Con un roce de espejos, en un conflicto automovilístico, así empezó la historia de Daniel Sbiroli, un joven riojano que el 23 de febrero del 2019, por un inconveniente vehicular con otro conductor, recibió un disparo en su cara que lo dejó siete meses en terapia intensiva, con amputación de lengua, una traqueotomía y un botón gástrico, entre otras intervenciones. Cuatro años después, recuperado de las lesiones que le causó este violento hecho, usa sus redes sociales para concientizar sobre el peligro de la libre portación de armas en Argentina.
Esa noche del 2019, Daniel salió de su casa con un grupo de amigos, rumbo al festival de la Chaya, en la capital riojana. A pocos metros de su casa, el joven rozó con su camioneta el espejo de la camioneta que manejaba Luís Villalba quien, en ese momento, sacó un arma y disparó por la ventana hacia la cara de Daniel, según detalló el joven en diálogo con El Destape.
El disparo ingresó por la comisura de la boca y la bala salió por el lado izquierdo del cuello, para terminar alojada en un hombro. En ese momento, Daniel recibió la primera asistencia en el Hospital Enrique Vera Barros en donde lograron parar la hemorragia con la que había llegado, lo intubaron y le realizaron las primeras intervenciones.
Esa noche se convirtió en una especie de pausa en la vida de Daniel quien, en aquel momento, era un joven de 24 años a punto de recibirse como contador público. Era un apasionado por los autos, las carreras automovilísticas, y hasta competía en un campeonato interprovincial. Todo eso quedó en un segundo plano y a la espera de saber cómo iba a continuar su vida.
“El hecho fue a metros de mi casa y mis papás salieron a auxiliarme. Me llevaron a un hospital público de la provincia que por suerte tenía el banco de sangre que yo necesitaba, porque me estaba desangrando. Si pasaban cinco minutos más, yo no la contaba”, explicó Sbiroli al rememorar la noche del hecho.
Gracias a que el hospital contaba con las herramientas necesarias y el personal capacitado, a Daniel se le realizó una micro cirugía donde tuvieron que coserle una arteria, también se le realizó una traqueotomía y la aplicación de un botón gástrico, según detalló el joven. Sin embargo, la situación solicitó una atención más profunda por lo que tuvo que ser trasladado a un centro de alta complejidad en Buenos Aires donde permaneció siete meses en terapia intensiva.
“Al principio estuve 7 días en coma y era una incógnita cómo iba a ser mi vida desde ese momento en adelante. Los médicos no le garantizaban nada a mis papás. Les decían que no iba a poder hablar, ni comer. No se sabía cómo iba a evolucionar”, remarcó Daniel.
Una vez en Buenos Aires, comenzó un camino de recuperación en el que estuvo acompañado por su familia y amigos. Luego de eso, cuando pudo volver a su provincia, Daniel visitó el hospital que lo atendió la noche del hecho y le agradeció a los médicos por la asistencia que le brindaron en ese momento.
“A mí me salvó la vida el hospital público de La Rioja. Los médicos eran los más capacitados, para hacerme la intubación, en la situación en la que yo había llegado”, remarcó.
En ese mismo sentido, Daniel recordó que el médico que lo atendió le manifestó que fue “uno de los momentos más difíciles que le tocó atravesar”.
Cuatro años después, recuperado y agradecido por la atención que recibió en la salud pública de Argentina, el joven decidió compartir su historia en las redes sociales, con el objetivo de concientizar lo que podría pasar en un eventual futuro donde la gente tenga la libertad para portar armas.
Durante la campaña electoral, la desregulación del mercado de armas fue un tema de debate. “Si por un simple roce de espejos de dos autos me pasó esto, no me quiero imaginar lo que pasaría si Argentina tuviese tan fácil acceso a las armas”, reflexionó el joven riojano.
Con total conciencia, pero sobre todo conocimiento del daño que podría causar si esta idea se logra concretar a futuro, Daniel usa su historia para reflexionar sobre la importancia de volver al diálogo y la empatía. “Mi mensaje más fuerte es que todo se soluciona con diálogo, no hace falta ser agresivo. Todo se soluciona con respeto y empatía, nunca con armas”, concluyó.
Luego de varios meses de tratamiento y recuperación, Daniel logró graduarse como contador público y volvió a conectar con su mayor pasión: los autos. “En marzo del 2020 pude volver al auto y ganamos la carrera. Fue una terapia poder volver al auto y vivir la adrenalina que se vive ahí dentro”, agregó.
Por su parte, el agresor del joven fue procesado bajo la carátula de “Lesiones gravísimas con Dolo Eventual y Portación Ilegal de Arma de Fuego” y se encuentra a la espera de que la justicia fije la fecha para el juicio oral.