Por Dr. Horacio Sanguinetti, médico urólogo (MN 102517) del Centro Argentino de Urología.
El virus del Papiloma Humano (HPV) constituye, actualmente, la enfermedad de transmisión sexual más frecuente. Se estima que su prevalencia está aumentando y un reciente artículo de Lancet Global Health, avalado por la OMS, alertó sobre que 1 de cada 3 varones de más de 15 años puede encontrarse infectado.
La mayoría de las infecciones se adquiere en pacientes de mediana edad, reflejo de los hábitos sexuales y de la inmunidad adquirida. Se ha visto que es habitual tanto la resolución espontánea como la infección por nuevos tipos de este virus.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
La transmisión es, fundamentalmente, por contacto sexual. El período de incubación suele ser de forma característica entre 1 a 3 meses hasta la aparición de verrugas genitales, aunque puede ser de hasta 6 meses tras el contacto.
La mayoría de los pacientes refiere en la historia clínica la aparición de nuevas parejas sexuales. Estas lesiones pueden observarse en cualquier mucosa, si bien las más frecuentes son en el glande, la región perianal e incluso en la boca (a causa del sexo oral).
Sin embargo, el virus también es capaz de permanecer en estado latente dentro de las células epiteliales por períodos prolongados. Así, la infección puede persistir sin ser detectada, incluso, por años.
Diversos estudios estiman que la tasa de infección subclínica por HPV puede ser tan alta como 40 por ciento, y así lo demuestra la identificación de muestras virales positivas al realizar el análisis de ADN de piel genital aparentemente no infectada.
Las verrugas visibles son el motivo de consulta más frecuente, aunque no ocasionan dolor ni molestias. El verdadero peligro de este virus es cuando se asienta en el cuello del útero, en donde evoluciona al cáncer de manera rápida.
En el pene, puede terminar con lesiones malignas, pero, habitualmente, existen otros factores como la fimosis, la mala higiene y la falta de controles médicos, que inciden para la aparición de este tipo de tumores.
Una de las medidas más efectivas para reducir esta enfermedad es la vacuna, que fue aprobada por la Food and Drug Administration (FDA), de los Estados Unidos, en 2006. A partir de 2011, fue incluida en el Calendario de Vacunación Obligatorio Argentino y, actualmente, es obligatoria a los 11 años.
La utilización de preservativo es una medida muy eficaz para prevenir el contagio de este virus piel a piel. Sin embargo, el virus puede asentarse en áreas no protegidas por el preservativo, por lo que la evidencia es contradictoria.
Una vez contraído, en el pene existen diversos tratamientos, cuyo objetivo es erradicar las verrugas visibles, si bien muchas veces no logra eliminarse por completo.
Existe una alta tasa de recurrencia sin haberse demostrado un beneficio a favor de ninguno de los múltiples esquemas terapéuticos, los cuales se clasificarán como aquellos aplicados por el paciente (podofilina, imiquimod en crema y ácido tricloroacético, entre otros) y aquellos administrados por el médico (crioterapia, cirugía convencional y láser).
En general, ante lesiones pequeñas se puede comenzar con los tratamientos autoadministrados, mientras que cuando se trata de múltiples verrugas se prefiere efectuar terapias más radicales.
Librado a su evolución, tiene una alta relación con el cáncer de pene, aunque no se trataría de un único requisito para su desarrollo. Cuando se presenta una lesión peniana debe indicarse su tratamiento y aconsejarse la consulta de la pareja al ginecólogo ya que el riesgo mayor se relaciona con el cáncer de cuello de útero.
Dado que su diagnóstico y tratamiento son relativamente sencillos, el gran desafío consiste en lograr que la población más vulnerable pueda acceder a la consulta para evitar así su propagación y progresión a entidades potencialmente riesgosas.
Con información de Télam