tenían que palear la nieve, les dijeron que era porque eran jóvenes y fuertes, aunque allí vivían también hermanas blancas de la misma edad.
A medida que la Iglesia Católica presta más atención al mundo cerrado de los conventos, donde las mujeres dedican gran parte de su tiempo a la oración y al trabajo doméstico, salen a la luz más episodios de abuso psicológico, emocional y físico.
Un nuevo libro, "Velo se silencio" de Salvatore Cernuzio, periodista del medio en internet del Vaticano, Vatican News, es la última revelación que proviene del interior y cuenta con la aprobación de las autoridades.
Cernuzio relata las vivencias de 11 mujeres y sus luchas con un sistema secular donde la madre superiora y las monjas mayores exigen obediencia total, en algunos casos resultando en actos de crueldad y humillación.
Marcela, una sudamericana que se unió a una orden de monjas de clausura en Italia hace 20 años, cuando tenía 19, relata cómo el adoctrinamiento era tan estricto que las hermanas menores necesitaban permiso para ir al baño y pedir productos sanitarios durante sus períodos menstruales.
"¡Siempre te estás quejando! ¿Quieres ser santa o no?", gritó la madre superiora a Marcela cuando sugirió cambios en la rutina diaria. Más tarde abandonó el convento.
A la francesa Therese le dijeron "tienes que sufrir por Jesús" cuando pidió que se le ahorraran tareas físicamente exigentes debido a una condición de la espalda.
"Comprendí que todos éramos como perros", relató Elizabeth, una australiana. "Nos dicen que nos sentemos y nos sentamos, que nos levantemos y nos levantamos, que rodemos y rodamos".
El año pasado, el padre Giovanni Cucci escribió un artículo histórico sobre el abuso en los conventos en la revista jesuita Civiltà Cattolica, cuyos textos son aprobados por el Vaticano.
Descubrió que en su mayoría era abuso de poder, incluidos episodios de racismo como en el convento de Minnesota. Cucci dijo que el problema necesita más atención, porque había sido eclipsado por el abuso sexual de niños por parte de sacerdotes.