Seis meses después de la guerra de Gaza, Israel se enfrenta a un aislamiento cada vez mayor

05 de abril, 2024 | 05.37

Seis meses después del inicio de la guerra en Gaza, la muerte de un grupo de trabajadores humanitarios por un ataque aéreo israelí resumió tanto la grave crisis humanitaria como la falta de una salida clara a un conflicto que está dejando a Israel cada vez más aislado.

El ataque del lunes por la noche, en el que murieron siete miembros del grupo humanitario World Central Kitchen (WCK), seis de ellos extranjeros, ha indignado incluso a algunos de los aliados más cercanos de Israel, y ha aumentado la presión para que se ponga fin a los combates.

El ejército israelí ha reconocido que sus fuerzas llevaron a cabo el ataque por error y ha pedido disculpas por la muerte "involuntaria" de los siete miembros, entre los que había ciudadanos británicos, australianos y polacos, un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y canadiense y un colega palestino.

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Pero esto no ha servido de mucho para calmar la creciente alarma en el extranjero, donde la opinión pública, incluso en países tradicionalmente amigos como Reino Unido, Alemania o Australia, se ha inclinado en contra de la campaña israelí en Gaza, lanzada tras el ataque dirigido por Hamás contra Israel el 7 de octubre.

El presidente Joe Biden, cada vez más presionado por sus propios partidarios para que ponga fin a los combates, se mostró indignado por el ataque al convoy. El jueves, tras una llamada con Netanyahu, la Casa Blanca exigió "medidas concretas y cuantificables para reducir los daños a civiles" y dijo que el futuro apoyo de Estados Unidos vendría determinado por las acciones de Israel.

MAYOR ACCESO A LA AYUDA

El viernes, Netanyahu ordenó la reapertura del paso fronterizo de Erez, en el norte de Gaza, y el uso temporal del puerto de Ashdod, en el sur de Israel, así como un mayor acceso de la ayuda jordana a través del paso fronterizo de Kermen Shalom, en el sur de Gaza.

Con Gaza en ruinas, la mayoría de sus 2,3 millones de habitantes se han visto obligados a abandonar sus hogares y ahora dependen de la ayuda para sobrevivir, una amarga humillación durante el mes sagrado del Ramadán, cuando los musulmanes de todo el mundo consumen las comidas y postres tradicionales del Ramadán para romper el ayuno tras la puesta de sol.

"Teníamos algunas esperanzas antes del Ramadán, pero esa esperanza se desvaneció la noche antes de que comenzara el mes de ayuno", dijo Um Nasser Dahman, de 33 años, que ahora vive con su familia de cinco miembros en un campamento de tiendas de campaña en la ciudad meridional de Ráfah, donde ahora se refugia más de la mitad de la población de Gaza.

"Solíamos estar bastante bien antes de la guerra, pero ahora dependemos de la escasa ayuda que hay y de nuestros familiares", explica a través de un servicio de mensajería.

Incluso antes del ataque al convoy, Israel había quedado aislado diplomáticamente, con la Asamblea General de la ONU pidiendo repetidamente un alto el fuego humanitario, y sometido a fuertes presiones para que intensificara las entregas de ayuda en Gaza, donde los grupos humanitarios afirman que la hambruna es inminente.

Aunque Israel afirma que sus fuerzas han matado a miles de combatientes de Hamás y destruido la mayoría de sus unidades de combate, meses después de iniciada la guerra, las tropas israelíes siguen luchando contra grupos de combatientes en el norte y el centro de Gaza, en zonas que aparentemente habían sido despejadas en las primeras fases de la guerra.

El primer ministro Benjamin Netanyahu se ha resistido hasta ahora a las presiones para que cambie de rumbo, insistiendo en que Hamás sigue siendo una amenaza existencial para Israel que debe ser destruida antes de que pueda volver una paz duradera.

"La victoria está al alcance de la mano. Está muy cerca, y no hay sustituto para la victoria", dijo el jueves en Jerusalén a una delegación de congresistas republicanos, apelando a un mayor apoyo presupuestario, horas antes de la llamada con Biden.

EL CICLO SE REPITE

La opinión pública israelí ha seguido apoyando en gran medida los objetivos bélicos de destruir a Hamás y devolver a casa a los 134 rehenes que siguen retenidos en Gaza. Pero el propio Netanyahu se enfrenta a un creciente movimiento de protesta y a la exigencia de nuevas elecciones que, según los sondeos, perdería con claridad.

"Creo firmemente que todos los que fuera de Israel piden un alto el fuego no entienden la situación aquí", dijo Wendy Carol, escritora de 73 años y fundadora de una empresa tecnológica en Jerusalén. "Hemos sufrido muchas incursiones e invasiones y nos mantendremos como un país democrático y judío".

Sin embargo, dijo: "No confío en el primer ministro. Es una fuerza polarizadora en esta nación y mucha, mucha gente piensa así, de todos los orígenes".

Durante las conversaciones de paz, las esperanzas de un avance que pudiera garantizar una pausa en los combates y permitir la devolución de los rehenes se han visto frustradas en repetidas ocasiones y los dirigentes de Hamás afirman que pueden seguir luchando mucho más tiempo.

"Han pasado seis meses y las Brigadas al-Qassam siguen siendo capaces de mantener la lucha contra el ejército de ocupación sionista", declaró Sami Abu Zuhri, alto cargo de Hamás.

La guerra se inició después de un ataque dirigido por Hamás en el que fueron secuestrados más de 250 rehenes y murieron unas 1.200 personas, según los recuentos israelíes, en la peor pérdida de vidas humanas en un solo día en la historia de Israel. La campaña ha sido la más sangrienta de la historia para los palestinos, con más de 33.000 muertos hasta la fecha, según las autoridades sanitarias de Gaza.

Más de 250 soldados israelíes han muerto desde el comienzo de la invasión terrestre, además de los casi 350 que perdieron la vida el 7 de octubre.

Las cifras de bajas palestinas no suelen distinguir entre combatientes y civiles, e Israel afirma que han muerto más de 10.000 combatientes, cifra no confirmada por los grupos milicianos. Pero más de un tercio de los muertos han sido niños, según cifras de las Naciones Unidas.

La magnitud de las víctimas ha provocado una creciente alarma mundial y exigencias de alto el fuego, pero para los habitantes de Gaza, la espera continúa.

"Creo que todo tiene un final, la guerra terminará", dijo Um Nasser Dahman en Gaza. "¿Pero cuándo?"

Con información de Reuters