Prometiendo devolver la paz que el crimen organizado les ha arrebatado a los mexicanos, la empresaria y política opositora Xóchitl Gálvez busca vencer los pronósticos de las encuestas y convertirse en la primera presidenta de la segunda economía de América Latina en los comicios del domingo.
La ingeniera en computación de 61 años captó los reflectores cuando anunció hace un año que buscaría la presidencia varios días después de tocar la puerta de Palacio Nacional, sede del Gobierno, pidiendo que el presidente Andrés Manuel López Obrador escuchara su respuesta a dichos del mandatario en su contra.
Nacida en Tepatepec, en el central estado Hidalgo, Gálvez ha narrado cómo la pobreza y la violencia que sufrieron ella y su madre a manos de su padre, un maestro rural alcohólico, marcaron sus deseos de superación. Ella dice sentirse orgullosa de su origen indígena otomí.
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"Rebelde", como ella misma se describe, abandonó la casa paterna a los 17 años y emigró a Ciudad de México para estudiar y huir de la certeza de un matrimonio joven no deseado.
"Este no es el momento de los hombres", dijo en una entrevista y ha asegurado, que de llegar al poder, combatirá el flagelo de los feminicidios y la extendida violencia contra las mujeres.
Gálvez, detrás en las encuestas de la abanderada del gobernante Morena, la exalcaldesa de la capital Claudia Sheinbaum, es conocida por su tono desenfadado e irreverente de hablar, incluso con palabras altisonantes de las que ella misma se ríe.
Suele vestir coloridos huipiles, una prenda bordada de fabricación artesanal característica de pueblos indígenas, y ha sido una fuerte promotora del uso de la bicicleta, misma que usó para llegar a su registro como candidata a la presidencia.
Ella se describe como una candidata ciudadana pese a ser abanderada de una coalición de partidos de derecha, centro e izquierda. Su postulación sacudió a una oposición aletargada frente a la aplanadora que ha sido Morena desde que López Obrador asumió el poder a finales del 2018.
Con un hermano general del Ejército y una hermana en prisión desde hace 12 años por presuntos vínculos con secuestradores, tuvo acercamientos en el pasado con el movimiento de López Obrador, pero nunca se inclinó por caminar a su lado y ahora condena a su gobierno calificándolo de autoritario.
Ha criticado el nivel histórico de desaparecidos en México y asegurado que acabaría con la política de López Obrador de evitar confrontaciones con el crimen organizado, combatiría la creciente extorsión a negocios y los asaltos en carreteras.
"Este gobierno ha normalizado la violencia y quiere que nos acostumbremos a la barbarie", afirmó en marzo en el arranque de su campaña en Fresnillo, ciudad al norte del país donde más del 95% de sus habitantes se sienten inseguros, según datos oficiales.
Gálvez saltó a la política durante el gobierno del expresidente Vicente Fox. Para entonces, ya era una empresaria dedicada a proyectos de tecnología y edificios inteligentes y había sido nombrada por el World Economic Forum como una de las 100 líderes globales del futuro.
En Tepatepec, con unos 11,000 habitantes y donde muchos aún abrazan la cultura indígena otomí, el éxito de Gálvez es motivo de orgullo.
María de los Ángeles Díaz, de 73 años, dueña de una pequeña tienda de conveniencia a unos pasos de la casa donde creció Gálvez, dijo que pensaba votar por ella a pesar de haberlo hecho por Morena en las últimas elecciones.
"Nadie ha llegado hasta dónde está ella", dijo.
Con información de Reuters