Cinco años y medio después de que un devastador incendio destruyera la aguja y el tejado de la catedral de Notre-Dame, la obra maestra del gótico reabre el sábado.
El edificio medieval de 860 años de antigüedad ha sido meticulosamente restaurado, con una nueva aguja y bóvedas de crucería, sus arbotantes y gárgolas de piedra tallada devueltos a su gloria pasada y la piedra blanca y las decoraciones doradas brillando más que nunca.
El presidente Emmanuel Macron, que enfrenta una profunda crisis política en su país, dará la bienvenida al mandatario electo de Estados Unidos, Donald Trump, al príncipe Guillermo de Inglaterra y a decenas de jefes de Estado, entre ellos el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en una fastuosa ceremonia inaugural que comenzará en torno a las 1800 GMT.
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La previsión de fuertes vientos hace que las celebraciones se celebren íntegramente en el interior de la catedral, informaron el viernes los organizadores. En un principio se esperaba que Macron pronunciara un discurso en el exterior.
"Tengo miedo de caerme al suelo cuando entre porque será muy emotivo", dijo la miembro del coro Cecilia De Vargas, que participará en la ceremonia de apertura. "A pesar de lo horrible que ha pasado, hay un lado positivo, ver cómo toda la gente, todo el pueblo francés ha intentado reconstruir la catedral con tanta rapidez"
Pascal Tordeux, un asistente de cuidados que vive al otro lado del río, frente a Notre-Dame, dijo: "Vi la construcción todos los días desde mi ventana, la aguja siendo derribada, siendo reconstruida. La veía arder, la veía levantarse de nuevo (...) pensando que un día estaría terminada. Y está acabada"
Miles de expertos artesanos -desde carpinteros y canteros hasta artistas de vidrieras- trabajaron sin descanso durante los últimos cinco años, utilizando métodos ancestrales para restaurar, reparar o sustituir todo lo que estaba destruido o dañado.
"Notre-Dame es más que un monumento parisino o francés. Es también un monumento universal", afirma el historiador Damien Berne.
"Es un hito, un emblema, un punto de referencia que tranquiliza en un mundo globalizado donde todo evoluciona permanentemente", añadió Berne, miembro del consejo científico de la restauración.
La primera piedra de la catedral se colocó en 1163, y su construcción continuó durante gran parte del siglo siguiente, con importantes restauraciones y ampliaciones en los siglos XVII y XVIII.
Víctor Hugo contribuyó a hacer de la catedral un símbolo de París y de Francia cuando la utilizó como escenario para su novela de 1831 "El jorobado de Notre-Dame".
La Iglesia católica espera ahora que la catedral reciba unos 15 millones de visitantes al año.
(Reporte adicional de Michaela Cabrera. Editado en español por Javier Leira)