Una presidencia imperial de Trump se perfila como una apropiación del Partido Republicano

18 de julio, 2024 | 11.43

Cinco días después de escapar por poco de un intento de asesinato, Donald Trump aceptará el jueves la candidatura a la presidencia ante una multitud de seguidores que le adoran, el acto final en la transformación del Partido Republicano en el partido de Trump.

Su roce con la muerte ha avivado un fervor cuasi religioso entre los fieles del partido, elevándolo al líder político a un hombre que creen protegido por Dios.

"Trump, Trump, Trump" gritaban los asistentes a la Convención Nacional Republicana en Milwaukee cuando apareció cada noche esta semana, con la oreja derecha vendada, para escuchar a un orador tras otro entonar loas sobre él y referirse a cómo la intervención divina es lo que le habría salvado de la bala de un posible asesino.

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Los republicanos se han unido en torno a él esta semana. Con la mayor parte de la disidencia sofocada y su control del partido más firme que nunca, Trump estará en una posición mucho más fuerte que en su mandato de 2017-2021 para seguir adelante con su agenda si gana las elecciones del 5 de noviembre.

Sin las trabas de las divisiones internas que a veces le obstaculizaron en su primer mandato, Trump tendría más libertad para aplicar políticas de mano dura que incluyen deportaciones masivas como parte de una ofensiva contra la inmigración ilegal, políticas comerciales agresivas y el despido de funcionarios del Gobierno a los que considere insuficientemente leales.

"Se necesita un líder fuerte en la cima", dijo Bill Dowd, un maderero de 79 años invitado por la delegación de Colorado, en Milwaukee.

"Soy un gran admirador de Ronald Reagan. Ronald Reagan también unió al partido", dijo Dowd.

Dowd reconoció que algunos de sus amigos republicanos temen que Trump intente abusar de su poder y, aunque no compartía esa aprensión, creía que la disidencia no debía ser sofocada en ningún partido.

Para los críticos y opositores políticos de Trump, este es un momento oscuro e inquietante: ven al Partido Republicano moderno como un culto a la personalidad, una base desde la que Trump podría aplicar políticas extremas y crear la primera presidencia verdaderamente imperial de Estados Unidos, amenazando el futuro de sus normas democráticas.

"Donald Trump ha pedido el 'acabar' con la Constitución, ha prometido ser un 'dictador' 'desde el primer día', y ahora sus jueces de la Corte Suprema dicen que puede gobernar sin ningún contrapeso", dijo Ammar Moussa, portavoz de campaña del actual presidente Joe Biden, rival demócrata de Trump.

"Trump es un mentiroso, pero le creemos cuando dice que gobernará como un dictador", dijo Moussa.

El portavoz de la campaña de Trump, Steven Cheung, dijo que las afirmaciones demócratas de que Trump amenaza la democracia estadounidense y podría convertirse en un autócrata si es reelegido eran "alarmismo" y un "esfuerzo descarado para engañar al pueblo estadounidense."

UN TRUMP SIN RESTRICCIONES

En Milwaukee, casi todos los 30 delegados, invitados y republicanos electos entrevistados por Reuters para este reportaje reconocieron que su partido se había convertido en el partido de Trump, pero descartaron cualquier interpretación de que se haya convertido en una secta.

"Creo que el presidente Trump es una figura transformadora, un hombre de destino al que Dios salvó providencialmente de la muerte el sábado", dijo el delegado de Luisiana Ed Tarpley. "Se le ha encomendado una misión especial en nuestro país. La mano providencial de Dios ha elevado a Donald Trump a un estatus diferente".

Los entrevistados dijeron que querían un presidente Trump que no esté limitado por la burocracia o el Congreso para ejecutar su agenda. Estaban a favor de un uso más intenso de los decretos: las decisiones tomadas por un presidente que no necesitan la aprobación del Congreso.

No quieren que nada se interponga en el camino de sus planes para deportar a millones de personas en el país ilegalmente y reducir el tamaño de la administración federal. En su primer mandato, Trump se quejó a menudo de los burócratas del "Estado profundo" que, según él, trataban de frustrarle.

"Al presidente (...) se le debe permitir implementar sus políticas libre de una burocracia resistente a ellas y de funcionarios no electos que no están de acuerdo con ellas", dijo Tarpley.

Sin embargo, hay límites constitucionales a lo que Trump puede hacer y cualquier política aún podría enfrentar demandas.

La mitad de los republicanos que respondieron a una encuesta de Reuters/Ipsos esta semana dijeron que estaban de acuerdo con la afirmación de que "el país está en crisis y necesita un presidente fuerte al que se le debe permitir gobernar sin demasiada interferencia de los tribunales y el Congreso".

La cifra es muy superior al 35% de los demócratas y al 33% de los independientes que están de acuerdo con esta afirmación.

Solo un asistente a la convención entrevistado por Reuters, un republicano de alto rango de un estado del sur, dijo que estaba preocupado por un segundo Gobierno de Trump. Temía, señaló, que Trump se convierta en un autócrata, que llene las agencias gubernamentales de "aduladores" y que busque vengarse de sus enemigos políticos.

Refiriéndose a la promesa de Trump a sus partidarios de que él será su "revancha", el republicano, que pidió permanecer en el anonimato, dijo: "Ese intento será horrendo".

Trump fue muy criticado por decir durante la campaña que, si ganaba, sería un "dictador", aunque solo fuera por un día, un comentario que más tarde dijo que era una broma.

Los demócratas le han reprochado que haya prometido indultar a sus partidarios encarcelados por la mortal insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos, provocada por su negativa a aceptar su derrota en las elecciones de 2020.

Trump, que fue condenado por hacer pagos de dinero por silencio a una exestrella porno y se enfrenta a cargos relacionados con sus esfuerzos para anular la victoria de Biden, ha amenazado con utilizar el Departamento de Justicia para perseguir a sus oponentes, incluido Biden.

HARÍA SONROJAR A NIXON

Las implicaciones de un segundo mandato de Trump son profundamente perturbadoras para Estados Unidos y el mundo, dijo el historiador presidencial Timothy Naftali, exdirector de la biblioteca presidencial de Richard Nixon, quien renunció al cargo en 1974 tras el escándalo Watergate.

Naftali dijo que una reciente decisión de la Corte Suprema que otorga inmunidad general a un presidente para la mayoría de los actos mientras está en el cargo, combinada con un Partido Republicano flexible, significa que hay restricciones limitadas para Trump en caso de que actúe maliciosamente y explote el cargo para su propio poder personal y revancha política.

"Puede destripar el Departamento de Justicia y emprender una campaña de venganza que haría sonrojar a Nixon", dijo Naftali.

Sin duda, Trump no sería el primer presidente que pone a prueba los límites del poder ejecutivo. Líderes como los expresidentes demócratas Franklin Roosevelt y Barack Obama han adoptado una visión expansiva de su autoridad.

Incluso con la sentencia del 1 de julio del alto tribunal sobre la inmunidad presidencial, Trump seguiría estando ostensiblemente sujeto a la separación de poderes de la Constitución de Estados Unidos, que reserva funciones clave al Congreso y al poder judicial.

Lara Trump, copresidenta del Comité Nacional Republicano y nuera de Trump, reconoció esta semana que el Gobierno por decreto -que puede ser revocado en los tribunales o por un sucesor- no era lo ideal.

Por eso es crucial para los republicanos mantener la Cámara de Representantes en noviembre y arrebatar el Senado a los demócratas, dijo, "para que no tengamos que depender de los decretos y podamos ver realmente algún cambio duradero".

Con información de Reuters