La destitución de Bashar al Asad tras la irrupción de fuerzas rebeldes en Damasco hizo añicos la red de influencia de Irán en Oriente Medio, pero Israel, Estados Unidos y las potencias árabes deben enfrentar ahora un riesgo de inestabilidad y extremismo del mosaico de fuerzas que le sustituirán.
Entre las fuerzas que pusieron fin a 50 años de brutal gobierno dinástico de Asad y su padre, destaca Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo musulmán suní anteriormente adscrito a Al Qaeda y designado como organización terrorista por Estados Unidos y la ONU.
Los países occidentales y árabes temen que la coalición rebelde liderada por HTS pueda tratar de sustituir el régimen de Asad por un gobierno islamista de línea dura, o uno menos capaz o inclinado a impedir el resurgimiento de las fuerzas radicales, dijeron a Reuters tres diplomáticos y tres analistas.
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"Hay un fuerte temor dentro y fuera de la región al vacío de poder que podría causar el repentino colapso de Asad", dijo Abdelaziz al-Sager, director del Centro de Investigación del Golfo, centro de estudios dedicado a Oriente Medio. Citó las guerras civiles que siguieron al derrocamiento del presidente iraquí Sadam Husein en 2003 y del dictador libio Muamar Gadafi en 2011.
Un alto diplomático occidental en la región, que habló bajo condición de anonimato, dijo a Reuters que -con las fuerzas rebeldes fragmentadas- no había un plan sobre cómo gobernar Siria, un país complejo dividida en varias sectas y grupos étnicos, cada uno con su propia base de poder regional.
El alto diplomático expresó su temor a que la anarquía en Siria permita el florecimiento de grupos extremistas como Estado Islámico (EI), que en 2014 arrasó amplias franjas de Siria e Irak y estableció un califato islámico antes de ser expulsado por una coalición liderada por Estados Unidos en 2019.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebró el domingo el derrocamiento de Asad y dijo que debía "rendir cuentas" por su despótico gobierno, pero advirtió de que su marcha era un momento de "riesgo e incertidumbre". Las fuerzas estadounidenses llevaron a cabo el domingo decenas de ataques dentro de Siria contra el ISIS para evitar que se reafirme.
La rapidez de la destitución de Asad, apenas dos semanas después del inicio de la ofensiva rebelde, tomó por sorpresa a muchos en la Casa Blanca. Un alto funcionario estadounidense dijo que Washington estaba buscando ahora formas de comunicarse con todos los grupos rebeldes, no sólo con HTS.
Hasta ahora, Washington había apoyado sobre todo a los grupos kurdos sirios, como las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), cuyas zonas de control se encuentran en el noreste de Siria. Estos grupos, sin embargo, están en conflicto con una de las principales facciones rebeldes victoriosas, el Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldado por Turquía, que se opone a la influencia kurda.
Los aliados de Asad, Teherán y Moscú, que apoyaron su Gobierno durante 13 años con armas, hombres y fuerza aérea, también se enfrentan a consecuencias de largo alcance tras su precipitada caída.
Moscú, que ha dado asilo a Asad y a su familia, tiene dos importantes bases militares en Siria, su principal presencia en Oriente Medio. Su base naval de Tartous, en el Mediterráneo, ha sido un punto de escala para el transporte de contratistas militares desde y hacia África.
Para Teherán, su alianza con Asad -miembro de la minoritaria secta alauita, una rama del islam chií- era la piedra angular de su base de poder en una región predominantemente suní que recela del Irán chií.
La marcha de Asad hizo añicos un eje de influencia fundamental, erosionando la capacidad de Teherán para proyectar poder y sostener su red de milicias en todo Oriente Medio, en particular a su aliado Hezbolá en Líbano.
Un alto cargo iraní dijo el lunes a Reuters que había abierto una línea de comunicación directa con los rebeldes en un intento de "impedir una trayectoria hostil".
La campaña militar israelí, de un año de duración, ya ha debilitado gravemente el poder militar de Hezbolá y del grupo palestino Hamás en Gaza.
Asad ofreció a Irán un conducto vital para el envío de armas para reconstruir Hezbolá. Jonathan Panikoff, exdirector adjunto de inteligencia nacional de Estados Unidos para Oriente Medio, afirmó que su destitución podría dificultar el rearme de Hezbolá, aumentando las perspectivas de que se mantenga el alto el fuego con Israel acordado el mes pasado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, saludó el derrocamiento de Asad como un "día histórico" que siguió a los golpes asestados por Israel contra Irán y Hezbolá. Dijo que había ordenado a las fuerzas israelíes que se apoderaran de zonas fronterizas para garantizar la seguridad de Israel.
Las fuerzas israelíes llevaron a cabo el lunes ataques aéreos contra presuntos emplazamientos de armas químicas y misiles para evitar que cayeran en manos de actores hostiles, declaró el ministro de Asuntos Exteriores.
