Por Lic. Susana Domínguez, fonoaudióloga, servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano.
Cada año, el 3 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Audición, establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de crear conciencia, informar y educar, para prevenir y promover la búsqueda de asistencia ante la eventualidad de presentar pérdida auditiva o algún trastorno relacionado. Es una oportunidad para hacer hincapié sobre su cuidado y la importancia de la realización de chequeos regulares para detectar algún daño muchas veces no evidente en la vida cotidiana.
Hoy, existen tests que determinan precozmente el daño auditivo a pesar de que haya estudios básicos que indiquen lo contrario.
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La pérdida de la audición no atendida es la tercera causa de discapacidad en el mundo. El diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de aquellos con algún trastorno. Es una condición en la que una persona experimenta dificultades para escuchar. Puede variar en gravedad, desde una leve hasta total, tener un impacto significativo en la vida diaria, afectar la capacidad para comunicarse, socializar y participar en actividades cotidianas.
Los primeros síntomas suelen ser dificultad para escuchar conversaciones, necesidad de aumentar el volumen de la televisión o teléfono, zumbidos en los oídos (acúfenos/tinnitus) o si comienza a molestar algún ruido ambiental.
La OMS estima que más de mil millones de adolescentes y jóvenes se exponen al riesgo de sufrir una pérdida de la audición permanente, a menudo, sin saberlo, por escuchar música a gran volumen durante períodos prolongados.
El 50% de las personas entre los 12 y los 35 años corre el riesgo de sufrir alguna pérdida de la audición debido a la exposición a niveles inseguros de sonido en los entornos recreativos.
Algunas pautas para cuidar la audición:
1. Limitar la exposición al ruido: evitar ruidos fuertes durante períodos prolongados de tiempo ya que esto puede dañar las células del oído interno y causar una pérdida de permanente e irreversible. Será fundamental considerar usar protectores (tapones con diferentes reducciones de ruido, medidos en decibeles) o auriculares con cancelación de ruido u otros recursos. Cada paciente necesita una recomendación individual que debe ser llevada a cabo por el profesional idóneo (audiólogo).
2. Controlar el volumen: al escuchar música o usar auriculares, asegurarse de que el volumen no esté demasiado alto.
3. Tomar descansos: si se está expuesto a ruidos fuertes, como un recital, concierto o evento deportivo, tomar descansos regulares para permitir que los oídos se recuperen. Otro recurso para utilizar puede ser tomar más distancia de la fuente sonora ya que a mayor distancia, disminuyen los decibeles a los que se está expuesto.
4. Protegerse en el trabajo: si el entorno laboral es ruidoso, hay que utilizar dispositivos de protección auditiva, que debería proporcionar el empleador.
5. Educar a los niños: hay que enseñarles sobre los peligros del ruido excesivo y cómo protegerse. Existen numerosos juguetes sonoros en el mercado que exceden los límites permitidos de escucha. Fomentar el uso de protectores auditivos en entornos ruidosos desde temprana edad ya que, por caso, en las fiestas infantiles el sonido es excesivamente fuerte.
La prevención es clave cuando se trata de cuidar la audición. Si hay síntomas relacionados con el oído, no dejarse estar.
Es importante buscar la atención de un médico otorrinolaringólogo y de un especialista en fonoaudiología.
Con información de Télam