"Durante dos años reemplazamos ocho pares de implantes mamarios PIP por día", dijo cirujano

30 de septiembre, 2023 | 13.25

El cirujano plástico Guillermo Blugerman, que en la primera década de los 2000 utilizó implantes mamarios PIP en cirugías de aumento o reconstrucción de busto sin saber que eran defectuosas, recordó que reemplazaron "hasta ocho pares de implantes por día durante dos años" como consecuencia del escándalo de las prótesis adulteradas por la firma francesa y certificadas por una controladora alemana.

"Fuimos engañados cirujanos plásticos de 60 países", dijo a Télam el especialista en relación a la empresa Poly Implant Prothèse (PIP) pero también a la certificadora TÜV Rheinland que entre 2001 y 2010 avaló la calidad de unas prótesis rellenas con silicona industrial no aptas para el uso médico y con una tasa de rotura muy superior.

El médico explicó que en su momento confió en este producto porque "tenía todos los certificados habidos y por haber que respaldaban su calidad" ya que estaban "avalados por el estado francés y la Comunidad Europea y sobre todo, por una compañía alemana que hacía el control de la calidad".

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"Yo tuve la oportunidad de visitar la fábrica antes de empezar a utilizarlos y para el ojo de un cirujano como yo, no de un técnico avezado, cumplía aparentemente con todos los parámetros necesarios. Y entonces yo confié y empezamos a utilizarla", dijo.

"Durante los primeros años los resultados fueron espectaculares y las pacientes estaban muy contentas pero, con el paso de los años, empezamos a notar algunos casos de ruptura precoz del implante, es decir, implantes que regularmente duran más de 10 años, empezaban a romperse al año y medio o dos años", agregó.

Cuando en 2010 se desató el escándalo porque la Agencia Francesa de Seguridad de los Productos Sanitarios (Afssaps) suspendió la comercialización y uso de los implantes mamarios PIP tras comprobar que la firma había rellenado sus productos con silicona industrial no autorizada, Argentina - junto a muchos otros países- se sumó a la prohibición.

"Lo primero que hicimos fue contactar una por una a las más de dos mil pacientes que habíamos operado esos años para controles. Muchas nos decían: 'doctor, yo estoy perfecta, no quiero tocarme, estoy muy feliz', pero nosotros las conminábamos a que vengan porque realmente podía haber una bomba de tiempo en su cuerpo; no sabíamos qué producto tenían dentro del implante", recordó.

En el caso de sus pacientes, los problemas más graves consistieron "en la migración de parte de esta silicona rota hacia ganglios de la axila" pero no tuvieron casos de migración a todo el organismo o a zonas alejadas del punto de colocación como le ocurrió a la modelo Silvina Luna aunque con otra sustancia, el polimetrilmetacrilato.

"Cuando pasó esto, y a pesar de no ser culpables, decidimos 'ponerle el pecho a las balas' sacrificando nuestro tiempo y nuestro dinero para cambiarle los implantes a toda aquella paciente que quisiera hacerlo y ellas sólo ponían el implante", contó Blugerman.

"Y así durante casi dos años estuvimos cambiando hasta ocho pares de implantes por día y aún hoy, después de más de 10 años, siguen apareciendo pacientes para cambiar sus implantes en nuestro centro médico, porque dimos la cara", agregó.

Blugerman contó que, como muchos otros cirujanos y distribuidores, él también demandó a TÜV.

"Los cirujanos al principio nos sentíamos en parte culpables por haber sugerido el uso de este implante, pero después dijimos 'realmente nosotros también somos víctimas porque confiamos en la salud pública francesa, en la empresa alemana que hacía los controles, confiamos en el Anmat'. Decidimos presentarnos como demandantes y el juzgado de Francia nos reconoció como víctimas", dijo.

Con información de Télam

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