Carmit Valensi, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un grupo de reflexión sobre la política de seguridad israelí con sede en Tel Aviv, dijo que -a pesar del riesgo de un período prolongado de caos y violencia en Siria- la caída de Asad podría beneficiar a Israel.
"A pesar de la preocupación por el ascenso de elementos extremistas cerca de la frontera y la falta de una autoridad clara al mando, las capacidades militares de los rebeldes, en sus diversas formas, no son comparables a las de Irán y sus cercanos".
NUEVA CONSTITUCIÓN Y ELECCIONES
Marwan al-Muasher, vicepresidente de estudios de la organización estadounidense Carnegie Endowment for International Peace, afirmó que la salida de Asad podría brindar a los sirios la oportunidad de establecer un gobierno político inclusivo mediante una transición ordenada que evite un vacío de poder.
Hadi Al-Bahra, jefe de la principal oposición siria en el extranjero, declaró el domingo a Reuters, al margen del Foro de Doha, que Siria debería tener un periodo de transición de 18 meses para establecer "un entorno seguro, neutral y tranquilo" para la celebración de elecciones libres.
Al-Bahra, presidente de la Coalición Nacional Siria, dijo que Siria debería redactar una Constitución en un plazo de seis meses, y que las primeras elecciones serían un referéndum.
La oposición pidió a los empleados del Estado que se presenten a trabajar hasta la transición de poder, y les aseguró que no sufrirían daños.
Pero la oposición política siria tiene poca influencia sobre el terreno en Damasco, donde los grupos armados ejercen su dominio, y muchos observadores de Siria siguen mostrándose escépticos.
El líder de HTS, Abu Mohammed al-Golani, se dirigió el domingo a una gran multitud en la mezquita medieval de los Omeyas, en el centro de Damasco, prometiendo un nuevo capítulo para la región y que Siria se convertiría en "un faro para la nación islámica".
Sin embargo, existen dudas sobre si la forma de ideología islamista estricta de Golani será aceptada en toda Siria, un país donde predomina una forma moderada y liberal del Islam y con una población mixta de cristianos, alauitas, drusos y kurdos.
Tanto funcionarios occidentales como los de Oriente Medio expresaron preocupación por la unidad de Siria, con territorios clave, incluidos aquéllos a lo largo de las fronteras con Irak y Turquía, bajo el control de diferentes sectas y grupos étnicos: las divisiones, enquistadas por un sangriento levantamiento en 2011, son una amenaza creciente para la estabilidad nacional.
Analistas y diplomáticos que hablaron con Reuters advirtieron del riesgo de un conflicto sin cuartel -similar a la estela del derrocamiento de Gadafi en Libia o de Sadam en Irak- en el que grupos armados de diferentes matices islamistas, étnicos e ideológicos luchen por la supremacía sobre el territorio.
Un Estado fallido en Siria tendría importantes repercusiones en sus vecinos Líbano, Turquía, Irak y Jordania.
RIVALIDAD ENTRE REBELDES
La oposición siria comprende un amplio espectro, desde grupos moderados como el SNA hasta elementos yihadistas dentro del HTS, cada uno con su propia visión del futuro de Siria, que va desde la democracia laica hasta la gobernanza islámica.
"Cada uno de estos grupos rebeldes compite por la supremacía; cada uno quiere estar al mando. Cada uno piensa que puede ser Bashar al-Asad, y cada uno tiene lealtad a un partido extranjero que financia a su grupo", dijo al-Sager. "Chocarán a menos que haya un esfuerzo de la ONU y de algunos países regionales con influencia para unificarlos".
Las fuerzas respaldadas por Turquía dominan en el norte, mientras que los grupos kurdos alineados con Estados Unidos, como las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominan en el noreste de Siria.
En una señal de la tensión entre los grupos, el SNA respaldado por Turquía arrebató franjas de territorio, incluida la ciudad de Tel Refaat, a las fuerzas kurdas respaldadas por Estados Unidos al comienzo de la reciente ofensiva. El domingo, una fuente de seguridad turca afirmó que los rebeldes entraron en la ciudad septentrional de Manbij tras hacer retroceder de nuevo a los kurdos.
Aun así, algunos analistas afirman que es posible una transición ordenada, argumentando que las instituciones gubernamentales bien establecidas en Damasco siguen siendo capaces de desempeñar sus funciones.
También señalan la experiencia de los rebeldes gobernando en enclaves de toda Siria que han gestionado en algunos casos durante más de una década.
La alianza rebelde, liderada por HTS, ofreció clemencia a los miembros de las fuerzas de seguridad cuando tomó Alepo a finales del mes pasado y prometió a las minorías que preservaría su modo de vida.
(Reporte y redacción de Samia Nakhoul; información adicional de Andrew Mills en Doha, James Mackenzie en Jerusalén y Steve Holland en Washington; edición de Daniel Flynn.)