Donald Trump estaba de pie en un escenario detrás de un podio, a los seis minutos de su discurso en un mitin al aire libre en Butler, Pensilvania, con la cabeza girada a la derecha, bajo un cielo despejado y un calor abrasador.
De repente, se oyó una salva de "pums", como si fueran disparos. Trump se agarró inmediatamente la oreja derecha, se miró la sangre de la mano y se tiró rápidamente al suelo detrás del podio. La multitud gritó y muchos se agacharon.
Media docena de agentes del Servicio Secreto corrieron hacia el escenario y se amontonaron sobre Trump y a su alrededor, mientras el republicano yacía detrás del podio. Otros agentes del orden armados con fusiles también subieron al escenario.
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Hubo una segunda ráfaga de disparos.
Los agentes del Servicio Secreto mantuvieron a Trump en el suelo durante 25 segundos. Se oyó gritar a alguien: "¡El agresor ha caído!".
Alguien más gritó: "¡Muévanse!", mientras muchos de los presentes seguían gritando.
Los agentes levantaron a Trump, que ya no llevaba la gorra roja de béisbol "Make America Great Again", tenía el pelo revuelto, la oreja ensangrentada y la cara manchada de sangre.
"Déjenme tomar mis zapatos. Déjenme tomar mis zapatos", dijo Trump, mientras los agentes lo levantaban del suelo. Luego dijo: "Esperen, esperen, esperen", antes de empezar a agitar un puño.
Un agente levantó el brazo por encima de la cabeza de Trump para protegerlo de posibles disparos.
Trump siguió agitando el puño hacia la multitud, murmurando "lucha". Muchos de los presentes empezaron a corear "EEUU, EEUU".
Mientras los agentes del Servicio Secreto rodeaban a Trump y lo trasladaban a un todoterreno negro que estaba cerca, el republicano seguía levantando el puño mientras lo empujaban al interior del vehículo, entre más cánticos de "¡EEUU!".
Todos los asistentes a los mítines de Trump tienen que pasar por los controles de bolsos del Servicio Secreto y por monitores electrónicos para comprobar si llevan armas antes de ser admitidos.
Un testigo presencial declaró a la BBC que vio al tirador subir al tejado de un edificio de poca altura, justo fuera del perímetro de seguridad, con un rifle, y que le gritó a los agentes de policía cercanos para alertarles de la posible amenaza. En un primer momento, la policía pareció confusa y no respondió inmediatamente a la advertencia, explicó.
"Lo siguiente que suenan son cinco disparos", dijo.
"El Servicio Secreto le voló la cabeza. Subieron al tejado, le apuntaron con sus armas, se aseguraron de que estaba muerto, estaba muerto, y ya está, se acabó".
Otro testigo, Ron Moose, relató a Reuters lo ocurrido. "Oí unos cuatro disparos y vi cómo la multitud se agachaba y luego Trump se agachó también muy rápido. Entonces el Servicio Secreto saltó y le protegió tan pronto como pudo. Estamos hablando de que en menos de un segundo estaban todos protegiéndole".
Moose dijo que vio a un hombre corriendo y siendo perseguido por agentes con uniformes militares. Dijo que oyó más disparos, pero que no estaba seguro de quién los había efectuado. Señaló que para entonces se habían instalado francotiradores en el tejado de un almacén situado detrás del escenario.
Jim Moore, de 57 años, estaba en la tribuna detrás del escenario. Dijo que un hombre situado unas cinco filas por encima de él recibió un disparo y cayó al suelo.
Agregó que los agentes acudieron y le escoltaron hasta detrás de la tribuna, donde le curaron las heridas. "Le dispararon a un hombre que estaba justo detrás de nosotros. Después de apartar a Trump, lo bajaron -él iba andando-, lo llevaron detrás de las gradas y lo tumbaron", dijo Moore, que es del condado de Beaver, Pensilvania.
Dos mujeres de unos 70 años sentadas cerca del escenario dijeron a Reuters que vieron a dos personas caerse en las gradas tras el tiroteo y a la policía atendiéndolas. Ambas dijeron que vieron cómo la policía se apresuraba a detener a un hombre.
Con información de Reuters