España emitió el jueves una nueva alerta por tormentas para una parte de la Comunidad Valenciana devastada por las inundaciones que han causado la muerte de al menos 95 personas, mientras los equipos de rescate rastreaban campos inundados y coches varados en busca de desaparecidos.
Las autoridades locales no han revelado cuántas personas siguen en paradero desconocido tras las inundaciones más mortíferas de Europa en varios años, pero la ministra de Defensa, Margarita Robles, dijo a última hora del miércoles que era probable que la cifra de muertos aumentara.
Los equipos de rescate rastrearon los restos de vehículos cubiertos de barro junto a las carreteras o en campos inundados y algunos utilizaron maquinaria pesada para retirar los escombros de las calles, según las imágenes de televisión.
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El jueves volvió la calma a las zonas más afectadas alrededor de la ciudad de Valencia, la tercera más populosa de España, pero la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitió su máximo nivel de alerta para la provincia de Castellón. Más al norte, en la región de Cataluña, se emitió un aviso naranja para la ciudad de Tarragona.
Según los meteorólogos, el martes llovió en ocho horas lo equivalente a un año en algunas zonas de Valencia, lo que provocó atascos en las carreteras y anegó las tierras de cultivo de una región que produce aproximadamente dos tercios de los cítricos cultivados en España, uno de los principales exportadores mundiales de naranjas.
La tormenta que causó los aguaceros torrenciales se ha desplazado desde entonces en dirección noreste.
"Lluvias muy intensas en el norte de la provincia de Castellón: pueden acumularse más de 180 l/m²", publicó la AEMET en su cuenta de la red social X. "¡Peligro extremo! ¡No viaje por la zona salvo que sea estrictamente necesario!", añadía.
Las inundaciones en Valencia golpearon la infraestructura de la región, arrastrando puentes, carreteras, vías férreas y edificios, al desbordarse los ríos.
Los residentes describieron cómo la gente se encaramaba a los techos de sus coches mientras una corriente agitada de agua marrón corría por las calles, arrancando árboles y arrastrando trozos de mampostería de los edificios.
LOS HABITANTES CUENTAN LAS PÉRDIDAS
En la localidad rural de Utiel, una de las más castigadas, a unos 85 kilómetros de la ciudad de Valencia, el río Magro se desbordó y la crecida de hasta tres metros de altura alcanzó a las casas, la mayoría de ellas de una sola planta.
El alcalde de Utiel, Ricardo Gabaldón, dijo que al menos seis personas habían muerto en la ciudad, de unos 12.000 habitantes, la mayoría ancianos o discapacitados que no pudieron ponerse a salvo.
A primera hora del jueves, los residentes utilizaron bombas de agua transportadas en tractores para iniciar las tareas de limpieza y los niños ayudaron a barrer las aceras.
"La pena son las personas que han fallecido, que ha habido muchas", dijo Encarna, una profesora de 60 años, secándose las lágrimas mientras hablaba en una calle destrozada por la inundación cerca de su casa. "Son mis ahorros, es mi esfuerzo, mi vida, pero estamos vivos".
Las inundaciones también han destrozado cultivos y matado ganado.
Javier Iranzo, de 47 años, y Ana Carmen Fernández, de 48, habitantes de Utiel, dijeron a Reuters que las inundaciones habían destrozado por completo su granja de cerdos y que 50 de sus animales se habían ahogado.
Calculan que los daños ascienden a cientos de miles de euros y, a pesar de las promesas de ayuda del Gobierno, dicen estar preocupados por si recibirán ayuda estatal para la reconstrucción.
Con información de Reuters