La palestina Umm Mohammed Khrouat dice que preferiría vivir en una tienda de campaña que en la escuela donde se ve obligada a refugiarse con sus cinco hijos en el norte de Gaza, debido a las malas condiciones tras casi ocho meses de guerra.
"No hay higiene ni agua", dice Umm Mohammed, mientras prepara pan en un horno improvisado en la escuela del campo de refugiados de Jabalia, escenario reciente de operaciones militares israelíes en la guerra contra el grupo militante palestino Hamás en la Franja de Gaza.
Su familia, que huyó de su hogar en la cercana Beit Hanoun a principios de la guerra, se ha visto obligada a abandonar la escuela en múltiples ocasiones, la última el mes pasado, cuando las fuerzas israelíes reanudaron las operaciones en la zona, explicó Umm Mohammed.
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Dijo que huyeron siguiendo órdenes israelíes.
"No tenemos otra opción. Dicen que es una zona segura, pero ninguna zona lo es", afirmó. "La situación es difícil, ojalá nos dejaran volver a Beit Hanoun. Volveríamos a Beit Hanoun y viviríamos en tiendas".
Israel ha arrasado gran parte de la Franja de Gaza desde que Hamás atacó comunidades del sur de Israel el 7 de octubre, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a unas 250 más, según los recuentos israelíes.
Más de 36.000 palestinos han muerto en la ofensiva de represalia israelí, según los responsables sanitarios de Gaza.
Israel declaró el fin de su operación más reciente en Jabalia el 31 de mayo, afirmando que el ejército había destruido 10 km de túneles y varios centros de producción de armas en días de combates que incluyeron más de 200 ataques aéreos.
Durante la operación, las tropas también localizaron los cadáveres de siete rehenes, dijo Israel.
Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), ha descrito las imágenes de Jabalia como horribles. Miles de desplazados no tuvieron más remedio que vivir entre los escombros y en las instalaciones destruidas de la UNRWA, dijo en una publicación el 1 de junio en X.
La familia de Umm Mohammed regresó para encontrar una escena de destrucción en la escuela, cuyas paredes estaban ennegrecidas por el fuego.
"La ropa de los niños estaba quemada. No hay nada. Todo se quemó. El cemento (...) se ha derretido", dijo su marido, Bilal Khrouat, en la escuela, donde, según dijo, vivían 15 familias en una sola habitación.
Está desesperado por conseguir agua potable.
"Tengo un riñón. ¿Qué podemos hacer?", preguntó. "El agua no es suficiente para beber, comer (cocinar) o bañarse".
"No queda nada. No podíamos quedarnos en Beit Hanoun, ni en el campo de Jabalia, ni en Gaza (ciudad). No hay refugio. No hay nada, ¿adónde vamos a ir?", dijo.
(Escrito por Tom Perry, Editado en Español por Ricardo Figueroa)