Líder rebelde sirio refuerza su control sobre el estado sirio tras caída de Asad

12 de diciembre, 2024 | 09.56

El grupo islamista del líder rebelde Ahmad al-Sharaa está imponiendo su autoridad en el estado sirio con la misma rapidez con la que se apoderó del país, desplegando la policía, instalando un gobierno provisional y reuniéndose con enviados extranjeros, lo que suscita preocupación sobre el grado de inclusión que pretenden tener los nuevos gobernantes de Damasco.

Desde que el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Sharaa barrió del poder a Bashar al-Asad el domingo al frente de una alianza rebelde, sus burócratas -que hasta la semana pasada dirigían una administración islamista en un remoto rincón del noroeste de Siria- se han trasladado a la sede del gobierno en Damasco.

El nombramiento el lunes de Mohammed al-Bashir -jefe del gobierno regional de Idlib, enclave de HTS- como nuevo primer ministro interino de Siria subrayó la condición del grupo como el más poderoso de los que lucharon durante más de 13 años para poner fin al férreo gobierno de Asad.

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Aunque formaba parte de Al Qaeda antes de romper lazos en 2016, HTS había tranquilizado a líderes tribales, funcionarios locales y sirios de a pie durante su marcha hacia Damasco asegurando que protegería las confesiones minoritarias, ganándose una amplia aprobación. El mensaje ayudó a suavizar el avance de los rebeldes y Sharaa -más conocido como Abu Mohammed al-Golani- lo ha repetido desde el derrocamiento de Asad.

En el despacho del gobernador de Damasco, cuyas paredes están exquisitamente decoradas con marquetería y vidrieras, el hombre traído de Idlib para dirigir los asuntos desestimó las preocupaciones de que Siria se encamine hacia una forma de gobierno islámico.

"El gobierno islámico no existe. Al fin y al cabo, somos musulmanes y se trata de instituciones civiles o ministerios", afirmó Mohammed Ghazal, un ingeniero civil de 36 años, con gafas y una espesa barba, criado en Emiratos Árabes Unidos y que hablaba un inglés casi perfecto.

"No tenemos ningún problema con ninguna etnia ni religión", afirmó. "Quien creó el problema fue el régimen (de Asad)".

Sin embargo, la forma en que HTS ha procedido a dar forma al nuevo gobierno provisional -trayendo a altos cargos de Idlib- ha causado preocupación a algunos. Cuatro fuentes de la oposición y tres diplomáticos manifestaron a Reuters su preocupación por el carácter inclusivo del proceso hasta el momento.

Bashir ha dicho que sólo permanecerá en el poder hasta marzo, pero HTS -que sigue estando clasificado como grupo terrorista por Estados Unidos, Turquía y otros gobiernos- aún no ha explicado los detalles clave del proceso de transición, incluida su opinión sobre una nueva Constitución.

En declaraciones efectuadas a Reuters el miércoles, Sharaa dijo que disolverá las fuerzas de seguridad del régimen derrocado, cerrará sus prisiones y perseguirá a todo aquel implicado en torturas o asesinatos de detenidos.

Mientras los sirios celebran la caída del brutal estado policial de Asad, algunos expresan su temor por lo que pueda venir.

En un café de Damasco, Wissam Bashir, de 28 años, expresó su preocupación "por las cosas que estoy viendo (...) como el nuevo gobierno, la propagación de banderas islámicas".

Cuando tomó posesión de su cargo esta semana, Bashir apareció con dos banderas a sus espaldas: la verde, negra y blanca, enarbolada por los opositores a Asad durante toda la guerra civil, y una bandera blanca con el juramento islámico de fe escrito en negro, típica de combatientes islamistas suníes.

En una entrevista que concedió el miércoles a Al Yazira, sólo aparecía detrás de él la bandera nacional siria.

Zakaria Malahifji, secretario general del Movimiento Nacional Sirio, que en su día fue asesor político de los rebeldes en Alepo, dijo que la falta de consultas para formar un gobierno provisional es un paso en falso.

"Están trayendo (ministros) de un color, debería haber participación de otros", afirmó. "La sociedad siria es diversa en cuanto a culturas y etnias, así que francamente esto es preocupante".

(Reporte adicional de Jonathan Spicer en Estambul; editado en español por Carlos Serrano)